Es cada vez mayor el número de personas que tienen una expectativa de vida larga. El promedio de vida en muchos países se ha alargado entre los 70 y 80 años. Muchas personas aspiran a mantenerse saludables para envejecer libres de dolencias e independientes.
Para esto, muchos quieren mejorar su alfabetismo en salud. ¿Qué tipo de información obtener y dónde? Algunos visitarán al médico y otros buscarán en el internet. Ambas fuentes pueden tener información confiable y no confiable.
El personal de salud normalmente se mantiene al día con los nuevos conocimientos, pero no todos lo transfieren en buenos consejos basados en las evidencias científicas, sino que pasan los mensajes integrándolos a la costumbre, “siempre se hace …” “nuestras costumbres indican…”.
Las costumbres muchas veces son la base de la evidencia científica y dan buenas soluciones, pero no todas. Hay costumbres malas que causan daño y a pesar de que están enraizadas en las sociedades deberían dejarse de lado.
Por ejemplo, la medicalización de todo síntoma o enfermedad simple como el resfrío (costumbre), cuando el proceso de una simple gripe no se puede interferir ni con medicamentos (evidencia), ni con indicaciones de guardar reposo y limitar la alimentación hasta la total recuperación (costumbre), cuando muchos pacientes lo que requieren para recuperar fuerza y masa muscular son las caminatas y la alimentación completa y saludable (evidencia).
Se sabe que los medicamentos tienen efectos secundarios, pero igual se recetan porque la gente está “acostumbrada” a irse con algo de la consulta, no siempre por evidencia. Algunos profesionales del personal de salud indican que el paciente elige tomar medicamentos u otros porque siempre los tomó (por ejemplo, antibióticos) y piensa que el médico que no receta fármacos no es buen médico.
Al mismo tiempo, la costumbre carece de los fundamentos del conocimiento médico y, por lo tanto, sus recomendaciones —a diferencia de las de los profesionales de la salud— no se basan en la evidencia científica.
La evidencia científica avanza y quizás hasta modifica las prácticas de antes, es por ello que el personal de salud debe estar actualizándose permanentemente. En algunos países existen exámenes quinquenales que acreditan los conocimientos estructurales que poseen estos profesionales, para así poder asegurar la calidad de atención que brindan al paciente.
Hoy en día herramientas como la inteligencia artificial son una posible solución para mejorar el alfabetismo en salud de la población. Sin embargo, es importante verificar que la herramienta también esté recolectando datos basados en la evidencia científica y no en fuentes poco confiables.
La autora es PhD en economía internacional