Hay quienes dicen que los artistas se hacen y no nacen, mientras que para Juan Carlos La Fuente Mejía, más conocido como “Tururuka”, fue al revés, porque aseguró que “nació para ser un artista cómico”.
El artista lleva medio siglo ejerciendo y mostró su arte en circos y en fiestas de todo tipo. De toda su trayectoria, “Tururuka” cuenta que viajar, conocer nuevas personas, sus hijos y toda su familia fueron los aspectos positivos.
“Cuando piensan que uno es de circo, creen que es un pobre tonto, un gitano, pero no es así. Mis hijos han estudiado y lo siguen haciendo. Pero la mejor universidad que tenemos es la vida”, afirmó.
El artista contó que sus hijos decidieron seguir sus pasos y tienen sus propios circos. Incluso uno de ellos fue parte del Cirque du Soleil, durante dos años, algo que aseguró lo llena de “mucho orgullo”.
El artista destacó que no se considera un payaso, sino más bien un artista cómico. “Todos son payasos, es difícil ser artista. Encuentras payasos en todos lados porque te ríes de ellos”, explicó.
Contó que ya no trabaja con tanta frecuencia como en años anteriores, pero intenta responder a todas las actividades a la que es convocado.
Recodó con mucho cariño que, en su mejor época, tenía presentaciones todos los días, por lo que llegó a vivir de su arte. Sin embargo, tras la pandemia y debido a las consecuencias por el Covid-19, las fiestas ya no requieren de un payaso.
¿Nacer o hacerse?
“Hacerte artista cómico es difícil, hay que nacer. El que se hace, no se hace bien, se hace mediocre. Yo no soy de familia de circo, pero yo había nacido para ser artista. Desde chiquito hacía mis bromas en mi barrio, en el colegio, en todas partes. Hasta que he llegado al circo”, relató.
“Tururuka” sentía una gran atracción por el circo y recordó que hallaba la forma de ingresar a las funciones para conocer más acerca de ese mundo. En varias ocasiones, fue echado de los circos porque no adquiría su boleto, pero vivazmente se “colaba” por la carpa.
A los 12 años, se fascinó con el arte circense y comenzó su vida entorno al mismo. Luego, conoció a su primera esposa y se unió a la vida artística.
Cuando regresó de las giras internacionales con el circo optó por mostrar su arte en la ciudad y, con las dos primeras tiendas de cotillón que se abrieron en Cochabamba, comenzó a ganar reconocimiento.
“Empecé como amenizador porque este se encarga de amenizar la fiesta, le distrae, le divierte, eso es lo lindo”, aseguró.
Con esos primeros pasos, “Tururuka” comenzó a ser más requerido y aprovechó para compartir su arte con otras personas que deseaban incursionar en ese camino.
Con una gran sonrisa, el artista cuenta que ahora todo ha cambiado y que este trabajo ha sido “mercantilizado”.