Próximamente se estrenará el anunciado corredor bioceánico entre el océano Atlántico y el océano Pacífico, destinado al transporte de miles de toneladas de carga con productos de exportación e importación de cuatro países de América del Sur. Bolivia está fuera de esta ruta; una realidad que refleja la política exterior actual, encomendada a una Cancillería desmantelada, ineficiente e incapaz de integrar a Bolivia en los grandes emprendimientos.
Otra parte de la culpa, para la exclusión de Bolivia de este primer corredor, la tiene la desconfianza que ha generado en el comercio internacional los continuos bloqueos que azotan las carreteras del país, un malhadado recurso que lleva el sello de autoría de Evo Morales, sobre todo en la ruta troncal del país.
La construcción de este enorme proyecto carretero, que abarca territorios de Brasil, Paraguay, Argentina y Chile, y que unirá los puertos de Santos en Brasil con los puertos de Antofagasta e Iquique en Chile, está en sus pasos finales desde que fue acordado por los cuatros países en diciembre de 2015.
En Bolivia, parece que estamos más enfocados en consolidar o destruir la narrativa del golpe de Estado. Cientos de memes hacen referencia al paradójico movimiento militar del pasado 26 de junio. En algunos pueblos la burla es más abierta, como la puesta en escena de esos hechos en la entrada autóctona de la Virgen del Carmen, en Coripata, Yungas de La Paz, el pasado 15 de julio. Los asistentes se reían a carcajadas por la parodia del denominado golpe o autogolpe de Estado.
En el lado positivo, hace unos días llegó en visita oficial a Bolivia el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, quien además de ofrecer un vigoroso respaldo político al presidente Luis Arce, firmó 10 significativos acuerdos. Muchos de estos solo son un conjunto de buenas intenciones, ya que no se han publicado detalles sobre fechas, montos de inversión y otros aspectos específicos que seguramente se discutirán a futuro, pero sin duda reflejan buenos propósitos.
En cuanto a las carreteras bioceánicas, aunque no se firmó nada concreto, el mandatario brasileño destacó en su visita la necesidad de impulsar la integración de Bolivia y Brasil, señalando que ese objetivo no es un ejercicio de retórica, sino de supervivencia. Lula mencionó que “el acceso de Brasil y Bolivia al Océano Pacífico es estratégico para la apertura de nuevos mercados y para la inserción del continente en los nuevos flujos de comercio”.
Mientras tanto, las acciones entre los otros cuatro actores del corredor bioceánico avanzan rápidamente. Este trayecto abarca una longitud de 3.400 kilómetros y tiene el objetivo de unir los mercados del Brasil con carreteras, puentes, ferrovías, aeropuertos atravesando Paraguay y Argentina, hasta alcanzar los puertos de Chile.
Todos aportan; Paraguay ha destinado 1.300 millones de dólares para una parte de esta construcción, según información surgida tras la reciente reunión de los presidentes de Chile y Paraguay en Asunción, donde también se ratificó la ruta que unirá el corredor bioceánico, con obras fundamentales, como un puente sobre el Río Paraguay, que unirá las localidades fronterizas de Porto Murtinho y Carmelo Peralta. También en Argentina se han hecho obras determinantes como la Ruta 51 desde Salta al Paso de Sico, en la frontera con Chile, país que ha mejorado los tramos hasta llegar a los puertos de su país.
El corredor cuenta también con un apoyo financiero comprometido por los Emiratos Árabes Unidos, según un acuerdo firmado con los cancilleres de Brasil, Paraguay, Chile y un representante argentino en diciembre de 2023. Además, la diplomacia de los cuatro países involucrados logró financiamiento en Europa para la construcción de la ruta que se muestra con el potencial de generar atractivas cadenas de valor, potenciar el turismo y generar complejos de servicios en varios puntos de la ruta.
En el caso boliviano siempre es posible recomponer los errores de la negociación diplomática del primer gobierno del MAS, cuando Bolivia puso trabas a la construcción del corredor bioceánico, entendiendo que no se debían dar ventajas ni entregar gratuitamente a Chile ese flujo comercial. El gobierno del MAS se proponía conectar a los Estados de Brasil, ricos en producción de alimentos, pasando por Bolivia y llegar a los puertos del Perú.
Ahora que ha pasado el tiempo de la soberbia y sin la disponibilidad que le daba al gobierno una billetera llena de dólares provenientes de las exportaciones de gas, urge consolidar rutas que permitan un comercio fluido. Afortunadamente, juega a favor del país que la ruta por Bolivia, desde el Estado de Sao Paulo, pasando por el Estado de Mato Grosso, es más directa y podrá ser atractiva cuando los comerciantes evalúen los costos de transporte.
Para negociar y revertir la exclusión o autoexclusión de Bolivia de este primer corredor bioceánico es necesario, primero, un golpe profundo de timón en el enfoque de nuestra política exterior y en el manejo de nuestras relaciones internacionales, que no deben estar influenciadas por el factor ideológico, sino por los intereses del Estado.