Rulfo Patero, que no sabÃa bañarse, se sintió ofendido, ultrajado y discriminado; motivos no le faltaban, dÃas atrás el mismÃsimo vicepresidente del Estado lo habÃa ninguneado tachando de flojos sus hábitos y costumbres.
Vilipendiado y fustigado por un discurso público que no llegaba a entender, Rulfo Patero sintió nacer en su corazón un auténtico sentido de venganza.
—¿De qué flojera hablan los polÃticos? —argumentó— si ellos viven de nuestros impuestos, roban y engañan a placer y no generan nada más que problemas.
Era una verdad, pero no importaba, porque el mundo estaba acostumbrado a eso.
No obstante, el análisis fue más allá, porque del concepto vicepresidencial, emergió la pregunta sobre la necesidad de hacer las eternas diferencias entre la gente del campo y la de la ciudad.
Los unos y los otros tenÃan ojos y manos, y pies y cabezas, problemas y alegrÃas, como cualquiera. Pero desde hace mucho, gente como el vicepresidente, mandamases como el expresidente y otros de similar poder e igual ralea se empecinaban en poner énfasis en las diferencias y en excluir las similitudes.
Rulfo Patero recordó que su abuelo siempre le decÃa que incluso antes de la llegada de los españoles las cosas eran asÃ, porque habÃa los indÃgenas con poder y los indÃgenas que servÃan para carne de cañón, asà como luego hubo los colonizadores y los que trabajaban en la mita, y hoy están los de la ciudad y los del campo.
—Pero ¿a quién le interesa dividirnos tanto? —se preguntó con toda naturalidad Rulfo Patero, y su respuesta fue contundente: Al poder.
El poder es el que vive mejor y más cuando los otros están separados. Por eso es que los de la ciudad deben ponerse a odiar a los del campo, y los del campo deben detestar a los de la ciudad.
Por eso los de arriba quieren que siempre exista ese odio visceral, ese resentimiento ancestral y esa podrida visión de un futuro que destruye el camino en común.
—Qué pena que nos olvidemos tan rápido que en el fondo somos la misma vaina —concluyó Rulfo Patero, que en ese momento, recordó que era tiempo de darse su baño anual.