Los bufeos, una madre y su cría, fueron liberados este viernes en el río Isiboro, en el trópico de Cochabamba, para que retornen a su hábitat después de permanecer 43 días varados en el brazo de un río en el Sindicato Capinota de Villa Tunari.
Los bufeos o delfines bolivianos (Inia boliviensis) llegaron al río tras ser expulsado por una riada el pasado 12 de abril y no pudieron retornar a aguas más profundas por un puente provisional y se convirtieron en una atracción para la comunidad y visitantes.
La madre y su cría, de siete meses lactantes, lograron volver a su hábitat luego de un largo proceso que incluyó la socialización con la comunidad para que permitan su retorno.
La madrugada de este viernes se puso en marcha un operativo para capturarlos siguiendo protocolos internacionales y llevarlos con medidas adecuadas hasta el río Isiboro. La secretaria d Medio Ambiente de la Gobernación, Dora Claros, calificó de “histórica” la devolución de los cetáceos al río, su hábitat.
Una comisión conformada por técnicos del Programa Gestión de la Biodiversidad de la Gobernación, la Dirección General de Biodiversidad y Áreas Protegidas del Ministerio de Medio Ambiente y Agua, la Alcaldía de Villa Tunari y el apoyo de Faunagua realizó el monitoreo permanente del estado en que se encuentran los bufeos hasta concretar su traslado.
Mientras los titulares e imágenes de los incendios forestales que devastan grandes extensiones del país ocupan nuestra atención, una crisis igualmente apremiante avanza en silencio en el valle alto de Cochabamba: la sequía. A pesar de su menor visibilidad mediática, la falta de agua está provocando estragos en las comunidades rurales y urbanas de la región, y sus efectos a largo plazo pueden ser tan devastadores como los incendios.
AGUSTÍN ECHALAR ASCARRUNZ
El 6 de agosto es una fecha que nos cuestiona, ¿hay algo que festejar?, ¿podemos estar felices de ser bolivianos?, aclaremos que solo los ridículos se sienten orgullosos de su nacionalidad, eso, porque, a fin de cuentas, no es mérito de nadie haber nacido donde nació, sea lugar, seno familiar, u otra circunstancia. Pero uno puede ser muy feliz con su entorno, (o muy desdichado).
El 6 de agosto es una fecha que nos cuestiona, ¿hay algo que festejar?, ¿podemos estar felices de ser bolivianos?, aclaremos que solo los ridículos se sienten orgullosos de su nacionalidad, eso, porque, a fin de cuentas, no es mérito de nadie haber nacido donde nació, sea lugar, seno familiar, u otra circunstancia. Pero uno puede ser muy feliz con su entorno, (o muy desdichado).
Te saludo Bolivia, donde nací, crecí y pertenezco. Bolivia, donde mis antecesores dejaron sus restos después de agotar sus vidas con decoro y decencia. Bolivia, donde también quiero que las cenizas mías sean esparcidas en el rincón patrio en que exhale mi postrero suspiro, ojalá en un espacio verde sobreviviente a los embates criminales de los chaqueos y la contaminación del suelo y el agua hasta con venenoso mercurio.
Te saludo Bolivia, donde nací, crecí y pertenezco. Bolivia, donde mis antecesores dejaron sus restos después de agotar sus vidas con decoro y decencia. Bolivia, donde también quiero que las cenizas mías sean esparcidas en el rincón patrio en que exhale mi postrero suspiro, ojalá en un espacio verde sobreviviente a los embates criminales de los chaqueos y la contaminación del suelo y el agua hasta con venenoso mercurio.
En Bolivia cada año mueren alrededor de 4.000 personas por la contaminación generada por partículas de 2,5 micrómetros.
En Bolivia cada año mueren alrededor de 4.000 personas por la contaminación generada por partículas de 2,5 micrómetros.
IGNACIO VERA DE RADA
Trabajo en el mundo académico, pero debo decir que me repugna el remilgo académico, y en este sentido, soy profundamente antiacadémico. Amo la libertad y la creatividad. Einstein, Nietzsche o Zweig, por ejemplo, no necesitaron supervisión universitaria alguna para elaborar sus mejores trabajos. De otra forma, su potencial tal vez hubiese quedado atrofiado y la humanidad no hubiese conocido sus frutos.
Trabajo en el mundo académico, pero debo decir que me repugna el remilgo académico, y en este sentido, soy profundamente antiacadémico. Amo la libertad y la creatividad. Einstein, Nietzsche o Zweig, por ejemplo, no necesitaron supervisión universitaria alguna para elaborar sus mejores trabajos. De otra forma, su potencial tal vez hubiese quedado atrofiado y la humanidad no hubiese conocido sus frutos.