A los bolivianos decentes ya nos queda claro que la reelección presidencial ha dejado de ser un debate democrático para convertirse en un instrumento de manipulación política. El presidente Arce Catacora ha convocado a un referendo que a simple vista parece una consulta popular, pero en realidad esconde un intento descarado para posteriormente reformar la Constitución y facilitar la perpetuación del régimen azul que se niega a ceder el poder en que se ha enquistado hace 18 años. Así como se ha planteado el referendo, en el fondo resulta siendo una maniobra calculada para encubrir una reforma constitucional que favorezca la reelección de Evo Morales.
La pregunta dice: ¿Está usted de acuerdo en que la reelección establecida constitucionalmente por una sola vez de manera continua del presidente y vicepresidente del Estado, sea ampliada para incorporar la reelección de manera discontinua lo cual implicaría modificar la Constitución Política del Estado? Detrás de las palabras técnicas y de la apariencia de legalidad, lo que se oculta es una amenaza directa a la democracia. En lugar de representar la voluntad popular, esta pregunta está diseñada para abrir un nuevo forado en la Constitución, que el referendo de 21F había cerrado definitivamente, es decir la posibilidad de que un líder permanezca en el poder más allá de los diez años.
El problema radica en la ambigüedad deliberada de la pregunta sometida a la consulta popular. Al mencionar la reelección “de manera continua” y luego introducir el término “de manera discontinua”, se crea una confusión intencional. Esta ambigüedad no es un error, sino una estrategia bien orquestada para hacer que los bolivianos validen, sin darse cuenta, una medida que podría mantener a Evo Morales, o cualquier otro títere del mismo corte, en el poder. Con “beneficio de inventario” diría que el dirigente cocalero está buscando que el Tribunal Supremo Electoral lo habilite como candidato para participar de las próximas elecciones generales, fundando esta decisión en el efecto vinculante del referendo (léase “voluntad popular”), incluso sin la necesidad de reformar la Constitución. La duda pasa por confirmar si buscará consolidar la hegemonía azul a través del movimiento político “masista” o de otro instrumento que responda al “evismo”.
La posibilidad de la reelección, incluso de manera discontinua, es una táctica velada para perpetuar a Evo Morales que ha demostrado un apetito insaciable por el poder. La historia de Bolivia bajo este dirigente cocalero ha sido la de un líder que, habiendo gobernado durante muchísimos años, sigue buscando mecanismos para aferrarse al gobierno. Permitir la reelección, aunque sea en intervalos, podría ser interpretado como una concesión que lo mantendría en el juego político de manera indefinida, erosionando así la esencia de la democracia.
Aunque se presente bajo el disfraz de un proceso democrático, no podemos ignorar que esta iniciativa contribuye a debilitar las estructuras del pluralismo político. La alternancia en el poder es esencial para evitar la consolidación de regímenes autoritarios, y cualquier intento de flexibilizar estas normas debe ser visto con extrema cautela. En lugar de fortalecer la democracia, la reelección discontinua podría allanar el camino para la perpetuación de ese “pasanaku entre azules”.
Frente a esta amenaza, la solución pasa por la vía de deslegitimar de manera contundente el deseo de Evo Morales de mantenerse directa o indirectamente en el poder, ya sea a través de la reelección continua o discontinua. La sociedad civil, los partidos de oposición y la comunidad internacional deben unirse para rechazar cualquier intento de modificar las reglas del juego democrático a favor de un individuo o un grupo. La alternancia en el gobierno es un principio que no debe ser negociado ni relativizado.
Yo sé que los generadores de opinión pública no tenemos un mínimo ascendiente sobre la sociedad boliviana civilizada, y a ésta le importa un comino lo que opinamos, pero es imperativo que los bolivianos rechacen esta estrategia de flexibilización de las reglas de reelección, que claramente favorece a Evo Morales en detrimento del bienestar y la estabilidad del país. En los venideros lustros les recordaré la siguiente conjetura: Si Evo Morales por esas desgracias de la vida vuelve a jurar como presidente de Bolivia, tengan la seguridad que cambiará a la Constitución para revalidar su nefasta idea de la reelección indefinida. Que nefasta evidencia encierra esa “inocente preguntita”.
El autor es abogado