Las recientes dos determinaciones tomadas por los senadores y diputados respecto de la remuneración que perciben —la primera aprobando un aumento, la otra anulándolo— suscita reflexiones acerca de la manera cómo los asambleístas toman decisiones.
En efecto, a mediados de la semana pasada, el Senado emitió una resolución referida a la aplicación del decreto que instaura el incremento salarial para este año, y establecieron aumentar sus remuneraciones.
Los diputados tomaron una decisión similar. El monto de su incremento era de poco más de 200 bolivianos.
La información acerca del incremento de sueldos para los senadores no se conoció mediante un comunicado oficial, sino por una declaración de un diputado masista, publicada el lunes último por Los Tiempos.
“Lo único que sabemos, como diputados, es que (en) la Cámara de Senadores en sesión reservada se hubieran realizado lo que es un aumento correspondiente”, declaró el diputado oficialista.
Obviamente, el incremento que los asambleístas decidieron aplicar a sus remuneraciones no fue acogido de manera positiva por la población de a pie. Incluso algunos parlamentarios la criticaron y hubo otros que mencionaron la conveniencia de reducir lo que ganan.
El martes, el presidente de Diputados y la presidenta en ejercicio de Senadores anunciaron que retrocedían en su decisión. “Los diputados no vamos a tener ningún tipo de incremento, a pesar del decreto que existe”, decía el jefe de la Cámara Baja.
Su colega de la Cámara Alta anunciaba que el aumento tampoco se aplicará en esa instancia legislativa, explicando que se anulaba la resolución emitida la semana pasada, “después de un debate, un análisis que se ha hecho”. ¿Hubo un proceso similar cuando decidieron aplicar el incremento?
Nada dicen al respecto. Lo que sí manifiestan es que desistir de incrementar en 200 bolivianos lo que ganan cada mes —más de 22 mil bolivianos los titulares y más de 7 mil los suplentes— “es lo mejor para el país”.
Esa decisión, asegura el presidente de Diputados, es “para evitar que medios mal intencionados quieran hacer escarnio con nuestra Asamblea. Estamos luchando por devolverle ese sitial de importancia a nuestra Asamblea de ser el primer Órgano del Estado y no vamos a permitir que por 200 pesos nos empañen”.
Quizás, ese afán para recuperar el “sitial de importancia” que corresponde al Parlamento sería más eficiente y eficaz si las decisiones que toman —incluidas las que tienen que ver con lo que ganan— resultasen de un análisis serio, como corresponde al cuerpo del Estado que ejerce la representación de los ciudadanos.