¿Quién en Cuba, donde el 80% de la población vive bajo el umbral de pobreza, podrá pagarse unas vacaciones en Bolivia, país al que ahora ese hipotético pasajero podría llegar como pasajero de BoA?
¿Y quiénes viajarán constantemente a Cuba? ¿Turistas alentados por la prostitución y el espectáculo de la miseria? ¿Fotógrafos que querrán sacar La Habana desplomándose en ruinas? ¿O almas dadivosas que llevarán comida a quienes están muriendo de hambre gracias al castrismo?
Como fuere, les ocurre a quienes hoy conforman el patético grupúsculo en funciones de gobierno, exactamente igual a lo que le ocurría a Evo, desde mucho antes de su fraude: creerse no solo dueño del país, sino de su plata y su alcancía. Así, ahora, a los nuevos depredadores se les ocurre servirse de la línea aérea nacional, ese bien público, y usarla para darse paseos, destinarla a un fracaso anunciado, a una segura pérdida económica del erario público, es decir el de todos, es decir no-de-ellos. Como de costumbre: ¿no son acaso expertos en elefantes blancos, en inversiones gigantescas e inútiles, aunque seguro que con gran beneficio para bolsillos particulares?
Se sabe, a estas alturas, que la sola palabra “revolución” hoy es un lastre lexical y demagógico, que esconde gato encerrado: tan profundamente fue y es pervertida esa palabra por las que en realidad no son más que vulgares, macabras tiranías expertas en semántica, artistas de la mentira, maestras de la retórica, la propaganda y la violación de todos los derechos humanos habidos y por haber.
¿Y acaso no vieron ellos las imágenes de La Habana cayéndose a pedazos, no se enteraron de los cientos de miles de cubanos huyendo a toda costa de la desgraciada isla? Es que esa es una consecuencia de la estupidez extrema, cuando realmente toca fondo: se pierde todo sentido de la realidad, se tiene graves problemas de visión: no se ve lo que pasa, aunque pase delante.
Por todas las ciudades de Bolivia, por ejemplo, pasan, desde hace años, cientos de miles de venezolanos huyendo del chavismo. ¿Tampoco los vieron, no se enteraron? Porque la línea aérea boliviana incluso irá a Caracas. Lo mismo ocurre allá: hambre y pobreza, junto a millones robados por los chavistas, a quienes a cada rato descubren queriendo esconder fortunas en Andorra. ¿Qué venezolano normal tendrá la plata y querrá venir aquí?
Sobre el caso cubano, ya desde hace mucho, más de 30 años, que se sabe la dimensión de su desastre, que por decenios la izquierda no quería reconocer. Pero ahora nada se ignora sobre esa dictadura tan macabra como absolutamente ineficiente y ciega. Nadie en su juicio ya da un cinco por ella, aunque subsisten ciertas izquierdas, cual terraplanistas o
creyentes en un culto, que permanecen totalmente ciegas y sordas ante la evidencia.
Últimas de Cuba:
- 1.057 presos políticos. Muchos jóvenes condenados a muchos años sin haber hecho nada. Arrestos domiciliarios, interrogatorios arbitrarios, tortura documentada.
- Como 50.000 médicos esclavos y al mismo tiempo el sistema de salud absolutamente colapsado.
- Entre las causas del desastre: en 1968, con la denominada “ofensiva revolucionaria” se procedió a la confiscación, a los ciudadanos cubanos, de 55.636 pequeños negocios; según el mismísimo periódico Granma, en marzo de ese año. (Datos tomados de las buenas columnas de Gisela Derpic).
Y a esos países, infinitamente desgraciados, es que les ha ocurrido llegar con BoA. En una nueva prueba de su imbecilidad terminal. Veremos cuánto dura esa ruta, antes de que la pérdida se haga insostenible.
¿Y quién pagará por los futuros, anunciados agujeros económicos que están provocando, directamente debidos a su fe ideológica, a su ignorancia, a su desinformación, a su ceguera? ¿Serán otra vez los ciudadanos, que trabajan, a los que se les cobra impuestos y más cosas, será el “pueblo” el que tendrá que volver a pagar por sus tonteras, una vez más? Y así nos seguirá yendo mientras estén los mismos, en versión alteña o chapareña —a cuál peor—.
