Los resultados de la cumbre multipartidaria, aun cuando solo en el papel, habrían dado cierta certidumbre a los dos próximos y trascendentales procesos electorales. Las fuerzas políticas, así como los representantes de los poderes públicos del Estado, se comprometieron, en el acuerdo, a garantizar las elecciones judiciales y las elecciones generales de 2025, dejando en statu quo las elecciones primarias.
Políticamente, estos acuerdos, si bien, por un lado, establecen parámetros de transparencia y dan lugar a la redistribución de escaños, en función a las nuevas cifras del Censo 2024, por el otro, de acuerdo a los resultados, hay ganadores y perdedores. En ese sentido, el gran perdedor fue Evo Morales, que quiso darle vida a su desahuciado congreso de Lauca Ñ.
Para comprender mejor esto último, pasaremos a observar, en términos generales, el contexto político, económico y social que rodean el evento.
En lo político, el gobierno, al no contar con mayoría parlamentaria, se debilita gradualmente y se debate en muchas turbulencias: desde las elecciones judiciales hasta el “golpe de Estado”. La turbulencia principal; sin embargo, es la disputa intensa y pasional que se produce en el seno del Movimiento Al Socialismo (MAS), por el control de la sigla y la habilitación del candidato oficial para las elecciones presidenciales de 2025. De por medio, con amenazas de convulsión social. Es una guerra de muchas batallas, empero, con tiempo límite. El 2024, si todo marcha como hasta ahora, sin ninguna modificación, podríamos asistir al funeral del partido más grande que conoce la historia de Bolivia.
En lo económico, la situación es extremamente delicada y compleja. El déficit fiscal es insostenible. El gobierno “no tiene plata” para continuar con las subvenciones, bonos y sostener a esa gran cantidad de empresas estatales improductivas. La posibilidad de conseguir recursos para financiar el déficit es cada vez menor, pues agotaron todas las que tenían. Las últimas cifras sobre indicadores de riesgo, ya califican a Bolivia como insolvente. Por tanto, a no ser que se negocie primero con el Fondo Monetario Internacional (FMI), estamos en camino de perder la condición de sujeto de crédito. Por otro lado, la espiral inflacionaria es un fantasma con terribles amenazas.
En lo social, en las últimas semanas, antes de la “asonada golpista”, se observaba una creciente escalada de conflictos por escasez de gasolina, la insuficiencia de dólares y la súbita subida de precios. Las protestas y bloqueos son constantes. También, aquella polarización tradicional, entre “masismo” y “antimasismo”, ha cambiado cualitativamente. Tiende a consolidarse, más bien, la polarización entre “evistas” y “antievistas. Aquello ya se observó nítidamente en el encuentro multipartidario.
En ese contexto, entonces, se desarrolla la Cumbre Multipartidaria, a iniciativa del Tribunal Supremo Electoral (TSE), que se encuentra amenazada por una colisión electoral, pues se juntan tres elecciones: magistrados, primarias y generales.
De inicio, el TSE adelantó su propuesta de suspender las elecciones primarias este año, por la prioridad que demanda la realización de las elecciones judiciales. A su vez, el ala “evista”, antes del evento, propugnaba la realización de elecciones primarias cerradas. A su vez, el ala “arcista” promovía, contradictoriamente, la realización de primarias abiertas y la suspensión definitiva, por el millonario presupuesto que demandaría su realización. Antes del evento, no se conoció ninguna propuesta del bloque opositor tradicional.
En el desarrollo del evento -vean ustedes el cambio- Evo Morales pretende negociar la suspensión de las primaras a cambio de que se “respete” el congreso de Lauca Ñ, de octubre de 2023, donde fue reelecto presidente del MAS y proclamado candidato único a la presidencia, o, finalmente, no se hagan más congresos en ningún partido hasta que pasen las elecciones nacionales de 2025. Ante la negativa unánime de sus adversarios, abandona el evento.
Por un lado, el acuerdo denominado “Declaración por la democracia” tiene importantes compromisos -vaya a saber si los cumplen-, para fortalecer la democracia, como la realización de una auditoría del padrón electoral, la implementación “obligatoria” de la Transmisión de Resultados Electorales Preliminares (TREP) y la nueva delimitación de circunscripciones electorales con la correspondiente redistribución de escaños.
Por otro lado, lo que se observa es una nueva derrota de Morales en su obsesivo intento de habilitarse como candidato. En el acuerdo, la “nueva derecha” se habría aliado contra él.
Las elecciones primarias, suspendidas en el acuerdo, lo proscribirían como candidato, por eso, ahora, se convierte en su principal defensor. Hace poco afirmaba que sería candidato presidencial “a las buenas o a las malas”, obviando esa instancia. Ahora, advierte con “defender las primarias en las calles”. Cambia de discurso, pero no sus amenazas.
Vean ustedes, como en esa perspectiva, Morales -además que lo admite-fue el que más perdió con los resultados políticos de la Cumbre. Si se aprueba la Ley de Suspensión de Elecciones Primarias, propuesta por el TSE, solo le restaría la opción de “las calles”.