En el campo político, la confrontación entre ciertos líderes llega a límites insoportables. En la frontera entre lo político y lo social, se ha creado un espacio impregnado de agresividad y que se expresa en intolerancia. Y en lo cotidiano, la vida comunitaria, actividades económicas, culturales, deportivas, sociales, necesitan una normalidad imprescindible para desarrollarse.
Algunos ejemplos elementales sirven para establecer la dimensión de lo que estoy hablando: ¿cómo podríamos explicar a ciertos políticos, a los que demandan o los que no dan soluciones, que no se puede pedir a las gallinas que posterguen la postura de huevos, o a las vacas que no produzcan leche, o a las plantaciones de quinua, soya, café, banana, piña, uva, tomate, que no maduren, porque hay bloqueos de caminos y sus frutos no podrán llegar al mercado? ¿Es tan difícil de entender para esos imbéciles de la política que el Pujllay es la fiesta más importante de Tarabuco y se lleva a cabo durante el tercer domingo de marzo, y la Feria del Queso en Cuevo se organiza el sábado de Semana Santa? ¿Que el Festival de la Orquídea en Concepción es el segundo fin de semana de octubre, cuando florece la Cattleya nobilior, y sólo el 21 de junio puede celebrarse el Año Nuevo Aimara?
¿Puede llegar a tanto la irracionalidad que, por cualquier motivo, justo o no, se cierren las carreteras? Los 85 años de la abuela Felicia, el Judas de Magdalena, la devoción a la Virgen de Chaguaya y la fiesta de Los Macheteros de Moxos el 31 de julio, ¿deben suspenderse porque hay un bloqueo indefinido? ¿Y qué hago cuando está por llegar el nacimiento de mi hija y no hay hospital en mi municipio?
Convengamos que un conflicto no es negativo en sí mismo sino en la forma de enfrentarlo. Petitorios sociales, cívicos o sindicales deben tener un procedimiento para que la autoridad dictamine en tiempo prudente o establezca la negociación que llegue a una solución concertada. Esta explicación, aplicada en sociedades civilizadas con autoridades competentes y ciudadanía responsable, podría servirnos para no suspender la planificación de actividades definidas por la naturaleza, de siembra, cuidados, cosecha, pariciones y nacimientos, y permitiría la satisfacción de nuestras necesidades considerando, además, que siempre se llega a soluciones, así sean milagrosas.
Hemos agudizado el ingenio y encontrado dos instrumentos que pueden ayudar a mitigar la frustración a la que nos puede arrastrar este agitado 2024. El primero se refiere a una consciencia y voluntad colectiva que convierte a los municipios en destinos turísticos; la metáfora propuesta por el Centro para la Participación y el Desarrollo Humano Sostenible (Cepad): que “todo territorio tiene su orquídea y hay que buscarla, identificarla o crearla”, se la repite y la gente comprueba que efectivamente es así. Resulta que el turismo es un trabajo que obliga a una alianza entre más de 20 actores públicos y privados para lograr el objetivo que las personas, libremente, coman, duerman, vayan y vengan por el territorio para visitar y gozar lo que ofrecemos como valioso.
El segundo lo está proponiendo el Gabinete del Bicentenario de la Gobernación de Chuquisaca. El miércoles 6 de agosto del año 2025, es una fecha que expresa la voluntad de independencia, democracia, justicia y libertad a la que se comprometieron por nosotros quienes lucharon hace 200 años, siendo hoy las autoridades de Chuquisaca, las encomendada por el Estado para organizar los festejos.
Chuquisaca está planteando abrir el territorio a nosotros y a los habitantes del mundo, para que vivamos juntos la fiesta. Eso quiere decir sosegar el espíritu y poner en valor las riquezas humanas, históricas, patrimoniales, gastronómicas, culturales; quiere decir organizar rutas y circuitos; ofrecer nuestros caminos para que sean trajinados gozando de la cultura, otra vez, desde Salta, Tucumán, Córdoba, Jujuy. Quiere decir ejecutar una estrategia nacional concertada de turismo como política pública para que se conozca a Juana Azurduy y a Manuela Sáenz, cuando vivió en Charcas; valorar el barroco y la música chiquitana, acompañar las correrías de Vicente Camargo, beber singani, visitar San Pedro, vestirse con los tejidos de Jal`qa, comer chorizos y chocolate y recibir la visita de los bachilleres de todo Bolivia para que conozcan dónde nació la Patria…
Chuquisaca está proponiendo la “aprobación de un pacto social hasta el 31 de diciembre del año 2025, por el cual todos los habitantes del Departamento y de Bolivia, sin negar la importancia de la reivindicación social que pudiera plantearse, se comprometan agotar las negociaciones, y suspendan el bloqueo de caminos como instrumento de protesta”.
Estamos advertidos, si persisten los bloqueos, no podremos desarrollar turismo. Chuquisaca nos muestra el camino para superar esta irracionalidad. No los dejemos solos.
El autor es director de Innovación del Cepad