Alberto Arze, gerente general de la Cámara de Comercio, Industria y Servicios de Cochabamba (ICAM), donde se originó el Hecho en Bolivia, cuenta la historia de este sello y su permanente vigencia.
—¿En qué contexto surge el sello Hecho en Bolivia?
—Nuestro sello, Hecho en Bolivia, nace en agosto del año 2001. En ese entonces era presidente de lo que era la Cámara Departamental de Industria, Javier Artero. Y él entendió lo delicado del contexto económico internacional adverso para nuestro país: estábamos con un crecimiento económico de apenas el 1,68 por ciento del producto interno bruto (PIB) y nuestros países vecinos, Argentina y Brasil, habían tenido devaluaciones importantísimas, lo que provocó una avalancha de productos de contrabando de la industria de esos dos países, que son mucho más grandes que el nuestro y que, por efecto del tipo de cambio, nos inundaron con contrabando.
Para Cochabamba la situación era aún peor pues su crecimiento llegaba entonces apenas al 0,17 por ciento. No olvidemos que el año 2000, entre enero y abril, tuvimos la denominada guerra del agua, lo cual además agravó la coyuntura para nuestro departamento.
—¿Cuál es su valor en la actualidad?
—Estamos otra vez en un contexto en el que el contrabando nos ha inundado, tal vez por razones similares a las del principio, cuando el dólar estaba estable.
Pero ahora las cosas están cambiando y está cambiando también el panorama de la industria nacional y de la manufactura, porque está debilitada precisamente por ese cambio que ha habido en términos cambiarios, es decir, que no hay industria nacional sin insumos importados
Y hay un poco de dificultad para que la industria nacional se revitalice y pueda tener la capacidad de satisfacer la demanda. Es sumamente preocupante, la coyuntura actual se asemeja un poco a esa coyuntura adversa de principios de este milenio, de este siglo.
Hoy no tenemos fácil acceso a divisas, divisas que se necesitan para comprar materias primas para la industria nacional o para la importación legal de bienes. Esos bienes que no se producen en Bolivia, pero que son legalmente importados pagando sus tributos aduaneros, contribuyendo al erario nacional, hoy tampoco pueden ser fácilmente importados porque no existe el medio de pago para los países de donde provienen estos bienes.
A eso se suma un contrabando que cada vez está más campante: tenemos incluso ya anunciadas ferias itinerantes del contrabando que se anuncian en redes sociales y esto ocurre lamentablemente a la vista y paciencia de las autoridades llamadas por ley para controlar, para luchar justamente contra el contrabando.
Entonces es una situación muy crítica donde este sello —y lo que representa: el incentivar en la población el consumo de lo nuestro y la generación de empleo para los bolivianos— se hace muy importante y, además, es como un escudo de lucha contra el flagelo del contrabando.
—¿Y la economía informal en todo esto?
—No, para nada. Ya van 23 años de esta campaña que es, sin duda alguna, la más exitosa, la de más larga data en el país.
El consumir lo producido en Bolivia, el comprar productos legalmente importados, en realidad lo que es la formalidad es algo que nosotros tenemos que incentivar.
“Es como un escudo para luchar contra el contrabando”
“Además de incentivar el consumo de bienes bolivianos, este nuestro sello es un escudo contra el contrabando porque es la manera en la que los bolivianos vamos a tomar conciencia del daño que nos hace esto. Podemos, repito, comprar hoy un poco más barato un producto importado de contrabando, pero ese es dinero que se va, es dinero que no se reinvierte, es dinero que no genera empleo en nuestro país”.
“Es el momento propicio para reflotar esta campaña y su visión inicial. Hoy estamos aquejados por este flagelo del contrabando. Para darles una idea, a nivel latinoamericano, el contrabando representa 210 mil millones de dólares. Esto es aproximadamente el 2 por ciento del PIB de la región. En Bolivia la cifra de afectación del contrabando es de 3.500 millones de dólares anuales”.
“Es la campaña más exitosa y prolongada de nuestra historia”
“Ya van 23 años de esta campaña que es, sin duda alguna, la más exitosa, la de más larga data en el país. Yo no recuerdo una campaña que tenga tanta duración y en las diferentes coyunturas económicas siempre ha estado presente, y hoy más que nunca. El consumir lo producido en Bolivia, el comprar productos legalmente importados, en realidad lo que es la formalidad es algo que nosotros tenemos que incentivar”.
“Así, debo pedir a todos que apoyen esta campaña. Yo me percato todo el tiempo, ando viendo camiones con el sello, vallas publicitarias con el sello, conozco gente que se ha tatuado el sello”.
“Es una forma de tomar conciencia de la importancia que tiene consumir lo nuestro porque así apoyamos a la producción nacional y a la generación de empleos dignos para los bolivianos”.