En las casas de “educación superior”, denominación ya impropia de ellas. No hay “educación superior”. Es dudoso que haya siquiera “educación” viendo el resultado del bachillerato de Bolivia, abordado el año pasado en un artículo que publiqué bajo el título “El derecho a aprobar” haciendo un recuento de las dificultades de los jóvenes en general para su ingreso en las universidades. Contenido vigente, al cual se le debe añadir algo inesperado: en 2023 los estudiantes consideraban tener derecho a la aprobación sin condiciones. En 2024 ese derecho es a la aprobación con una nota excelente, de todas maneras. Bajo ruego, amenaza y/o recurso jerárquico. La cuestión es insistir.
Sigue la demostración de que muchos “estudiantes” —no estudian— tienen grandes dificultades para leer y escribir. Hacerlo es para ellos tedioso. Un castigo. En promedio, la lectura de un texto de 5.000 caracteres incluyendo espacios demora 15 minutos, sin garantía de ser comprendido debido el vocabulario limitado de los jóvenes (280 palabras de las cuales 70 son emoticones cuando el español tiene ¡más de 93.000!). Pese a ello, no sienten la necesidad de buscar el significado de las palabras desconocidas, así que simplemente las obvian.
Si se les encomienda leer textos más extensos para aplicarles “controles de lectura”, ellos dicen haber leído. El docente les aplica un cuestionario reproductivo y no se percata de la copia. Todos más o menos contentos. Encomendarles la redacción de un texto es lo mismo. Por plagio y encargo a la inteligencia artificial (IA). Reconocimiento del déficit de conocimientos y de pensamiento lógico. Y si el docente es poco acucioso y quiere evitarse problemas no se dará cuenta. Ni dándose.
No están mejor posicionados en matemáticas. No pueden con operaciones simples de aritmética, de números naturales. Los decimales y las fracciones son atentados a su dignidad. La “regla de 3”, acto terrorista. El fraude en exámenes de números ha sido probado. Con largueza. Devela también el déficit de pensamiento lógico. Paralelo a su derrota frente a la tecnología cuyas posibilidades ni siquiera exploran más allá de las redes y el chatGPT.
Carecen de hábitos de estudio y trabajo. De responsabilidad. De moral. Así se explica por qué estos jóvenes no se formen. Sin embargo, lo dije: “al final de cuentas aprobarán y serán exitosos participantes en cursos de postgrado, otras simulaciones con 100% de titulación. Pocos dejarán de ser desempleados y seguirán simulando estudiar año tras año. Algunos se venderán al poder como siervos y esbirros. Sus cartones, pésima herencia, colgarán empolvados en los muros. El país, al demonio”.
Motivos de pesadumbre, preocupación y vergüenza, más, habiendo pruebas fehacientes de lo mucho que se puede hacer cuando se quiere. Pese a todo. Con indignación por el acomodo en la mediocridad de la “elite intelectual”. Que la educación entró en crisis desde hace décadas y que el “proceso de cambio” la profundizó es cierto. Tenía que ser así. Con los principales cargos públicos en manos de analfabetos ignorantes moralmente descalificados, orgullosos de serlo. Pero no vale para justificar lo que debió hacerse y no se hizo desde adentro. Las universidades fueron arrastradas por los vientos, como barcos sin timoneles. Las públicas y las privadas. Las lucecitas que tal vez habrá en ellas son invisibles en la espesa sombra del desastre. Sucumbieron a las tendencias dominantes, se convirtieron en simuladores donde lo importante es el marketing, mercadotecnia en buen castellano. La propaganda.
Simulación en actos rimbombantes donde menudean discursos vacíos, autorreferenciales y autocomplacientes. Sí. Declaraciones de cuán bien estamos y somos, de lo mucho que avanzamos. Actos de colación o de colación de grado mientras todo se degrada sin cesar. Cuando nadie recuerda que “grado académico” alude a la competencia investigativa de quienes lo alcanzan. Cuando la investigación ha pasado al patio trasero de los planes de estudio, encaminándose al desván y de allí, al carro basurero.
Simulación de diplomas y certificados, de pre y posgrado. De acreditación. Con valor igual al de la moneda en tiempos de inflación: en franco descenso, sin pausa y con prisa. Por causas ajenas y propias. Con altas dosis de (ir)responsabilidad de sus rectores, vicerrectores y directores, pues los líderes auténticos llevan a sus instituciones al mejoramiento continuo de la calidad, aun con equipos mediocres y sin recursos económicos ni financieros, contra viento y marea. Son capitanes que toman los timones con decisión y convicción, sacando fuerzas de flaqueza. Evitan que los barcos queden a merced de la corriente. Esa de hoy, postmoderna, pluri, por añadidura, cuyo derrotero es el fondo.
Panorama desafiante para los rebeldes contumaces. Conminatoria a mantenerse en la última trinchera y seguir luchando. En este caso, en el aula, donde se autogobierna con cargo a rendir cuentas sólo a la conciencia, el único juez de fallo inapelable. El único fallo que de verdad redime o condena. Sin simulación alguna.
GARY ANTONIO RODRÍGUEZ
Se había dicho que el año 2024 iba a ser complicado para el país en lo económico, político y social, pero ¿alguien se imaginó por todo lo que íbamos a pasar? Como dije alguna vez, “el largo plazo en Bolivia no existe”, ya que vivimos casi con el Jesús en la boca, sin saber lo que pasará mañana. ¿Es o no es así?
Se había dicho que el año 2024 iba a ser complicado para el país en lo económico, político y social, pero ¿alguien se imaginó por todo lo que íbamos a pasar? Como dije alguna vez, “el largo plazo en Bolivia no existe”, ya que vivimos casi con el Jesús en la boca, sin saber lo que pasará mañana. ¿Es o no es así?
Hace algunos años, en círculos de activistas, intelectuales, escritores, influencers y así, se suscitó un extendido debate sobre el dictamen, realizado por Silvia Rivera, acerca de que Evo Morales no era indígena. El dictamen formulado por la conocida socióloga en una universidad mexicana versaba más o menos así:
Hace algunos años, en círculos de activistas, intelectuales, escritores, influencers y así, se suscitó un extendido debate sobre el dictamen, realizado por Silvia Rivera, acerca de que Evo Morales no era indígena. El dictamen formulado por la conocida socióloga en una universidad mexicana versaba más o menos así:
El lunes se recordó el 183 aniversario de la Batalla de Ingavi, un episodio histórico que fue motivo para la creación del Himno Nacional de Bolivia.
Con el poco estudio que se hace del pasado, la manera de conmemorar ese capítulo de la historia es más bien simplista, aunque son varias las voces que señalan que con esa batalla se consolidó la independencia de Bolivia.
El lunes se recordó el 183 aniversario de la Batalla de Ingavi, un episodio histórico que fue motivo para la creación del Himno Nacional de Bolivia.
Con el poco estudio que se hace del pasado, la manera de conmemorar ese capítulo de la historia es más bien simplista, aunque son varias las voces que señalan que con esa batalla se consolidó la independencia de Bolivia.
EDWIN CACHO HERRERA SALINAS
Cruza todos los sectores, actividades, credos, ideologías, grupos etarios, clases sociales y áreas geográficas. El no saber qué pasará con la economía, la política y la vida en sociedad a corto plazo tiene a muchos sin poder dormir, desde quienes tienen a su cargo la economía familiar hasta quienes tienen bajo su responsabilidad grandes inversiones privadas o decisiones institucionales cruciales para el futuro inmediato del país. La incertidumbre está carcomiendo a los bolivianos.
Cruza todos los sectores, actividades, credos, ideologías, grupos etarios, clases sociales y áreas geográficas. El no saber qué pasará con la economía, la política y la vida en sociedad a corto plazo tiene a muchos sin poder dormir, desde quienes tienen a su cargo la economía familiar hasta quienes tienen bajo su responsabilidad grandes inversiones privadas o decisiones institucionales cruciales para el futuro inmediato del país. La incertidumbre está carcomiendo a los bolivianos.
La primera vez que supe de Michael Moore fue en 2001, cuando publicó su ensayo que da título a esta columna, “Estúpidos hombres blancos”. Una crítica profunda al sistema político estadounidense, donde los ricos se vuelven más ricos, mientras la sociedad de clase media vive en constante temor a los resultados económicos. Moore, mete el dedo en la llaga de la hipocresía de una sociedad descarnada.
La primera vez que supe de Michael Moore fue en 2001, cuando publicó su ensayo que da título a esta columna, “Estúpidos hombres blancos”. Una crítica profunda al sistema político estadounidense, donde los ricos se vuelven más ricos, mientras la sociedad de clase media vive en constante temor a los resultados económicos. Moore, mete el dedo en la llaga de la hipocresía de una sociedad descarnada.
Donald Trump es el epítome de la imagen descrita en el libro The Ugly American (El estadounidense feo), escrito en 1958 por Eugene Burdick y William Lederer, una de las novelas políticas norteamericanas más influyentes y que describe los fracasos del cuerpo diplomático de EEUU en el sudeste asiático.
Donald Trump es el epítome de la imagen descrita en el libro The Ugly American (El estadounidense feo), escrito en 1958 por Eugene Burdick y William Lederer, una de las novelas políticas norteamericanas más influyentes y que describe los fracasos del cuerpo diplomático de EEUU en el sudeste asiático.
CARLOS DERPIC SALAZAR
El 11 de noviembre de 1924, durante el pontificado de Pio XI, mediante la bula Praedecessoribus Nostris, se erigió la diócesis de Potosí, obteniendo su territorio de la arquidiócesis de La Plata, que a su vez asumió el nombre de arquidiócesis de Sucre.
El 11 de noviembre de 1924, durante el pontificado de Pio XI, mediante la bula Praedecessoribus Nostris, se erigió la diócesis de Potosí, obteniendo su territorio de la arquidiócesis de La Plata, que a su vez asumió el nombre de arquidiócesis de Sucre.
Muy poca gente cree hoy que el mentado “proceso de cambio” del que se ufana Evo Morales y al que apela desesperadamente Arce Catacora mostrará visos de ser un proyecto exitoso.
La percepción generalizada es que fue un intento frustrado que bien pudo ser el verdadero punto de inflexión entre dos momentos de la historia nacional: el del Estado nacionalista que inauguró el MNR en 1952 y el que intentó construir el MAS.
Muy poca gente cree hoy que el mentado “proceso de cambio” del que se ufana Evo Morales y al que apela desesperadamente Arce Catacora mostrará visos de ser un proyecto exitoso.
La percepción generalizada es que fue un intento frustrado que bien pudo ser el verdadero punto de inflexión entre dos momentos de la historia nacional: el del Estado nacionalista que inauguró el MNR en 1952 y el que intentó construir el MAS.
EMILIO MARTÍNEZ CARDONA
El exministro de la presidencia y otrora “hombre fuerte” del régimen de Evo Morales, Juan Ramón Quintana, dijo que “no será un blanco fácil” y que no se pondrá frente a ninguna “mira telescópica”, en alusión a sus conflictos con la facción gobernante del MAS y a las indagaciones de las que es objeto por la organización del reciente ciclo de bloqueos, donde se detectó armamento y lo que se podría calificar como una incipiente estructura preguerrillera.
El exministro de la presidencia y otrora “hombre fuerte” del régimen de Evo Morales, Juan Ramón Quintana, dijo que “no será un blanco fácil” y que no se pondrá frente a ninguna “mira telescópica”, en alusión a sus conflictos con la facción gobernante del MAS y a las indagaciones de las que es objeto por la organización del reciente ciclo de bloqueos, donde se detectó armamento y lo que se podría calificar como una incipiente estructura preguerrillera.
Después del triunfo acaso lógico, quizás esperado o tal vez natural, pero también sorprendente del MAS de Evo Morales en 2006, incluido un récord significativo de votación (53,72%) que algunos atribuyeron al embajador de EEUU de aquel entonces, de quien Evo decía que era su mejor “jefe de campaña”, el país ingresó en otra etapa de su historia.
Nunca antes un partido, aparentemente socialista y nunca antes un hombre sin títulos y aparentemente indígena genuino había llegado a la presidencia.
Después del triunfo acaso lógico, quizás esperado o tal vez natural, pero también sorprendente del MAS de Evo Morales en 2006, incluido un récord significativo de votación (53,72%) que algunos atribuyeron al embajador de EEUU de aquel entonces, de quien Evo decía que era su mejor “jefe de campaña”, el país ingresó en otra etapa de su historia.
Nunca antes un partido, aparentemente socialista y nunca antes un hombre sin títulos y aparentemente indígena genuino había llegado a la presidencia.