El jueves 27 de abril presentaré la segunda edición de Un cafetal del tamaño de Bolivia, esta vez en Sucre. La publicación tiene como subtítulo y su relación con el turismo y las ciudades intermedias para recordarnos que hemos descuidado la ecuación entre población, territorio y desarrollo, y que el error nos está pasando factura. Chuquisaca es el departamento con la evidencia más patética por el severo despoblamiento rural, el cambio climático que modifica el régimen productivo y las limitadas oportunidades de crecimiento y desarrollo que tiene la población.
En el Centro para la Participación y el Desarrollo Humano Sostenible (Cepad) estudiamos cómo café, turismo y producción ofrecen respuestas alentadoras que se multiplican y adquieren otra dimensión si se colocan en contexto. Poniendo en valor el café, reconforta saber que la gobernación de Pando junto con la Fundación Educación para el Desarrollo (Fautapo) iniciaron el 22 de abril la siembra de 120.000 plantines en siete municipios del departamento; paralelamente, en Cochabamba, el viernes 28 se realizará un primer conversatorio para explorar la cadena de valor del café, en el que participan productores y baristas que conocen sus potencialidades.
Como dice Gabriela Rosa, una de sus promotoras, este es el momento para orientar, educar y confiar en el crecimiento del sector y de Bolivia. Mariana Iturralde, productora de Café Takesi, compartió que Bolivia se abre puertas en el exterior pues en Dinamarca, un barista usó el café Takesi para la competencia nacional de preparación de café filtrado (Brewers Cup), ganó y ahora se prepara para la competencia mundial que se realizará en junio, en Atenas, donde asistirá con el café boliviano.
La semana antepasada estuve en Magdalena, Trinidad, San Ignacio de Moxos y Ascensión de Guarayos, comprobando la respuesta proactiva de personas y comunidades que quieren desarrollarse y vivir con dignidad. A la propuesta de producción de café se suman las del chocolate, la piña, la palma de chonta o el aceite de cusi. Aparece una esperanza cuando escuchamos al alcalde de Magdalena, Doni Chávez, a Juan Carlos Abularach, alcalde de San Ignacio de Moxos, o a Robert Schock presidente del concejo municipal de Ascensión, comprometerse con los productores y asumir iniciativas desde el sector público para lograr resultados con las potencialidades de la gente en el territorio.
Y hemos conocido que Pedro Rodríguez de Café Buena Vista, ha asistido en República Dominicana y Panamá a encuentros de productores para seguir perfeccionando procesos y hacer conocer lo nuestro.
Este relato productivo, parece de otra Bolivia...
Después de la actividad en Sucre organizada por la Universidad San Francisco Xavier y la gobernación, el viernes 28 me reuniré en Camargo con el gobierno municipal y productores para hablar de turismo, uva y café. Una visita a la Viña San Pedro, donde nació el singani, demostrará que lo encontrado en otras regiones es posible desarrollarlo en Chuquisaca. He conocido los documentos iniciales del Plan Chuquisaca 2030, propuesta de la gobernación que plantea un modelo de desarrollo sostenible. Cuando se apruebe y sea asumido como alianza público/privada, servirá de Ruta Crítica para reorganizar las capacidades departamentales.
La mayor oportunidad para Chuquisaca, en estos momentos, la ofrece el bicentenario; hasta el año 2025, los chuquisaqueños deben ser los protagonistas de la memoria histórica libertaria y de propuestas de desarrollo. Como ocurrió hace 200 años, el departamento debe reposicionar el debate del futuro, construirlo para enamorar y convocarnos, a Bolivia y su gente, para recorrerlo juntos. La construcción de esta narrativa debe sumar experiencias y acciones que recuperen y administren el liderazgo histórico y cultural.
Pensando en los municipios y para acompañar el desarrollo departamental, sugerimos construir una red de ciudades intermedias que lo cubran con servicios dignos y suficientes desde Sucre, Zudáñez, Monteagudo, Camargo y San Lucas. Es necesario aprovechar el turismo de manera estratégica, demandando coordinación con el gobierno central y los niveles territoriales; constituir una administración del territorio con autoridad y capacidad; reconocer que Bolivia es un destino muy caro e implica precios muy altos comparados con los destinos del vecindario, por lo que debe ofrecer productos de excelencia y únicos; y, finalmente, poner en práctica otra forma distinta de protestar, que supere el bloqueo de caminos y el cierre de carreteras.
El reto por la Chuquisaca histórica, productiva y turística, es provocador.
El autor es director de Innovación del Cepad