La indignación general que causó la presentación de los resultados preliminares del Censo 2024 es el resultado de la desconfianza ciudadana en el gobierno, el rechazo a la manipulación y al uso político de la información pública, y la confirmación de la ineficiencia de las instituciones encargadas de la actualización, procesamiento y publicación de los datos que maneja el Estado Plurinacional.
Más allá de las cifras inconsistentes y poco creíbles expuestas histriónicamente por el director del INE el pasado 29 de agosto, llama la atención los argumentos que utilizó para intentar justificar una diferencia tan grotesca (9%) entre sus propias proyecciones anteriores y los datos publicados ese día.
Arandia responsabilizó primero a los fallecimientos en la pandemia de 2020, que, según su propio cálculo, habrían alcanzado a 147.000, aunque las cifras oficiales señalan que fueron 22.000, una diferencia de 668%. El funcionario fuerza una conclusión basada en la pregunta sobre el conocimiento de algún deceso cercano a los consultados y no en datos comprobados.
También se refiere a la tasa de fecundidad que en 2012 era de 3,08 hijos en promedio y habría descendido a 2.1 en 2023, según el propio INE. Intencionalmente omite mencionar a los factores que incidieron en un aumento de la población como el índice de esperanza de vida que, según sus propios datos, subió de 66 a 72 años en el mismo periodo; al saldo entre nacidos y fallecidos en los últimos 12 años; y la disminución de la mortalidad materna e infantil que el propio gobierno sostiene.
Señala también que los matrimonios a mayor edad y los divorcios (sic) son causales de la ralentización del crecimiento poblacional. La afirmación cae por su propio peso ya que establecer una relación causal entre la maternidad y el matrimonio resulta absurda e inconsistente. Finalmente, aduce a una supuesta migración masiva que, sin embargo, no está registrada en ninguna fuente y que pudo haberse notado en la disminución de la cantidad anual de estudiantes, el padrón electoral o la oferta laboral.
En Bolivia, el problema de la manipulación de cifras no empieza con este Censo ni se limita a los datos poblacionales. De hecho, en el mismo proceso llevado adelante en 2012, el Gobierno publicó tres cifras diferentes sobre la cantidad de habitantes. Primero afirmó que éramos 10.389.903, luego bajó a 10.027.254 y finalmente cambió a 10.059.856. El departamento más perjudicado fue Santa Cruz, al que se le disminuyó arbitrariamente de 2.776.244 habitantes a 2.657.762, lo que afectó no sólo el número de parlamentarios que le correspondía, sino la asignación por coparticipación tributaria.
Al margen del Censo, hay muchas pruebas del uso político y engañoso de las cifras oficiales como el índice de inflación que, de acuerdo al INE, es de apenas 3%, el índice de desempleo que según el Gobierno es de sólo el 4%, la atención en salud que llegaría al 100%, todas ellas, desmentidas por la realidad.
Pero también se ocultan datos esenciales como las Reservas Internacionales Netas, difundidas sólo cuando al Banco Central le conviene, el déficit fiscal 2023 que el gobierno se niega a publicar, la cantidad de reservas de gas, escondidas desde meses atrás, el estado financiero de las empresas públicas, los acuerdos secretos con Rusia, China o Irán, entre muchos otros.
La decisión de alterar las cifras del Censo 2024 podría tener muchas finalidades. Inicialmente trata de mantener sin cambios la distribución de escaños y de recursos, pero, sobre todo, busca ocultar el fracaso del modelo económico que en 18 años no ha disminuido la pobreza ni mejorado los índices de bienestar, lo que podría revelarse con los datos recogidos en este evento. Si se demuestra que el INE manipuló las cifras generales de población, no habrá duda de que ajustó también otros datos igualmente cruciales del registro censal.
Debemos entender que la información que se obtiene de un censo es esencial para la planificación y distribución de recursos, formulación de políticas públicas, configuración de la representación parlamentaria, investigación y análisis económicos y sociales, determinación de índices de desarrollo humano y conocimiento del mercado.
Por eso mismo, no podemos prescindir de esta investigación ni permitir que los datos que registra sean manipulados o falseados por decisiones políticas. Aceptar como válidos los resultados sin un proceso de fiscalización y análisis sobre su consistencia y veracidad nos va a condenar a seguir planificando sobre bases endebles e irreales.
Ante la gravedad del problema y la imposibilidad de que el INE se investigue a sí mismo, es urgente una intervención a esta institución y una fiscalización técnica profunda al proceso censal, que esté dirigida por un equipo multidisciplinario integrado por entidades de la sociedad y organismos internacionales, evitando la injerencia política y realizando los ajustes y las rectificaciones que fueran necesarios.
GARY ANTONIO RODRÍGUEZ
Se había dicho que el año 2024 iba a ser complicado para el país en lo económico, político y social, pero ¿alguien se imaginó por todo lo que íbamos a pasar? Como dije alguna vez, “el largo plazo en Bolivia no existe”, ya que vivimos casi con el Jesús en la boca, sin saber lo que pasará mañana. ¿Es o no es así?
Se había dicho que el año 2024 iba a ser complicado para el país en lo económico, político y social, pero ¿alguien se imaginó por todo lo que íbamos a pasar? Como dije alguna vez, “el largo plazo en Bolivia no existe”, ya que vivimos casi con el Jesús en la boca, sin saber lo que pasará mañana. ¿Es o no es así?
Hace algunos años, en círculos de activistas, intelectuales, escritores, influencers y así, se suscitó un extendido debate sobre el dictamen, realizado por Silvia Rivera, acerca de que Evo Morales no era indígena. El dictamen formulado por la conocida socióloga en una universidad mexicana versaba más o menos así:
Hace algunos años, en círculos de activistas, intelectuales, escritores, influencers y así, se suscitó un extendido debate sobre el dictamen, realizado por Silvia Rivera, acerca de que Evo Morales no era indígena. El dictamen formulado por la conocida socióloga en una universidad mexicana versaba más o menos así:
El lunes se recordó el 183 aniversario de la Batalla de Ingavi, un episodio histórico que fue motivo para la creación del Himno Nacional de Bolivia.
Con el poco estudio que se hace del pasado, la manera de conmemorar ese capítulo de la historia es más bien simplista, aunque son varias las voces que señalan que con esa batalla se consolidó la independencia de Bolivia.
El lunes se recordó el 183 aniversario de la Batalla de Ingavi, un episodio histórico que fue motivo para la creación del Himno Nacional de Bolivia.
Con el poco estudio que se hace del pasado, la manera de conmemorar ese capítulo de la historia es más bien simplista, aunque son varias las voces que señalan que con esa batalla se consolidó la independencia de Bolivia.
EDWIN CACHO HERRERA SALINAS
Cruza todos los sectores, actividades, credos, ideologías, grupos etarios, clases sociales y áreas geográficas. El no saber qué pasará con la economía, la política y la vida en sociedad a corto plazo tiene a muchos sin poder dormir, desde quienes tienen a su cargo la economía familiar hasta quienes tienen bajo su responsabilidad grandes inversiones privadas o decisiones institucionales cruciales para el futuro inmediato del país. La incertidumbre está carcomiendo a los bolivianos.
Cruza todos los sectores, actividades, credos, ideologías, grupos etarios, clases sociales y áreas geográficas. El no saber qué pasará con la economía, la política y la vida en sociedad a corto plazo tiene a muchos sin poder dormir, desde quienes tienen a su cargo la economía familiar hasta quienes tienen bajo su responsabilidad grandes inversiones privadas o decisiones institucionales cruciales para el futuro inmediato del país. La incertidumbre está carcomiendo a los bolivianos.
La primera vez que supe de Michael Moore fue en 2001, cuando publicó su ensayo que da título a esta columna, “Estúpidos hombres blancos”. Una crítica profunda al sistema político estadounidense, donde los ricos se vuelven más ricos, mientras la sociedad de clase media vive en constante temor a los resultados económicos. Moore, mete el dedo en la llaga de la hipocresía de una sociedad descarnada.
La primera vez que supe de Michael Moore fue en 2001, cuando publicó su ensayo que da título a esta columna, “Estúpidos hombres blancos”. Una crítica profunda al sistema político estadounidense, donde los ricos se vuelven más ricos, mientras la sociedad de clase media vive en constante temor a los resultados económicos. Moore, mete el dedo en la llaga de la hipocresía de una sociedad descarnada.
Donald Trump es el epítome de la imagen descrita en el libro The Ugly American (El estadounidense feo), escrito en 1958 por Eugene Burdick y William Lederer, una de las novelas políticas norteamericanas más influyentes y que describe los fracasos del cuerpo diplomático de EEUU en el sudeste asiático.
Donald Trump es el epítome de la imagen descrita en el libro The Ugly American (El estadounidense feo), escrito en 1958 por Eugene Burdick y William Lederer, una de las novelas políticas norteamericanas más influyentes y que describe los fracasos del cuerpo diplomático de EEUU en el sudeste asiático.
CARLOS DERPIC SALAZAR
El 11 de noviembre de 1924, durante el pontificado de Pio XI, mediante la bula Praedecessoribus Nostris, se erigió la diócesis de Potosí, obteniendo su territorio de la arquidiócesis de La Plata, que a su vez asumió el nombre de arquidiócesis de Sucre.
El 11 de noviembre de 1924, durante el pontificado de Pio XI, mediante la bula Praedecessoribus Nostris, se erigió la diócesis de Potosí, obteniendo su territorio de la arquidiócesis de La Plata, que a su vez asumió el nombre de arquidiócesis de Sucre.
Muy poca gente cree hoy que el mentado “proceso de cambio” del que se ufana Evo Morales y al que apela desesperadamente Arce Catacora mostrará visos de ser un proyecto exitoso.
La percepción generalizada es que fue un intento frustrado que bien pudo ser el verdadero punto de inflexión entre dos momentos de la historia nacional: el del Estado nacionalista que inauguró el MNR en 1952 y el que intentó construir el MAS.
Muy poca gente cree hoy que el mentado “proceso de cambio” del que se ufana Evo Morales y al que apela desesperadamente Arce Catacora mostrará visos de ser un proyecto exitoso.
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EMILIO MARTÍNEZ CARDONA
El exministro de la presidencia y otrora “hombre fuerte” del régimen de Evo Morales, Juan Ramón Quintana, dijo que “no será un blanco fácil” y que no se pondrá frente a ninguna “mira telescópica”, en alusión a sus conflictos con la facción gobernante del MAS y a las indagaciones de las que es objeto por la organización del reciente ciclo de bloqueos, donde se detectó armamento y lo que se podría calificar como una incipiente estructura preguerrillera.
El exministro de la presidencia y otrora “hombre fuerte” del régimen de Evo Morales, Juan Ramón Quintana, dijo que “no será un blanco fácil” y que no se pondrá frente a ninguna “mira telescópica”, en alusión a sus conflictos con la facción gobernante del MAS y a las indagaciones de las que es objeto por la organización del reciente ciclo de bloqueos, donde se detectó armamento y lo que se podría calificar como una incipiente estructura preguerrillera.
Después del triunfo acaso lógico, quizás esperado o tal vez natural, pero también sorprendente del MAS de Evo Morales en 2006, incluido un récord significativo de votación (53,72%) que algunos atribuyeron al embajador de EEUU de aquel entonces, de quien Evo decía que era su mejor “jefe de campaña”, el país ingresó en otra etapa de su historia.
Nunca antes un partido, aparentemente socialista y nunca antes un hombre sin títulos y aparentemente indígena genuino había llegado a la presidencia.
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Nunca antes un partido, aparentemente socialista y nunca antes un hombre sin títulos y aparentemente indígena genuino había llegado a la presidencia.