El vicepresidente del Estado Plurinacional de Bolivia, David Choquehuanca Céspedes (Huarina, La Paz, 1961) es el mejor representante del doble discurso que defienden el Movimiento al Socialismo (MAS) y grupos autodenominados “pachamamistas” desde hace 40 años. Palabras transformadas en acciones desde enero de 2006 cuando asumieron el control del gobierno central, después de participar en elecciones democráticas liberales. Acciones que han hundido a la patria en humo y sequía.
Choquehuanca, con un bolo de coca en la boca, junto con el presidente Luis Arce y el ministro Edgar Montaño, dan la bienvenida a los turistas en gigantografías que cercan el aeropuerto Viru Viru, en Santa Cruz. En vez de imágenes de la belleza de la naturaleza diversa, el visitante se encuentra con este trío rompiendo una vasija. ¿Representan a Bolivia? ¿Qué pasará cuando cambien al ministro agitador de turbas? ¿Es Choquehuanca el rostro de los originarios de estos territorios?
David Jekyll, el antiguo dirigente sindical habla de la Madre Tierra, del respeto a la diferencia, de la obediencia a las bases. Conmueve a guardianes de ONG, a religiosos antropólogos, a mujeres sensibles, a la prensa argentina. Se presenta amable y conciliador.
En las últimas semanas, seguramente con fondos públicos, está en campaña en varias radios urbanas. Convoca con voz grave a la unidad, a las bases, “sin ellas no somos nada”. En su último mensaje al país repitió sus líneas de otros momentos: reconciliación, respeto, unidad.
David estudió en una escuela rural la primaria y la secundaria. Como muchos jóvenes campesinos no logró vencer ni el primer año en la Normal Simón Bolívar. En cambio, consiguió ser dirigente estudiantil y desde hace 40 años se dedica a la política. Aunque no tiene títulos de pregrado, consiguió apuntarse en diplomados. También recibió formación en Cuba y liderizó un programa de una ONG, cuyos colegas obtuvieron puestos públicos a su lado.
Transforma su nombre de origen bíblico en aimara “Llawi Chuquiwanka Sispiris”, aunque es difícil encontrar sustento de ese giro. Mandó cambiar las manecillas del reloj del Palacio Legislativo, como un signo snob más que científico y sin aparente relación con el “vivir bien”.
Aunque fue ministro de Relaciones Exteriores durante varios años, no era el responsable de la política exterior. Parecía el típico florero de adorno. En 2011, pudo ayudar a los indígenas de tierras bajas que defendían el bosque y el pulmón de Bolivia, pero se volvió Sr. Hyde y sirvió para la trampa represiva en Chaparina.
En la ciudad habla del Vivir Bien; en sus múltiples giras por el campo alienta el odio. No conozco un seguimiento a todos sus paseos financiados por la Vicepresidencia. Cuando algún periodista o algún asistente reproduce sus palabras, él intenta justificarse. Por ejemplo, cuando insiste que el estudio no es importante o cuando afirma que los citadinos son flojos y no se cortan ni el cabello.
En entrevistas, bajo la personalidad de Jekyll habla constantemente de la Madre Tierra. Cuando asoma su doble de Hyde no hace nada para frenar las políticas de Estado de Evo Morales y de Luis Arce/Edmundo Novillo para incendiar la floresta. Es corresponsable de las normas aprobadas para alentar que avasalladores quemen pastos y montes para traficar con la tierra.
En la Vicepresidencia funciona una Unidad para la Defensa de la Madre Tierra, sin que se sepa qué hace o cómo sus actividades contrastan con los beneficios que se dan a los señores feudales del oro para que avasallen áreas protegidas.
El Sr. Choquehuanca Hyde no se interesa por mantener una presencia respetuosa cuando preside la Asambla Plurinacional. Hosco, silencioso, sin argumentos, observa escondido en una chamarra oscura, como si estuviese en una terminal de buses.
En torno a su figura se ha tratado de crear el mito de que los indígenas llegaron al poder. Los hechos demuestran que Choquehuanca está lejos de representar la cosmovisión armoniosa y amable de los nativos, sobre todo la personalidad de los de tierras bajas.
Su ignorancia en varios asuntos se esconde con el discurso del racismo, pretexto que usan muchos para disimular desaciertos. El año pasado publicó un libro sobre la “Geopolítica del Vivir Bien”, donde firma con la personalidad de Jekyll describiendo un hermoso mundo. En las recepciones, el Sr. Hyde obliga a los diplomáticos a escucharlo cantar.
En las próximas elecciones, los bolivianos no podemos elegir a líderes con doble personalidad. El país necesita representantes de la totalidad del territorio, que puedan sentirse tranquilos en un campamento minero o en una cena ejecutiva, que disfruten del calor sin disfraces. Basta de puñaladas traperas escondidas en cofres de espejos rotos.