Son más de cuatro meses que el BCB oculta datos sobre las reservas internacionales. Continúa la escasez de dólares. Mientras tanto, sigue la cortina de humo del banco chino y los yuanes como solución a la crisis de las divisas. Nunca mejor la expresión: puro cuento chino.
Bolivia tiene un déficit comercial con China de 1.700 millones de dólares, pues en 2022, exportó 800 millones a ese país e importó 2.500 millones. Los 1.700 millones de dólares son 12.000 millones de yuanes.
Si comenzamos a transar en yuanes con los chinos, Bolivia debería tener un préstamo anual de 12.000 millones de yuanes o recibir ese valor por las exportaciones de gas, minerales, oro o soya de nuestros socios, como Brasil o Argentina en yuanes, o salir a comprar yuanes, en el mercado internacional de monedas, para lo cual necesitaría dólares.
Bolivia no conoce sus reservas desde hace cuatro meses. No sabemos cuántos dólares tenemos, si hemos vendido el oro, a cuánto y cuánto hemos gastado, no sabemos cuánto hemos utilizado de los Derechos Especiales de Giro (DEG), si lo hemos en dólares o ya en yuanes.
En este contexto es que salen estas cortinas de humo de parte del Gobierno ante posibilidades que podrían funcionar en el mediano y largo plazo, y tal vez sólo en el comercio bilateral con China.
Para aplicarse la figura, tendrían que cambiar muchas cosas. Somos deficitarios en términos comerciales.
Bolivia necesita importar diésel de Venezuela o harina de Argentina. ¿Aceptarán que les paguemos con yuanes? ¿Nos aceptarán yuanes si vamos de vacaciones a Cancún?
Nos guste o nos guste, el grueso del comercio exterior boliviano, latinoamericano y mundial se negocia en dólares. El resto es cuento chino.