P ese a los esfuerzos que realiza la Sociedad de Investigación del Arte Rupestre en Bolivia (Siarb), el escaso apoyo gubernamental ha determinado que los avances en el estudio de las pinturas rupestres sean más bien lentos. Debido a ello, los reportes periódicos de hallazgos sobrepasan las investigaciones al respecto.
En Potosí existen varios lugares con pinturas rupestres, como las cavernas de Lajastambo, en los alrededores de Betanzos, y las decenas fotografiadas en las de Toro Toro, pero poco o nada se ha dicho sobre las reportadas cerca de la ciudad de Potosí y, por eso mismo, su antigüedad todavía no se ha determinado.
El reporte más reciente es el de la existencia de grabados en cuevas ubicadas en el distrito rural número 14 del municipio de Potosí. En 2018, el director científico de la Fundación Herencia Ambiental Caribe, el colombiano Carlos Castaño Uribe, llegó a inspeccionarlas y concluyó que su antigüedad es de por lo menos 10 mil años.
El propio Castaño explica, en una publicación electrónica especializada en la investigación del arte rupestre de América Latina, que Chiribiquete es una tradición cultural arqueológica establecida sobre la base de los hallazgos de más de 200 mil dibujos en cuevas de la serranía de la Amazonía colombiana.
“El arte rupestre descubierto hasta el momento denota una serie de características que han servido para distinguir una Tradición Cultural de raíces, aparentemente muy antiguas, del paleoindio y, por ende, asociado a grupos de cazadores recolectores de Selva Húmeda Tropical y enclaves semisecos de las Guyanas y la Amazonía”, explica.
El paleoindio es el espacio de tiempo comprendido entre los 40 mil y 10 mil años Antes del Presente (AP) y la antigüedad promedio de la Tradición Cultural Chiribiquete (TCC) es de 19.500 AP. Lo que Castaño denomina “jaguaridad” es “la iconografía (que) demuestra un rigor sorprendente respecto de las relaciones hombre-animales, el acceso al intercambio de poderes y energías a través de ritos chamánicos y se destaca profundamente la prelación de estos artífices por la figura del jaguar como uno de los elementos iconográficos más importantes de la distinción del poder y el conocimiento, así como las habilidades y la agudeza de los cazadores y los guerreros”.
Al tratarse de territorio amazónico, su clima es tropical y su punto más alto apenas llega a 950 metros sobre el nivel del mar. ¿Cómo se explica su relación con las pinturas encontradas en los alrededores de Potosí? La respuesta está en la migración que fue la que realmente pobló el continente americano.
Las oleadas migratorias ingresaron al continente por Beringia, el puente que se formó entre el oeste de Alaska y el extremo oriental de Siberia durante el periodo glacial en lo que hoy es el estrecho de Bering, se establecieron inicialmente en el norte y fueron asentándose, paulatinamente, en el territorio que hoy es América. Hace unos 40 mil años ingresaron a la actual Norteamérica y, mientras unos grupos se quedaron, estableciendo colonias, otros siguieron avanzando hacia Centroamérica y, finalmente, llegaron a Sudamérica en un proceso que duró miles de años.
Se estima que llegaron a lo que hoy es la serranía de Chiribiquete hace unos 20 mil años y las pinturas rupestres son una prueba de su asentamiento en una zona que comprende no solo la Amazonía colombiana sino también la brasileña. Pero los hallazgos en Potosí demuestran que el proceso migratorio prosiguió ya que mientras unos grupos se asentaban allí, otros seguían avanzando hacia el sur. Castaño estableció que las pinturas rupestres potosinas tienen una antigüedad de 10 mil años AP. Eso significa que, al seguir bajando hacia el sur, los grupos colonizadores llegaron a estas tierras y se establecieron más o menos en el tiempo referido. Por la dirección que siguieron, no se descarta que se hayan establecido también en los territorios intermedios entre la Amazonía Colombiana y la serranía potosina e incluso hayan proseguido con el proceso migratorio hacia el sur. Eso le da a Chiribiquete un valor excepcional para la humanidad.
La TCC tiene su principal yacimiento pictográfico y arqueológico en una serranía que el gobierno colombiano declaró como parque nacional en 1989. En julio de 2018, la Organización de las Naciones Unidas para la
Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco, por sus siglas en inglés) le dio a Chiribiquete la doble condición de Patrimonio Cultural y Natural de la Humanidad.
Castaño agrega que “Chiribiquete es un sitio excepcional desde el punto de vista histórico cultural (por su arte pictográfico y sus características arqueológicas) así como por su valor ecológico, biológico y natural […(y)] permite abrir una ventana al entendimiento de los procesos culturales desde finales del Pleistoceno hasta fechas más tardías asociadas que nos relaciona posiblemente con los habitantes históricos de Chiribiquete, es decir los Karijona (filiación macro lingüística Karib), una de las macro familias más importantes del territorio precolombino neotropical” que, con los hallazgos referidos, habrían sido los habitantes más antiguos de Potosí.
Por ello, las pinturas rupestres encontradas cerca de Turicaya tienen un enorme valor y necesitan ser estudiadas con el fin de establecer no solo cuál fue la cultura, o el grupo migratorio, establecido hace 10 mil años sino sus rasgos culturales. La pictografía puede brindar datos de su estilo de vida, del clima existente en el tiempo en el que vivían y también de sus manifestaciones culturales.
Un detalle preciso
Antes de redactar su informe al respecto, el director científico de la Fundación Herencia Ambiental Caribe, el colombiano Carlos Castaño Uribe respondió al siguiente cuestionario por correo electrónico:
—¿Cuál fue el área de Potosí que visitó?
—Thamari, Arroyo Pulka, próximo a la población de Turicaya,
—¿Cuál es la antigüedad de las pinturas rupestres que pudo ver?
—Hacen parte de una tradición cultural del paleoindio americano, Tradición Chiribiquete (Colombia) Tradición Nordeste (Brasil) ubicada sobre entre el 10 mil Antes del Presente (AP).
—¿Se encontró con algún otro vestigio de pueblos o asentamientos prehispánicos?
—Ésta es una tradición de grupos cazadores-recolectores asociados con la Región del Cerrado y la catinga brasileña y con las formaciones tepuyanas amazónicas en Colombia, cuya expresión cultural más palpable en la actualidad es su hiperrealista arte rupestre.
—¿Es posible determinar a qué pueblos o culturas pertenecen esas pinturas y/o vestigios?
—Lo ya indicado para el caso de Brasil y Colombia: pueblos muy antiguos que demuestran una amplia distribución en Suramérica
—Es usted libre de agregar algo más que no hubiere sido contemplado en las preguntas.
—La importancia de este nuevo registro de Thamaro-Pilka es que permite correlacionar este sitio con las investigaciones de la Tradición Cultural Chiribiquete que estoy haciendo desde hace tres décadas en la Amazonia Colombiana y con la tradición Nordestina de Brasil (estados de Río Grande y Piaui). La información hoy disponible en mis investigaciones científicas permite documentar un gran acervo patrimonial que corrobora la existencia de esta tradición cultural a la que debemos muchos elementos simbólicos e iconográficos asociados a la jaguaridad americana y a una compleja y numerosa población de gran movilidad y sentido adaptativo.
(*) Este artículo es un resumen del trabajo publicado en el primer tomo de “Literatura y coloniaje”, del autor.