Es momento de tomar decisiones claras sobre Boliviana de Aviación (BoA). Durante las últimas gestiones administrativas se ha evidenciado una falta de conocimiento en materia aeronáutica y una ausencia de transparencia respecto de las denuncias presentadas contra la aerolínea estatal.
En particular, persisten interrogantes sobre supuestos sobreprecios en contratos de seguros, estimados en un millón de dólares, y en alquileres de aeronaves. Si estas irregularidades son ciertas, ¿por qué no se ha sancionado a los responsables y no se ha iniciado un proceso contra el exministro Arias? Y si no son ciertas, ¿por qué no se ha aclarado esta situación legalmente, y así se limpia la honorabilidad de los injustamente acusados?
El silencio oficial daña la imagen de BoA y perjudica al país. Con 54 años de experiencia en aeronáutica, distinciones internacionales y una trayectoria como embajador de Boeing, considero inadmisible que aún no se ofrezcan respuestas a las deficiencias operativas y financieras de BoA.
Es preocupante observar que, a pesar de contar con más aeronaves que el histórico Lloyd Aéreo Boliviano (LAB), BoA no ha cubierto rutas importantes como México, Washington, Panamá, Bogotá, Quito, La Habana y Cancún. Esto ha permitido que aerolíneas extranjeras capten pasajeros y generen una fuga económica significativa para Bolivia.
Por otro lado, los continuos problemas de gestión son evidentes: quejas por cancelaciones frecuentes, deficiencias en el servicio y denuncias sobre la contratación de pilotos extranjeros con altos sueldos, mientras 18 pilotos fueron despedidos y más de 20 se fueron al exterior posiblemente por el mal ambiente que hay en BoA, según informan. Además, el escándalo del traslado de droga a Madrid presuntamente no por primera vez cuestiona la integridad de los ejecutivos de BoA.
Es preocupante que, después de años de reclamos y solicitudes de información, los responsables de la administración de la aerolínea se mantengan en silencio sin responder a sus obligaciones como funcionarios públicos.
La experiencia internacional nos muestra que muchas aerolíneas estatales han fracasado: Iberia, AeroPerú, Saeta, Pluna, Varig, entre otras. Incluso Aerolíneas Argentinas, la última sobreviviente estatal en la región, sufre pérdidas diarias considerables y el Gobierno argentino ha decidido privatizarla. Estos ejemplos plantean una cuestión fundamental: ¿es más eficiente un modelo estatal o privado para la gestión de una aerolínea?
La falta de transparencia y eficiencia en BoA exige una revisión urgente y decisiones estratégicas para asegurar que esta aerolínea, supuestamente “de los bolivianos”, cumpla realmente con su misión y aporte al desarrollo del país.