Estaba yo empezando a leer el libro de Jeanine Áñez De puño y letra, donde se refiere a lo que la presidente padeció por algunas deslealtades que la condujeron al vacío, cuando de repente miré sorprendido en la televisión, cómo la Policía se quería llevar a Rómulo Calvo, a la fuerza, abusivamente, cuando éste salía del Palacio de Justicia de Santa Cruz, donde fue sentenciado a dos años de cárcel, por haber, dizque, ultrajado los símbolos patrios; concretamente a la wiphala, que, para los cambas, no representa nada.
Estas formas dictatoriales del MAS, de aprehender a las personas que le son adversas, se llama en todas partes del mundo: secuestro. Secuestro fue lo que sucedió con Jeanine Áñez cuando la arrancaron de su lecho en el Beni, con Marco Pumari atracado en la calle, y el más espectacular de todos, con el actual gobernador de Santa Cruz, Luis Fernando Camacho, al estilo Rambo. Ha habido otros secuestrados, por supuesto. Pero lo de Rómulo Calvo ya fue algo grotesco, sin nombre, a la vista de mucha gente que, valientemente, lo defendió, lo quitó de las manos de los policías, y lo salvó de estar ahorita en Palmasola.
Eso de que se ha ultrajado un símbolo patrio es un disparate supremo, porque se trata de un símbolo que durará mientras permanezca el MAS en el poder. En el oriente boliviano, salvo en alguna oficina pública, la wiphala no existe. No es cosa de querer imponer símbolos étnicos cuando en una sociedad no existe una homogeneidad étnica. El Gobierno dice que la wiphala se la tiene que reconocer porque eso manda la Constitución. Pero es que la Constitución dice demasiados disparates. La Carta Magna ordena a los bolivianos, por ejemplo, recuperar el mar perdido en la guerra con Chile. Porque diga eso la Constitución, Chile no nos va a devolver nada. Además de que los propios masistas se han encargado de sepultar todo lo que habíamos avanzado para llegar a algún acuerdo sensato sobre el tema con nuestros vecinos.
Sentenciar a Rómulo Calvo por el tema de la wiphala es un sinsentido absoluto, porque está a la vista que lo quieren matar civilmente con una sentencia ejecutoriada de carácter letal. En Santa Cruz nos reíamos al comienzo, pero vemos que al Gobierno esto no le causa gracia y que lo ve como algo irrebatible, que tiene que ser obedecido. No se dan cuenta de que están molestando a las personas; de que, si toman a Calvo, Santa Cruz puede movilizarse exigiendo su libertad.
Entonces, crecerá la ola del descontento, habrá bloqueos, concentraciones, los capos en el poder temblarán, dirán que hay un golpe de la derecha coaligada con el imperialismo, y se irán al exilio en el primer vuelo a llorar, en busca del cobijo de Maduro o de López Obrador. Mejor que no nos asfixien.