Cuando uno estudia latín, siempre le dan los textos de Tito Livio (ab urbe condita) para que traduzca, y en una de ésas, se encuentra con la historia de la cloaca máxima, que es uno de los sistemas de alcantarillado más antiguos del mundo.
Se dice que la cloaca fue creada cerca del 600 a. C. por el rey Tarquinio Prisco, que era una especie de Bob el Constructor, pues hizo también el foro y edificó varios templos.
El hecho es que fue lo primero que quise ver en Roma, y, a diferencia de todos los demás sitios turísticos que siempre están llenos de gente, la cloaca estaba ahí vacía sin que siquiera alguien le tomara una foto. Está ahí, en medio de la gran ciudad y el Tíber todavía pasa por ella.
A veces nos admiramos mucho de las cosas extraordinarias y hermosas, pero a menudo, es lo simple, lo ordinario (en el sentido de que es lo que se ve en el día a día), lo que no queremos mirar, lo que suele significar una verdadera y trascendental transformación en nuestra calidad de vida.
Creo que ahora pasa lo mismo, ¿no? Estamos peleando por la wiphala, por cambas y collas, por quién será presidente en 2025, pero nos hemos olvidado de la contaminación terrible de las aguas, algo que nos va a cobrar factura. Bueno, así no más somos.
Tarquinius Priscus Forum et Cloacam Maximam facit et templa aedificabit. Vaya... todavía lo recuerdo.