carlos Romero, exministro de Gobierno en el gobierno del cocalero Morales, dice que Bolivia está viviendo ahora la más grande corrupción de su historia.
Los talibanes, unos salvajes musulmanes, gobiernan ese país, pero ahora queda en evidencia que no son tan torpes ni tan desvergonzados como los “guerreros del arco iris” de Bolivia.
El caso de los 478 kilos de cocaína embarcados en BoA es un motivo de vergüenza nacional sólo superada por el festival de insensateces que comete el Gobierno cuando informa sobre el tema, o cuando se propone crear cortinas de humo.
Ha quedado claro ahora cuál es el método que usa el MAS para designar a los empleados de la línea aérea del “Estado plurinacional”: la policía ha encontrado que, de cinco trabajadores de BoA que ha investigado, cuatro tenían antecedentes con el narcotráfico.
Pero el grado de desvergüenza no tiene límites: se trata de inculpar al joven que manejó el tractor que arrastra los acoplados de la carga en el aeropuerto.
El contenedor había pasado ante los ojos de diez policías y ante las narices de cinco perros adictos, capaces de detectar la droga, pero el culpable era el conductor del tractor.
La lista de contradicciones y estupideces es interminable, como el cinismo del jefe, del caudillo, del jefazo y comandante de los cocaleros, que acusa a su pupilo de ser cómplice del narcotráfico. Un cinismo que pesa más de media tonelada.
Y luego está la lista de las cortinas de humo que se propuso crear el Gobierno, en sus diversas ramificaciones, para tratar de desviar la atención de la gente.
Asaltar la Asamblea Permanente de Derechos Humanos, traer militares venezolanos, lanzar a un funcionario desde el piso 14, hacer la payasada de vender electricidad a Argentina en una reunión pupilo-pupilo, ambos fracasados.
¿Qué más? Revelar que el Mutún está en manos de empresas chinas, así como el litio y el oro, podría servir, aunque sólo sea para que la gente se indigne por otra cosa y no por la vergüenza del avión plurinacional.
Hacer un juicio a quien decidió no reconocer una bandera como el arco iris a cuadritos, muy cariñositos, una bandera que en Perú dicen que es el mantel que usan las chifas.
Lo impresionante es que, en medio de este festín de imbecilidades, los jueces del cocalero siguen cumpliendo las órdenes que él les envía.
Y ambos, el mentor y el pupilo, no dejan de hacer campaña para las elecciones de 2025, seguros de que los votos verdaderos no serán contados.