Tres años después de que la levantadora de pesas neozelandesa Laurel Hubbard se convirtiera en la primera mujer transgénero en disputar unos Juegos Olímpicos, las federaciones deportivas han optado mayoritariamente por vetar la participación en las pruebas femeninas de las deportistas que hicieran la transición después de la pubertad, con el fin de que todas las mujeres compitan en igualdad de condiciones.
Un mes antes de la inauguración de los Juegos de París, la deportista trans más mediática de los últimos meses, la nadadora estadounidense Lia Thomas, perdió definitivamente sus opciones de participar en los mismos y ser la sucesora de Hubbard. Thomas, que ganó un título universitario femenino en 2022 tres años después de cambiar de sexo, había sido excluida de las competiciones de élite y, por tanto, de las pruebas de selección del equipo norteamericano. Su apelación ante el Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS) no tuvo éxito.
Al dejar en 2021 la decisión sobre las mujeres trans en manos de cada federación, el COI se garantizó que la selección se hiciese antes de los Juegos y la polémica no se trasladase al escenario olímpico.
Atletismo, ciclismo, natación, remo, halterofilia (la federación de Hubbard) y desde el próximo enero la vela son algunos de los deportes que prohíben competir en las pruebas femeninas a las atletas que pasaron como hombres la pubertad, en concreto la Fase Tanner 2, el índice que se emplea para medir la madurez sexual. Se estima que adquirieron hasta entonces unas cualidades físicas (fortaleza, potencia, altura, musculatura...) que las beneficiarían respecto a otras mujeres.
El rugby no admite su participación en ningún caso. Otras federaciones, como la de gimnasia, no tienen regulada esta materia.
"Las decisiones siempre son difíciles cuando afectan a las necesidades y derechos de distintos grupos, pero continuamos pensando que por encima de cualquier consideración debemos ser justos con nuestras mujeres atletas", argumentó el presidente de la federación de atletismo, el británico Sebastian Coe.
Pero el propio Coe afirmó que la decisión no era "para siempre", sino que se iría revisando a la luz de los nuevos estudios científicos.
Los distintos niveles de andrógenos hombre/mujer a partir de la pubertad, especialmente de la testosterona, "tiene repercusiones significativas en el sistema cardiovascular y la estructura osteomuscular", explicó a EFE la doctora Nieves Palacios, coordinadora del Grupo de trabajo de Endocrinología, Nutrición y Ejercicio Físico de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición y miembro de su grupo de trabajo sobre Identidad de Género.
"Los hombres cisgénero en promedio tienen una talla, densidad mineral ósea y fuerza muscular superiores que se acompañan de una mayor concentración de hemoglobina y capacidad aeróbica", precisó. "Se calcula que la ventaja media del hombre cisgénero sobre la mujer cisgénero es de un 10-12% en remo, natación y carrera, un 20% en saltos y un 50% en lanzamientos".
En el caso de la mujer transgénero, añadió la especialista, "la supresión farmacológica pospuberal de los niveles de testosterona durante más de dos años da lugar a cambios en la composición corporal, como una redistribución y aumento de la masa grasa y una disminución de la masa muscular, y reduce la fuerza muscular".
Pero otros factores como la talla, la envergadura y el tamaño del aparato cardiorrespiratorio "no se ven modificados" tras hacer la transición.
Palacios indicó que, en conjunto, la existencia de una ventaja competitiva de la mujer transgénero sobre el resto depende de varios factores como el momento del inicio, las dosis, el tiempo y el tipo de tratamiento hormonal, la disciplina deportiva y si se practicaba o no antes del tratamiento.
Precisamente el baremo que se empleaba antes para elegir a las transgénero seleccionables para pruebas femeninas, sustituido ahora en casi todos los deportes por el método Tanner, aludía a los niveles de testosterona por litro de sangre, que debían ser inferiores a 2,5 nanomoles al menos durante los doce meses previos a la competición y mantenerse así posteriormente.
Mientras que para un hombre se considera que los niveles normales oscilan entre 10 y 25 nanomoles, para una mujer se estiman entre 0,5 y 2,4. Pero la edad, algunas enfermedades y otros factores pueden alterar esos valores.
La federación de tenis es una de las que aún toma como referencia la concentración de testosterona en sangre, con un umbral inferior a los 5 nanomoles por litro para quien haya hecho la transición "de hombre a mujer".
El COI presume de los Juegos de París como los primeros con paridad absoluta entre los participantes, "5.250 hombres y 5.250 mujeres", un reflejo de la división tradicional del deporte en pruebas masculinas y femeninas.
Las categorías 'abiertas', que son vistas como una posible solución para la inclusión de los deportistas transgénero, no se emplean en la alta competición.
El único deporte olímpico en el que hombres y mujeres compiten por las mismas medallas es la hípica, en todas sus modalidades: saltos, doma y concurso completo. En los Juegos de Tokio un hombre ganó los saltos y sendas mujeres las otras disciplinas.
París sienta precedente con 'La Casa del Orgullo'
Pero los Juegos de París quieren ser 'los de la diversidad' y tanto el COI como los organizadores tendrán especial cuidado en dar la máxima visibilidad a todas las identidades sexuales.
Durante las semanas olímpicas estará abierta 'La Casa del Orgullo' en pleno centro de la ciudad, junto a Los Inválidos, con un programa educativo, cultural y festivo encaminado a "sensibilizar sobre la inclusión, ofrecer un espacio para celebrar las actuaciones de los atletas LGBTI+ y dejar un legado para el movimiento deportivo internacional de un enfoque más inclusivo en el deporte", según especifica el COI.
Son muchos los deportistas LGTBI que han conseguido plaza en los Juegos y que tendrán en ellos una plataforma para reivindicar sus derechos.
Los de París serán los terceros Juegos para la futbolista canadiense Quinn, que cuenta sus participaciones por medalla: bronce en Río 2016 y oro en Tokio 2020.
En la ciudad japonesa Quinn se convirtió en la primera jugadora no binaria en competir, en subir al podio y en ganar unos Juegos.
Fue en 2020 cuando pidió ser considerada como transgénero no binaria, ser aludida con pronombres neutros y denominada de forma monómina, con su apellido y sin su nombre (Rebecca).
El caso de los deportistas no binarios no se contempla expresamente en las normativas de las federaciones, pero se entiende que las nacidas mujeres pueden participar en las pruebas femeninas si no se han sometido a terapia hormonal.
Raven Saunders, subcampeona olímpica de lanzamiento de peso en Tokio 2020, volverá a competir en París 2024 tras haber cumplido a tiempo una sanción de 18 meses por no presentarse a los controles antidopaje.
Célebre por salir al estadio con llamativas máscaras de colores, Saunders se mostró hace años orgullosa de ser lesbiana y, más recientemente, pidió no ser identificada ni como 'él' ni como 'ella'.
La atleta estadounidense, activista también de la igualdad racial y de la atención a las enfermedades mentales, formó con los brazos una 'X' cuando subió al podio en Tokio como gesto de apoyo a la interseccionalidad, según la cual las personas no pertenecen solo a un grupo específico, sino que tiene varias identidades que se superponen (género, raza, clase social, etc) y que hay que tener en cuenta.
Entre el potente equipo estadounidense de atletismo figura también la mediofondista Nikki Hiltz, con plaza en los 1.500 m.
La corredora eligió su cuenta en Instagram para declararse públicamente trans no binaria en 2021: "Hola, soy Nikki y soy transgénero. Eso significa que no me identifico con el género que me asignaron al nacer. La palabra que uso actualmente para describir mi género es no binaria. La mejor forma de explicar mi género es como fluida".
El COI ha alentado en las últimas ediciones olímpicas que homosexuales y lesbianas hagan declaraciones a favor de su colectivo o porten símbolos como la bandera arcoíris, antes prohibidos en los escenarios deportivos. Festejó "la primera vez que los colores del Orgullo hicieron su aparición en una pista olímpica de curling", en los cordones de los zapatos del británico Bruce Mouat en 2022, o la paternidad del saltador Tom Daley con su pareja, el guionista Dustin Lance Black.
En París, el alemán Timo Cavelius será el primer judoca abiertamente homosexual que participe en unos Juegos Olímpicos.
Tras perseguir la plaza durante toda su carrera, debutará en la máxima competición universal a los 27 años, en la categoría de -81 kg, tras haberse clasificado por cuota continental.
Desde que habló abiertamente de su homosexualidad a los 15 años, Cavelius siempre ha declarado que la suya fue una 'salida' feliz, bien recibida por su entorno familiar y deportivo y que no le ha supuesto ninguna dificultad en su carrera. En París se convertirá en el primer referente gay de su deporte.
El COI ha publicado una guía para que los medios de comunicación sepan cómo referirse a los deportistas LGTBI+, en la que llama a fijarse en sus méritos deportivos más que en su género y ofrece consejos lingüísticos: expresiones como 'nacido hombre' o 'nacida mujer' para referirse a los transexuales pueden ser "deshumanizantes" y "es preferible enfatizar el actual género de la persona antes que cuestionar su identidad hablando de la categoría que figura en su certificado de nacimiento".