El 05/11/2023 escribí “Atando cabos”, un artículo donde señalaba que las “riñas y peleas entre masistas” eran foco de atención mayor desde 2022, con efectos políticos negativos: el desplazamiento a último lugar de las “señales del hundimiento del país en una debacle general de consumación en cámara lenta con nosotros aclimatándonos rumbo a cocinarnos” y la instalación de una falsa diferencia entre los jefes de los dos bandos en disputa, llegando al extremo de ver a uno como el opositor del otro, cuando “son iguales, gemelos engendrados por la misma semilla y paridos por la misma madre: el socialismo del siglo XXI”, coautores solidarios y mancomunados del saqueo, despilfarro e improvisación para hundirnos en la miseria y la opresión y así reinar por siempre. También dije que “la sangre no ha llegado al río porque parece que no hay sangre. Tan sólo rabietas por angurrias y broncas personales por controlar el poder y la corrupción. Cuando llegue el momento, “yo te estimo hermanito querido” y listo. Los alcahuetes caribeños harán su parte por interés directo”.
Pues bien, a seis meses y 20 días de la publicación de “Atando cabos”, la información disponible es suficiente para reiterar su contenido con mayores evidencias de sustento. Por un lado, han seguido las injurias, difamaciones, acusaciones y amenazas entre los dos supuestos bandos en guerra de palabras bajo un guion cínico nauseabundo, en el cual unos se llenan la boca endilgando a sus fratelli, sus falsos adversarios, vulneraciones a la Constitución, mala administración de los recursos del Estado, corrupción, nepotismo, tráfico de influencias y vínculos criminales, cuando son rasgos esenciales del perfil común de quienes han participado de la administración pública desde 2006, al extremo de que la palabra “masista” ha tomado precisamente ese significado. Lo hacen en parte desde la misma radio instalada en El Chapare, región donde por decenas se halla fábricas de cocaína sin detenido alguno, según reportes del ejecutivo. Verborrea potente sin consecuencia legal relevante, cortina de humo que oculta la debacle económica, la desaparición del Estado, la vulneración de los derechos y garantías, la profundización de adscripción de Bolivia al bloque antioccidental criminal y la anomia, profunda problemática de la cual sólo hablan, valiente, responsable, comprometida y sistemáticamente, los pocos periodistas y comunicadores independientes que se juegan la vida por la verdad.
Prueban la simulación los sucesos de los últimos días que anuncian el sorpresivo final del sainete: el levantamiento del veto a los créditos en el legislativo, instruido por el “jefazo” a sus senadores y diputados, el rechazo de los subalternos electorales al registro del congreso del MAS realizado en El Alto por la administración pública a convocatoria del “encargado”, la inmediata propuesta del dueño de la sigla para realizar “un congreso de unidad” y la revocatoria del fallo de los subalternos judiciales de Pando que paralizó las elecciones judiciales, por los subalternos del TCP, viabilizándolas. ¡Claro! No les convenía ir a esas elecciones mientras fingían estar peleados. Ahora que concluye el performance, disminuye drásticamente el riesgo de que CC y Creemos logren incorporar en las listas de candidatos judiciales a juristas decentes.
Casi dos años de distracción con una destacada puesta en escena que pudo engañar a tantos, incluidos algunos de los actores que probablemente nunca sabrán que eso fueron, lo que explica semejante encarnación en los personajes, digna de premios internacionales, a diferencia de los otros que sí estaban al tanto de qué se trataba, flor de llullas. Lo peor de todo es que la impostura mantuvo y mantiene hasta ahora, a tantos personajes informados, experimentados e inteligentes, en el error; error de una dimensión tan grande como la mentira que se tragaron, hasta el punto de haber impulsado —y con éxito— la prematura inauguración de los aprestamientos electorales al influjo de la vana esperanza en la ruptura de los detentadores del poder. Olvidando el vaciamiento de la democracia, los severos fallos de un sistema electoral que incumple los estándares de participación igualitaria, independencia, imparcialidad, transparencia y seguridad, con deficiencias en materia de geografía, árbitro, padrón y seguridad informática. Sin siquiera preguntarse sobre los supuestos resultados del último censo y su impacto en materia política electoral. A la voz de ahora, todos juntos al desfile de pasarela de aspirantes a la silla esa, dispuestos a someterse a la acerva crítica de una ciudadanía tan despistada como ellos que sueña con un candidato perfecto. Al frente, los maestros de la impostura no tienen ningún temor: ya tienen a su candidato, lo conocen de cuerpo entero, saben de sus miserias y no les importa, porque tienen del cuello al sistema electoral.
Bájense del burro. Reúnanse a trabajar ideas fuerza comunes. Organicen y encabecen la denuncia y el anuncio. Antes de que sea tarde.