Con casi una década en Cochabamba, Mouzer Rafael, de origen brasileño, logró construir una marca reconocida en el mundo del estilismo, y su historia es una muestra de perseverancia, pasión y agradecimiento hacia la comunidad que lo ha acogido.
Mouzer llegó a Bolivia con el sueño de estudiar Medicina, una aspiración que tuvo desde su infancia. Sin embargo, la realidad financiera en Brasil hizo que este anhelo se viera complicado. “Desde niño, siempre quise estudiar Medicina, pero al final entendí que, siendo práctico, el cabello era el camino para pagar la universidad”, cuenta.
En 2014, una amiga lo motivó a mudarse a Cochabamba, donde vio una oportunidad no sólo para estudiar, sino también para explorar su interés por el estilismo. “Cochabamba me abrió las puertas”, recuerda. Fue entonces que comenzó su camino desde cero e ingresó a la universidad, en un país que le era completamente desconocido.
Mouzer se graduó de Medicina, ahora busca especializarse en medicina estética, y también se consolidó como uno de los mejores estilistas expertos en mechas en el departamento. “Las dos son mis pasiones, me siento bastante dividido, tengo amor por el estilismo y tengo amor por la Medicina, los dos me tocan y busco el equilibrio, hacer un poco de los dos, que es lo que quiero”, expresa.
UN CAMINO INSPIRADOR
El inicio no fue nada fácil. Mouzer llegó al país con casi 30 años, “mil dólares, una plancha, un secador y un gran sueño”. También atesoraba una promesa con su padre, quien lo iba a acoger en la parte financiera si no le iba bien. “Fue algo que me mantenía tranquilo porque tenía a alguien a quien acudir ante cualquier situación”, indica.
Mouzer recuerda que los primeros meses fueron un gran reto. “Empezar desde cero es complicado, especialmente en un país donde no conoces a nadie”, dice. Sin embargo, encontró en Cochabamba un ambiente acogedor que le permitió adaptarse rápidamente. “La gente me acogió, me abrazó, respondió a mi trabajo y realmente me sentí en casa”, recuerda.
Sus primeros trabajos de peluquería los realizó en su primer departamento, que lo compartía con un amigo, el cual tuvo que tolerar muchas situaciones, ya que las clientas iban y se realizaban tratamientos en la sala y baño; también el horario concurrido no lo dejaba descansar, a lo que Mouzer agradece la paciencia y apoyo que le brindó.
Uno de los momentos más difíciles de su vida ocurrió apenas cuatro meses después de llegar a Bolivia, cuando su padre enfermó gravemente hasta que el cáncer acabó con su vida. Este evento lo llevó a cuestionar su futuro. “Había perdido la seguridad que tenía de seguir con mi sueño y mucha gente me preguntaba cuándo volvería a Brasil, pero decidí no volver y seguir”, comenta. Para Mouzer se pueden tomar las cosas malas de la vida de dos formas: como una puerta cerrada o como un impulso a seguir con lo planeado.
UNA CONEXIÓN ESPECIAL
La conexión emocional que siente por Cochabamba es evidente. A pesar de ser extranjero, nunca ha sentido que no pertenece a este lugar. “Siempre me he sentido parte de Cochabamba y estoy muy agradecido. Creo que la mayor dificultad de ser extranjero es intentar adaptarse, pero yo no sentí esa dificultad aquí”, expresa con orgullo.
¿Cómo empezó a conocerlo la población? Mouzer relata que una clienta brasileña casada con un boliviano ayudó a propagar su trabajo a través de las redes sociales. “No tenía grandes planes, pero todo fue bastante natural, no había un gran plan por detrás, solamente había buena voluntad, talento y ganas”, explica. Fue entonces que empezó a recibir numerosos mensajes en su perfil de Facebook de interesadas en sus servicios tras la publicación de algunas fotos de su trabajo.
La filosofía de Mouzer en el estilismo se basa en la adaptación y la conexión con sus clientes. “Lo que sabía sobre cabellos no siempre funcionaba aquí porque vi la necesidad de desarrollar una técnica que fuera capaz de entregar un cabello bonito sin perder el color, que era el gran reclamo que compartían mis clientas”, menciona. Para él, cada clienta es una oportunidad para crear algo único.
Además, destaca la importancia del arte en su trabajo: “Todo artista busca la alegría del cliente al final del proceso”. Esta pasión por transformar la apariencia de las personas va más allá del simple acto de peinar; es una forma de devolverles la confianza y autoestima, y esa alegría da un sentimiento de satisfacción después de ver los resultados en cada cliente en particular, subraya Mouzer.
MUCHO POR CONTAR
Con casi 10 años en Cochabamba, el estilista reflexiona sobre la evolución del mundo del estilismo tanto en Bolivia como en Brasil. Mouzer se siente afortunado de haber llegado en un momento donde la gente busca calidad y novedades en el sector belleza. Su objetivo es continuar elevando los estándares y dejar un legado significativo. “Quiero que la gente entienda lo que es calidad y que siempre esté conectada con lo mejor del mundo”, señala.
De su pequeño departamento, Mouzer pasó a tener un acogedor salón en el Paseo Aranjuez con el nombre de Rezzom Beauty, una marca con una gran historia por detrás. Desde la bienvenida hasta el final de cualquier trabajo, la profesionalidad y amabilidad de los trabajadores destaca. “Para cada cabello hay un pedido, hay un estilo”, remarca el estilista.
El ambiente amigable permite a cada mujer relajarse, disfrutar de su cambio de look y conversar, acompañada de aperitivos que deleitan su estadía. Cada espacio es designado a las clientas con su nombre escrito con labial en el espejo, dando una atención más personalizada y amena. En todo el proceso, Mouzer va guiando a sus profesionales para obtener un resultado perfecto.
El servicio estrella son las mechas, también hacen alisados, tratamientos capilares, tintes enteros, correcciones, estética como pedicura, manicura, depilaciones, micropigmentación de labios, entre otros servicios que Mouzer también busca fortalecer con su formación en medicina y especialización en medicina estética, para lo cual muy pronto viajará a Brasil.
El éxito de su equipo está en la conexión y el apoyo mutuo. Jhanet Vargas, responsable del salón, describe el ambiente como un espacio de “éxito total”, donde el crecimiento constante y el trabajo conjunto son esenciales. Por su parte, Yesenia Camacho, encargada de las mechas, resalta la persistencia y la paciencia de Mouzer, cualidades que lo convierten en un líder inspirador. Paola Peralta, con casi cuatro años en el equipo, subraya cómo el salón le enseñó a apasionarse por su trabajo, coincidiendo que Mouzer es una fuente constante de inspiración.
María Eugenia Guarachi, trabajadora desde hace un año, valora el enfoque detallista y la búsqueda de la excelencia de Mouzer, asegurando que su objetivo siempre es ver a las clientas felices. En tanto, Cecilia Peñaloza, con tres años en el área de maquillaje y asistencia, describe su experiencia como única. “Mouzer inspira a no rendirte nunca; su trayectoria y dedicación te motivan a crecer”, afirma. Incluso quienes llevan menos tiempo, como Zulma Villarroel, destacan el respeto y la paciencia que se respira en el salón. Mouzer Rafael no sólo brinda una atención dedicada a sus clientas, sino que también lo refleja en el equipo que lidera.
Tras cada experiencia vivida y lo que está por venir, Mouzer expresa su gratitud hacia Cochabamba y su gente. “Todo lo que he logrado ha sido gracias a ustedes, mi marca fue construida con Bolivia y Cochabamba”, señala. Mouzer Rafael no sólo ha construido un salón exitoso; ha creado una comunidad alrededor de su marca.
Su viaje desde Brasil hasta Cochabamba es una prueba de que los sueños pueden hacerse realidad con trabajo duro, talento y dedicación. En cada corte de cabello y cada sonrisa satisfecha, deja una huella imborrable en la industria de la belleza boliviana.