Hace 43 años fueron identificadas por primera vez algunas manifestaciones de la enfermedad conocida actualmente como Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (sida) y que hasta ahora ha provocado la muerte de más de 40 millones de personas. Su causa, el Virus de la Inmunodeficiencia Humana (VIH), se identificó en 1983.
Esa infección era irremediablemente mortal hasta hace unas décadas, pero hoy puede tratarse con resultados positivos, gracias a los avances médicos.
ARTURO YÁÑEZ CORTÉS
Ha pasado el Censo 2024 y más allá del plausible esfuerzo estatal, de la entrega cívica de los censistas voluntarios y de la participación del soberano (algunos a regañadientes), además de los ingeniosos memes que nos han divertido durante nuestra “detención domiciliaria” (que afortunadamente duró un día), encuentro algo que a esta altura del partido resulta imposible de esconder bajo la alfombra: la profunda desconfianza que el Estado administrado por el Gobierno inspira y merece de la ciudadanía.
Ha pasado el Censo 2024 y más allá del plausible esfuerzo estatal, de la entrega cívica de los censistas voluntarios y de la participación del soberano (algunos a regañadientes), además de los ingeniosos memes que nos han divertido durante nuestra “detención domiciliaria” (que afortunadamente duró un día), encuentro algo que a esta altura del partido resulta imposible de esconder bajo la alfombra: la profunda desconfianza que el Estado administrado por el Gobierno inspira y merece de la ciudadanía.
Los bolivianos hemos llegado al Censo Nacional de Población y Vivienda con más dudas que certezas. Salvo los voceros del gobierno central y sus sectores afines, hoy reducidos a la fracción arcista, la mayoría desconfía de la transparencia del proceso iniciado a fines de 2022, a tropezones y sólo por la presión ejercida casi exclusivamente por Santa Cruz.
Los bolivianos hemos llegado al Censo Nacional de Población y Vivienda con más dudas que certezas. Salvo los voceros del gobierno central y sus sectores afines, hoy reducidos a la fracción arcista, la mayoría desconfía de la transparencia del proceso iniciado a fines de 2022, a tropezones y sólo por la presión ejercida casi exclusivamente por Santa Cruz.
En 2012 dije que era chimán, el censista me miró extrañado y dijo: ¿seguro? Yo le dije que sí, por esas épocas se sentían los efectos del conflicto del TIPNIS y, como muchos paceños, me sentí identificado con los pueblos de tierras bajas, frecuentemente relegados a un segundo plano.
En 2012 dije que era chimán, el censista me miró extrañado y dijo: ¿seguro? Yo le dije que sí, por esas épocas se sentían los efectos del conflicto del TIPNIS y, como muchos paceños, me sentí identificado con los pueblos de tierras bajas, frecuentemente relegados a un segundo plano.
IGNACIO VERA DE RADA
En uno de sus más provocadores y lúcidos ensayos de su libro 21 lecciones para el siglo XXI, el historiador israelí Harari especula sobre uno de los tópicos que considero más importantes de cara al futuro: la educación. El asunto me da vueltas casi todos los días, antes y después de dar las clases en la universidad, y la verdad es que las posibilidades digitales del presente me provocan, de manera simultánea, dos sensaciones antagónicas: escepticismo por un lado, esperanza por el otro.
En uno de sus más provocadores y lúcidos ensayos de su libro 21 lecciones para el siglo XXI, el historiador israelí Harari especula sobre uno de los tópicos que considero más importantes de cara al futuro: la educación. El asunto me da vueltas casi todos los días, antes y después de dar las clases en la universidad, y la verdad es que las posibilidades digitales del presente me provocan, de manera simultánea, dos sensaciones antagónicas: escepticismo por un lado, esperanza por el otro.