Con la salida de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) de Palacio Nacional este año, México completa un paso más de su extremadamente lenta transición hacia la democracia.
Dado que el país avanza en cámara lenta, hay hitos para empedrar muchas calles. Quedémonos con los principales.
En 2000, se fue el PRI del poder perpetuo (así haya retornado un sexenio inútil con Peña Nieto). Con ello concluyó el esquema de partido único que implantó la convulsiva revolución (el porfirismo había sido revivido, pero con la forma de partido).
En 2018, la izquierda mexicana (Morena) logró alcanzar el mando de la república. Su líder burlado, AMLO, tuvo todas las mañanas de seis años para reivindicarse ante la historia e incinerar a sus fantasmas.
Ninguno de sus enemigos fue a dar a la cárcel, porque él se limitó a mandarlos a la chingada, es decir, al lugar del escarnio público.
El experimento ayudó a que no sólo el PRI quedara enlodado, sino también el PAN de los sexenios de Fox y Calderón.
Las conferencias matutinas del Presidente obraron entonces la amalgama: surgieron así dos bloques: él y los demás.
La fase AMLO era necesaria. Las furias nacidas durante el desafuero de 2006 o en ocasión del fraude electoral previo y posterior o años después de la masacre de Tlatelolco, todo ese enojo acumulado fue absuelto recompensando a AMLO con la presidencia. Un verdadero purgante.
Desde la próxima semana, una mujer, Claudia Sheinbaum, de la coalición oficialista Sigamos Haciendo Historia; o Xochitl Gálvez , de la alianza opositora Fuerza y Corazón por México, tendrá que encarar en serio los cambios que AMLO dejó pendientes dada su concentración en reivindicarse ante la memoria de la gente.
La próxima presidenta deberá ver cómo libera al país de la bancarrota petrolera, de ese 35% de territorio tomado por los criminales, de la corrupción alojada en cada poro, en cada pelo, de la violencia, pero también de las epidemias de obesidad y diabetes, de la farsa educativa, del tráfico de influencias y los abismos entre unas regiones y otras.
El México que AMLO deja conserva su buen recuerdo, que no haya habido escándalos a su alrededor y que finalmente las urnas hayan castigado a tanto villano. Lo que falta sin duda ahora es un mejor país.