Bolivia importó 926 millones de dólares más en combustibles de lo que vendió en hidrocarburos el año pasado. Esto representa un crecimiento del déficit en la balanza energética, que aumentó en 20 por ciento en comparación a la cifra registrada en 2022.
La situación representa un impacto directo en el flujo de dólares al país. Analistas advirtieron que esta situación constituye un “agujero negro” que se tragará la economía si no se hacen ajustes.
De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), hasta diciembre de 2023, el país exportó 2.058 millones en hidrocarburos e importó 2.984 millones en combustibles.
En 2022, año en que se presentó por primera vez en lo que va de este milenio un déficit energético, las exportaciones de hidrocarburos del país llegaron a los 2.974 millones, y las importaciones de combustibles a 3.145 millones, lo que representa una diferencia de 771 millones.
Desde el Ministerio de Hidrocarburos y Energías se señaló que, si bien “hay una menor producción y menores ingresos por concepto de exportación, YPFB impulsa la diversificación de sus ingresos” con proyectos como la producción de biocombustibles. “Ésta es la respuesta para resolver el problema estructural que tiene el país, que consiste en dejar de importar hidrocarburos”, señaló esta cartera de Estado en respuesta a un cuestionario enviado por este medio.
Asimismo, prevé que una segunda planta de amoniaco y urea generará mayores ingresos para la estatal petrolera, y recordó que esta empresa desarrolla un plan de reactivación del Upstream con 42 proyectos de exploración en seis departamentos del país.
El analista en el sector energético Álvaro Ríos manifestó que la crisis de dólares que vive el país actualmente tiene su origen en el sector energético y anticipó que, con el continuo declive de la producción gasífera y el aumento prácticamente inevitable de la importación de gasolina y diésel, el déficit podría crecer a 5 mil millones de dólares antes de 2030.
“Si no resolvemos el tema de la energía, no tenemos qué hacer, el hueco energético boliviano se va a comer todo a su paso”, manifestó.
El economista Jaime Dunn señaló que el sustento del modelo económico por muchos años fue la renta gasífera, que llega hasta un 85 por ciento del valor exportado de hidrocarburos, alrededor de 5 mil millones de dólares en la época de bonanza (2014-2015).
“Esa renta no dará el litio, el oro, nada. Se tiene que reducir el gasto, y el gasto más grande es en el tema energético, la importación de combustibles y por supuesto la subvención”, expresó.
Pero, además, los hidrocarburos producidos en el mismo país se venden a precios subsidiados, generando un desperdicio de oportunidades para la venta al exterior, apuntó.
El ministro de Economía y Finanzas Públicas, Marcelo Montenegro, al ser consultado sobre este tema, respondió: “En una primera instancia, quitar la subvención no es la solución a la carencia de dólares, porque por varios años ha estado subvencionado y había los dólares. Entonces no es ése el problema, porque si no la subvención hubiera sido el problema. Es el tener dólares y eso pasa por todo este conjunto de medidas”, manifestó con relación a los puntos acordados con el sector empresarial.
Añadió que si bien la subasta de diésel para grandes compradores y la autorización para que empresas importen su propio diésel para consumo propio ayudará a bajar el costo de la subvención. “No se puede decir que esa sea la solución al problema. El problema es producir más para llevar afuera, pero garantizando siempre el mercado interno”, enfatizó el ministro Montenegro.