Las ideas que tenemos los occidentales sobre China están marcadas por las noticias más recurrentes, el desconocimiento o los recuerdos de hace décadas y se desarman o dan lugar al asombro —según los casos— al estar en ese país. También sorprende la manera cómo ha evolucionado la mirada que tiene “el mundo” hacia el Estado más importante del lejano oriente.
Sorpresa y descubrimiento, lo que este artículo considera no pasa por los numerosos análisis geopolíticos y económicos que abundan sobre la República Popular China y su dimensión planetaria actual en esos campos, sino de las impresiones que tienen de ese país una periodista cochabambina del periódico Los Tiempos y un cineasta y diplomático hispano colombiano, y de las observaciones de una académica francesa titular de la cátedra Historia intelectual de China, en el College de France.
DESMENTIDOS
“El comentario que voy a hacer viene desde una experiencia muy personal que me ha llevado a desmentir las ideas con las que yo había llegado”, dice vía WhatsApp Dara Calustro, periodista de Los Tiempos que está en Pekín desde mediados de agosto y hasta diciembre, participando de una formación en el Centro Internacional de Comunicación de Prensa de China.
La primera de esas correcciones en la percepción que Calustro tenía de China se refiere a sus ideas acerca de la contaminación ambiental. “Supe, antes de venir, de comentarios acerca de que Beijing es una ciudad contaminada, que toda China, en realidad, es un país muy contaminado porque es muy industrializado. Evidentemente se escuchaba ese tipo de noticias hace 20 años, 25 años. Y también que tenían aguas negras en sus ríos, y el aire era completamente irrespirable. Sin embargo, China tiene hoy un cielo completamente celeste, tiene una de los sistemas más limpios del mundo para la producción de energía”, comenta la periodista cochabambina.
El periodicodelaenergia.com corrobora esa percepción. “En la última década, China ha desplegado más tecnologías de energía limpia que todos los demás países juntos”, afirma ese sitio especializado en un artículo publicado el último martes.
Calustro agrega que “la normativa impone que todas las fábricas e industrias chinas sean por lo menos en un 90 por ciento amigables con el medio ambiente. Y eso se refleja en el cielo de las ciudades más comerciales y, entre comillas importantes, que he visitado, como Chengdú, Beijing, Shanghái, que tienen un cielo asombrosamente azul y unos corredores verdes por donde uno mire. Las ciudades son completamente verdes, hay espacios completamente amigables con el medioambiente y construidos con una visión de no afectar esa coexistencia del hombre con los árboles, las plantas y los animales silvestres”. Sin embargo, “China sigue siendo el mayor emisor de CO₂ (dióxido de carbono) del planeta y tiene una enorme dependencia del carbón”, recuerda el sitio motorpasion.com
TECNOLOGÍA
El “otro punto que he desmentido personalmente es la visión de que, por ser un país muy tecnologizado, la vida es prácticamente robótica, con tecnología por todo lado”, dice la periodista de Los Tiempos.
Y agrega: “Evidentemente es así, pero eso no significa que los habitantes hayan perdido su calidad humana ese es un prejuicio”. “He vivido también en carne propia cómo las personas, pese a su avanzada tecnologización, se aferran a su cultura, a sus tradiciones. Es impresionante cómo las infraestructuras más imponentes en tecnología mantienen características de su milenaria cultura, en pintura, en diseño, en arte”, comparte.
“Sé que China está en camino de ser el primer país que va tecnologizar los pagos por completo, casi está desapareciendo el pago en efectivo. Pero eso no disminuye el valor que tiene para los chinos su cultura, sus fiestas, sus vestimentas típicas, sus colores”, menciona.
Además, añade que “es un país de gente amable. Son personas muy gentiles, uno se asombra de que sean tan confiadas, tan amables, que te tiendan la mano sin preguntarse quién eres. Y, pese a que un gran porcentaje de la población es atea, son muy respetuosos con el budismo, con las demás religiones, con los templos”.
Y un tercer punto es su gastronomía: “He quedado encantada con la comida china, es muy variada, tiene tantas opciones, tantas variedades. Es impresionante, yo creo que ni en un año llegas a conocer toda la gastronomía china. Y si bien no se quiere consumir comida china, hay muchísimas variedades de comida occidental, también hay comida rusa, turca”.