Ayer por la noche, el Palacio Portales fue el escenario de la presentación de la nueva novela del destacado escritor Gonzalo Lema, titulada Hablemos con prudencia de nuestros muertos, publicada por Plural Editores. A la velada asistieron colegas, familiares, amigos y público en general, quienes se reunieron para ser parte del lanzamiento de esta obra que tiene nuevamente como protagonista a Santiago Blanco.
El evento comenzó con palabras de bienvenida a cargo de Ignacio Lascuráin, director de Cultura de la Fundación Patiño, quien destacó el valor de la obra de Lema dentro del contexto cultural boliviano. Posteriormente, el sociólogo Fernando Mayorga tomó la palabra para comentar la novela y desentrañar algunos de los temas centrales que cruzan la trama.
Hablemos con prudencia de nuestros muertos narra la historia de Santiago Blanco, un exinvestigador de la policía que, aunque retirado, no puede escapar de su instinto de investigador nato. La novela se sitúa en Samaipata, un pueblo entre Santa Cruz y Cochabamba, en noviembre de 2019, en medio de los turbulentos sucesos que marcaron la historia reciente de Bolivia. Blanco, atrapado entre los conflictos políticos de aquel año, se enfrenta a un macabro hallazgo: un cura ahorcado en las alturas del fuerte de Samaipata. A partir de ese momento, el personaje se adentra en una investigación que lo llevará a descubrir otras muertes en circunstancias igualmente extrañas y violentas.
La novela se mueve en un contexto de tensiones sociales y políticas, mientras Blanco, “con la ropa mojada de calor veraniego”, rastrea las pistas bajo la atenta mirada de personajes que, en su diversidad, reflejan la riqueza cultural y social de Samaipata. Entre ellos se encuentra Sarah Kent, una inglesa lectora de Emily Dickinson, y el sargento Hilaquita, el único representante de la ley en medio de la coyuntura violenta.
Lema, en palabras propias, comentó que la novela busca explorar las complejidades del ser humano en un entorno marcado por la violencia y las contradicciones. Como en sus anteriores novelas protagonizadas por Santiago Blanco, Lema plantea una reflexión sobre la incapacidad de ciertas personas para escapar de su pasado, tal como Blanco, quien no puede abandonar su actitud de policía, aún en la vejez.
El libro fue recibido con entusiasmo por los asistentes, quienes destacaron el estilo característico de Lema, capaz de mezclar el género policial con un trasfondo poético y reflexivo. El autor compartió palabras de agradecimiento y respondió preguntas del público antes de proceder con la firma de libros.
Los incendios forestales que asolan Bolivia desde hace más de tres meses han arrasado ya 4 millones de hectáreas, devastando miles de árboles y acabando con innumerables vidas animales. El impacto humano es igual de aterrador: familias enteras han tenido que ser evacuadas, viviendas se han convertido en cenizas, y niños y jóvenes han dejado de ir a la escuela por seguridad.
En aquella tarea, en la mayor parte de los casos un tanto mecánica y dicotómica, de buscar causas y responsables del mayor ecocidio y desastre ecológico producido en Bolivia, hay muchos puntos de vista.
En mi anterior columna, había adjudicado esa ignominiosa responsabilidad al expresidente Morales, al régimen y su partido. Los datos son elocuentes. Con el discurso del “vivir bien” se convirtieron en los más perversos depredadores de la Madre Tierra.
En aquella tarea, en la mayor parte de los casos un tanto mecánica y dicotómica, de buscar causas y responsables del mayor ecocidio y desastre ecológico producido en Bolivia, hay muchos puntos de vista.
En mi anterior columna, había adjudicado esa ignominiosa responsabilidad al expresidente Morales, al régimen y su partido. Los datos son elocuentes. Con el discurso del “vivir bien” se convirtieron en los más perversos depredadores de la Madre Tierra.
Escenas apocalípticas surcan incesantes y veloces por medios y redes sociales imprimiendo horror en las pupilas y en la conciencia de los usuarios, sean quienes sean. Se integran en una saga de largometrajes anuales sobre la base de la cual Bolivia ocupa el tercer lugar en el mundo en materia de incendios, luciéndose como un hueco en hundimiento sostenido. Imágenes satelitales y fotografías aéreas tiñen de rojo Bolivia en el centro del espacio de Sudamérica.
Escenas apocalípticas surcan incesantes y veloces por medios y redes sociales imprimiendo horror en las pupilas y en la conciencia de los usuarios, sean quienes sean. Se integran en una saga de largometrajes anuales sobre la base de la cual Bolivia ocupa el tercer lugar en el mundo en materia de incendios, luciéndose como un hueco en hundimiento sostenido. Imágenes satelitales y fotografías aéreas tiñen de rojo Bolivia en el centro del espacio de Sudamérica.
HUMBERTO VACAFLOR GANAM
Dar de comer a los bomberos voluntarios que tratan de apagar los incendios de los bosques es un pecado que debe castigarse con la muerte, según los incendiarios.
La profesora Marisabel Moirenda Urape, de 28 años, fue asesinada en Guarayos por los sicarios de la transnacional del crimen organizado que maneja estos incendios.
Dar de comer a los bomberos voluntarios que tratan de apagar los incendios de los bosques es un pecado que debe castigarse con la muerte, según los incendiarios.
La profesora Marisabel Moirenda Urape, de 28 años, fue asesinada en Guarayos por los sicarios de la transnacional del crimen organizado que maneja estos incendios.
IGNACIO VERA DE RADA
Como dice el filósofo H.C.F. Mansilla en su libro Filosofía occidental y filosofía andina (2016), “la idea del necesario equilibro entre el Hombre y la Tierra y la consciencia de la violación del medio ambiente por la civilización industrial, trajeron consigo por aquellos años una reevaluación de la ‘sabiduría indígena’, la que se expandió desde las selvas amazónicas hasta la zona montañosa de los Andes, dando una nueva oportunidad a la filosofía andina”.
Como dice el filósofo H.C.F. Mansilla en su libro Filosofía occidental y filosofía andina (2016), “la idea del necesario equilibro entre el Hombre y la Tierra y la consciencia de la violación del medio ambiente por la civilización industrial, trajeron consigo por aquellos años una reevaluación de la ‘sabiduría indígena’, la que se expandió desde las selvas amazónicas hasta la zona montañosa de los Andes, dando una nueva oportunidad a la filosofía andina”.