Hace casi un año, Bolivia comenzaba a vivir por esta misma época los primeros desastres provocados por las lluvias; ahora, nuevamente, se tienen señales de alerta por los desbordes que comenzaron en Tarija, Luribay y Trinidad y se extendieron a Colcapirhua, Santa Cruz y el trópico de Cochabamba.
El Censo de Población y Vivienda 2024, estimado en unos 68 millones de dólares, debió ampliar su visión y aprovechar el esfuerzo logístico y económico para indagar sobre otros aspectos que son importantes para generar y/o actualizar las políticas públicas. Por ejemplo, debieron preguntar sobre:
- Ingreso económico por integrante.
- Número de automóviles por familia.
- Relación formación profesional-desempeño laboral.
El Censo de Población y Vivienda 2024, estimado en unos 68 millones de dólares, debió ampliar su visión y aprovechar el esfuerzo logístico y económico para indagar sobre otros aspectos que son importantes para generar y/o actualizar las políticas públicas. Por ejemplo, debieron preguntar sobre:
- Ingreso económico por integrante.
- Número de automóviles por familia.
- Relación formación profesional-desempeño laboral.
El censo, que servirá para “muchas cosas”, está de moda y ¿por qué no decir unas cuantas palabras referidas a un gracioso cuando no grotesco fenómeno colateral?
Es común que un pueblo que conquista a otro, ya sea por la fuerza (guerra) o por asentamientos humanos pacíficos (migraciones), imponga al conquistado sus usos, costumbres, creencias religiosas, su leguaje, etc., pero existen situaciones en las que el conquistador resulta siendo conquistado.
El censo, que servirá para “muchas cosas”, está de moda y ¿por qué no decir unas cuantas palabras referidas a un gracioso cuando no grotesco fenómeno colateral?
Es común que un pueblo que conquista a otro, ya sea por la fuerza (guerra) o por asentamientos humanos pacíficos (migraciones), imponga al conquistado sus usos, costumbres, creencias religiosas, su leguaje, etc., pero existen situaciones en las que el conquistador resulta siendo conquistado.
ARTURO YÁÑEZ CORTÉS
Ha pasado el Censo 2024 y más allá del plausible esfuerzo estatal, de la entrega cívica de los censistas voluntarios y de la participación del soberano (algunos a regañadientes), además de los ingeniosos memes que nos han divertido durante nuestra “detención domiciliaria” (que afortunadamente duró un día), encuentro algo que a esta altura del partido resulta imposible de esconder bajo la alfombra: la profunda desconfianza que el Estado administrado por el Gobierno inspira y merece de la ciudadanía.
Ha pasado el Censo 2024 y más allá del plausible esfuerzo estatal, de la entrega cívica de los censistas voluntarios y de la participación del soberano (algunos a regañadientes), además de los ingeniosos memes que nos han divertido durante nuestra “detención domiciliaria” (que afortunadamente duró un día), encuentro algo que a esta altura del partido resulta imposible de esconder bajo la alfombra: la profunda desconfianza que el Estado administrado por el Gobierno inspira y merece de la ciudadanía.
Los bolivianos hemos llegado al Censo Nacional de Población y Vivienda con más dudas que certezas. Salvo los voceros del gobierno central y sus sectores afines, hoy reducidos a la fracción arcista, la mayoría desconfía de la transparencia del proceso iniciado a fines de 2022, a tropezones y sólo por la presión ejercida casi exclusivamente por Santa Cruz.
Los bolivianos hemos llegado al Censo Nacional de Población y Vivienda con más dudas que certezas. Salvo los voceros del gobierno central y sus sectores afines, hoy reducidos a la fracción arcista, la mayoría desconfía de la transparencia del proceso iniciado a fines de 2022, a tropezones y sólo por la presión ejercida casi exclusivamente por Santa Cruz.