Pedirle a un masista que te diga la verdad es una tarea inútil. Algunos de ellos se ocultan en el desconocimiento del español, que es caprichoso, según de lo que se trate.
Cuando Evo Morales opina sobre los imputados en casos del supuesto golpe, afirma que los “emputados” no tienen por qué preocuparse. ¿Humor o confusión de letras?
Acerca del caso del “golpe” de 2019, que el diputado Andrés Flores niega al revelar que fue el cocalero quien instruyó a los dirigentes masistas que le pidan renunciar, hay otra confusión idiomática.
Dice el diputado que el 10 de noviembre, cuando el cocalero daba esas instrucciones al Pacto de Unidad, el “golpe” se había procudido ya, porque los militares y los policías estaban sublevados.
Un curioso caso de golpe, porque el golpeado, en lugar de partir hacia algún otro país, quería renunciar, pero para hacerlo necesitaba que alguien se lo pidiera, y mejor si fueran los masistas.
Él renunció después de que el general Williams Kalimán, comandante de las FFAA, le hiciera la famosa sugerencia.
Lo que pocos recuerdan es que el 31 de octubre, el cocalero había convocado al Alto Mando militar a una reunión, que debía realizarse en Llauca Ñ, Chapare.
Los militares, firmes también en este caso, le dijeron que ellos no irían a ese cuartel de los cocaleros para reunirse con el presidente, y le pedían que la reunión se haga en el comando de la Séptima División, en la ciudad de Cochabamba.
Según un “parte de guerra” que conservo en mis archivos, el cocalero, que todavía era presidente, se presentó en esa instalación militar, de muy mal humor. Estaba emputado.
Se demoró seis minutos en mirar con odio a los comandantes y se marchó, dando un portazo. Una semana después los policías se amotinaron y pidieron la renuncia del cocalero, igual que lo estaba pidiendo todo el país.
Lo que siguió es muy sabido. Los masistas entendieron que el levantamiento ciudadano más grande que se ha visto en Bolivia era una revolución.
Unos se fueron al exterior, “como ratones”, según dijo el presidente masista de los diputados Sergio Choque y otros se metieron bajo las polleras de la embajadora de México.
La “revolución” cayó en manos de inexpertos o traidores y los masistas volvieron, repitieron el fraude, y aplicaron el plan de venganza.
Los primeros imputados en la lista del cocalero fueron los militares que habían estado en aquella reunión donde lo desahuciaron y luego la señora Jeanine Áñez.
En este momento la atención se concentra en aquella instrucción que dio el cocalero para que le pidan su renuncia. La razón de ese pedido nunca se sabrá. Todos están imputados.