Cualquier ciudadano honesto imagina la ciudad de Cochabamba libre de emisiones contaminantes, y también sueña con modernos buses circulando por las calles, conducidos por choferes educados y corteses. Estos sentimientos han sido sintonizados por el alcalde de la ciudad, capitán Reyes, que se ha propuesto transformar la experiencia de movilidad urbana. Esta visión es cada vez más real gracias a las iniciativas actuales para renovar la flota de transporte público de la ciudad. En su reciente viaje a China ha contactado con una empresa para la futura dotación de más de 300 buses eléctricos.
Este proyecto corre un serio riesgo de viabilidad porque ya metieron sus narices las federaciones y los sindicatos de transportistas de colectivos, minibuses, micros y trufis, que nunca nada bueno ofrecieron a la ciudadanía, nada. Es que huele mal esta intervención, y como estos personajes son tan predecibles, no cabe duda de que los transportistas buscan imitar el plan implementado por sus viejos predecesores en la década de los 70 del siglo pasado, cuando persuadieron al Gobierno central del general Banzer para adquirir los famosos micros Dodge para mejorar el sistema de transporte en la ciudad de Cochabamba, con ventajas por demás desequilibradas y groseras respecto de los ciudadanos comunes. Dólares regalados, liberaciones aduaneras, ventajas en el registro y exenciones impuestos sobre la propiedad, etc. Sin embargo, esos micros siguen circulando por las calles de Cochabamba, convirtiéndose en una vergüenza para la ciudad por más de medio siglo.
La mala intención es clara y lo que buscan los choferes es establecer una alianza con la alcaldía para apropiarse de esos autobuses eléctricos financiados con fondos públicos y luego pagarlos en cuotas mensuales cómodas hasta que deliberadamente se declaren en bancarrota; o en su defecto, el plan pasa por deshacerse de los micros y colectivos antiguos, para convertirse en choferes empleados del municipio, manteniendo las prácticas sindicales vergonzosas y peligrosas que podrían afectar negativamente la administración pública municipal. Esta estrategia no sólo pone en riesgo la inversión pública, sino que perpetúa un ciclo de dependencia del sector del transporte urbano, el más aborrecido de la ciudad. No se quieren ni entre ellos. Ya me imagino las luchas violentas entre los dirigentes y sus sindicatos para favorecer a sus siervos a la hora de dotarles del privilegio de poseer uno de esos buses eléctricos o designarles como choferes empleados. Se matarán entre ellos. Estoy seguro.
Si la alcaldía de Cochabamba tiene la intención de utilizar fondos públicos para beneficiar a los ciudadanos, dotándoles de un servicio de transporte con modernos buses eléctricos, lo más adecuado sería establecer alianzas con conductores profesionales de verdad, que no estén infectados con ese virus de sindicalismo tóxico. El alcalde debería aislarse definitivamente de esa casta sindical carente de formación cívica, ya que no tienen la intención de renunciar a sus prácticas extorsivas. Sin embargo, cualquiera de estas alianzas con el sector privado debe ser transparentes y legales, evitando repetir los errores del pasado donde los acuerdos se basaban en intereses personales y no en el bien común.
Lo más adecuado sería que la alcaldía establezca un marco legal y financiero claro para la adquisición y la operación de los buses eléctricos. Esto implica no sólo la compra de los vehículos, sino también la capacitación de los conductores, la creación de infraestructura de paradas obligatorias y el mantenimiento adecuado de la flota de los buses nuevos. Además, la ciudadanía debe ser informada de los beneficios ambientales y económicos de esta transición, promoviendo una cultura de sostenibilidad y responsabilidad, pero nunca entregar estas tareas nobles a personajes que jamás han dado señales positivas de urbanidad.
No se debe permitir la firma de ningún acuerdo entre la alcaldía y un grupo que no cumple con las mínimas normas de moralidad y civismo. Es importante informar a la ciudadanía que las alianzas entre el sector público y privado tienen como objetivo promover el progreso de la ciudad, siempre respetando las leyes y garantizando la transparencia. Es hora de que Cochabamba dé un paso hacia el futuro y adopte soluciones de transporte que beneficien a todos, asegurando un ambiente limpio y una movilidad eficiente, a cargo de personas también limpias.