Las escenas que nos llegan a través de las redes y los medios de comunicación de lo que acontece en Santa Cruz, en la Chiquitanía, o en Bajo Paraguá de las llamas avanzando por doquier, arrasando todo lo que encuentran a su paso, entristece y una especie de desolación nos invade.
El fuego devasta y consume todo a su paso, a la manera de castigo o lección para una especie como la nuestra, que destroza y atenta contra su medio ambiente. ¿Habrá alguna otra especie animal que quema, ataca y hace insostenible el medio que la circunda?
Los incendios provocan una crisis múltiple tanto ambiental como social, económica, cultural.
El fuego consume todo a su paso: osos hormigueros, tigrillos, jochis, tatús, monos, zorros, petas, vacas, en definitiva, las imágenes dan cuenta de animales que mueren calcinados ante la imposibilidad de escapar del fuego.
Las fuentes de agua, bebederos, lagunas entre otros, están siendo afectadas de manera severa porque las cenizas han drenado en los reservorios contaminándola y convirtiéndola en tóxica para el consumo humano y animal.
Para las comunidades indígenas que dependen de la tierra para obtener alimentos, los incendios destruyen grandes áreas de bosque afectando la biodiversidad de la cual dependen para cazar, pescar, por tanto, la seguridad alimentaria está en riesgo.
La calidad del aire en las áreas circundantes a los incendios es pésima, los altos niveles de contaminación del aire por gases como el monóxido de carbono, generan afectaciones en la salud como la conjuntivitis, infecciones respiratorias y otras relacionadas con el consumo de agua contaminada.
Los niños, y adolescentes que habitan los municipios y territorios indígenas afectados no pueden asistir a sus centros educativos. La situación es insostenible. El pueblo chiquitano realizó una marcha en protesta y demanda a las autoridades para que den una mayor atención a los incendios que los está expulsando de su territorio. Paradójicamente, los indígenas, que no tienen responsabilidad de los incendios son quienes sufren las mayores consecuencias en el corto, mediano y largo plazo. ¿Se imaginan la cantidad de años que tiene que transcurrir para que el hábitat se regenere? ¿Podemos pensar en lo débil que quedará la tierra, el suelo con semejante calor recibido y lo difícil que será sembrar a futuro?
Cada año la pérdida de biodiversidad a causa del fuego es un verdadero apocalipsis ecológico, con consecuencias irreversibles. Cada incendio que consume bosques milenarios destruye hábitats y deja en cenizas millones de años de evolución. Que nos quede claro, que la pérdida de biodiversidad tiene un impacto severo y multifacético. Un sinfín de animales pequeños y grandes que pierden sus refugios, sus fuentes de alimento. La desaparición de especies clave que altera y afecta todo el ecosistema.
Diversos informes señalan que estamos cerca de que se repita la situación de 2019. En el continente un dato que nos brinda Fundación Tierra indica que sólo Brasil supera a Bolivia en superficie quemada entre todos los países que tienen bosques tropicales. Brasil reportó 11,4 millones de hectáreas quemadas, mientras que Bolivia reportó 4 millones, casi la mitad de lo que lo hace Brasil. Sólo que este país, es casi ocho veces más grande territorialmente que nuestro país. De esta manera, es alarmante la cantidad de focos de calor y la voracidad del fuego a la que nadie la detiene.
En tanto el oriente arde, las pulsetas por el poder en sede de gobierno sólo demuestran la miseria de las autoridades y políticos, que apuestan además por un tipo de desarrollo depredador. Santa Cruz no tuvo nada que festejar, y si no se cambia, el modelo económico del que tanto se enorgullece, en septiembre de cada año, el apocalipsis estará mucho más cerca.