El actual presidente de la Cámara de Industria, Comercio y Servicios de Cochabamba explica a Los Tiempos la trascendencia del sello Hecho en Bolivia, que cumplió 23 años de existencia.
—¿Cómo evalúan el recorrido de Hecho en Bolivia, casi un cuarto de siglo después de su creación?
—Hecho en Bolivia no es solamente un sello, es una especie de filosofía que manifiesta dos cosas importantes, dos preceptos, el primero es: consume lo nuestro, consume lo que se hace en nuestro país, y el segundo es: emplea a los nuestros.
Esto es un símbolo de la industria que visualizó un expresidente de la Cámara de Industria, hoy ICAM. Javier Artero hizo una visualización hace 23 años de lo que significaba para nosotros el ser bolivianos, el consumir un producto nacional y también la importancia de eso para el país.
Con mucha alegría hemos visto en estos 23 años, no solamente que el sello ha ido moviéndose en todos los ámbitos del país, lo vemos en un montón de lugares, inclusive en lugares que nosotros ya ni nos hubiéramos imaginado.
—¿Qué de trascendental hay detrás del sello?
—Como lo dije, más que un sello, es una filosofía, una forma de pensar, y afirmar que el único mecanismo al alcance de cualquier boliviano, para contribuir al progreso del país es consumir lo nuestro y emplear a los nuestros.
Si bien el sello fue creado en la ICAM, nosotros no consideramos que este tenga que ser de uso exclusivo o propio. El sello es un orgullo, la gente debería llevarlo siempre con ese orgullo, como lo llevamos nosotros.
Otra cosa es ponerlo en un producto que va a comercializarse. En ese caso se tiene que cumplir ciertas normas, ciertos requerimientos. Eso es otra cosa, pero mucha gente lo lleva en una gorrita, en un escudo, en un pin, en una polera para decir “hecho en Bolivia” y sentirse orgulloso de eso.
—¿Por qué es importante consumir la producción nacional?
—Porque al preferir los productos bolivianos, en lugar de similares importados, se está contribuyendo a que no desaparezcan y, más bien, se creen más puestos de trabajo, es decir, empleos para los bolivianos.
Eso es lo que hacen las más o menos 1.130 empresas de la ICAM —digo más o menos porque ese número crece todos los días—. Las empresas que hoy alberga la ICAM son de todos los rubros y además de todos los tamaños: pequeñas, medianas o grandes empresas, todas juntas dan trabajo, de forma directamente, a 45 mil personas en nuestro departamento; y de forma indirecta a 250 mil personas.
La ICAM representa el 44% del PIB regional, del producto interno bruto departamental.
Esta institución, que hoy es un patrimonio cochabambino, tiene 102 años, eso, debido a que nosotros hemos fusionado la Cámara de Comercio y la Cámara de Industria, y la más antigua era la de Comercio.
—¿Cómo se refleja eso en el empleo?
—Las más de 1.100 empresas que alberga la ICAM dan muchísimo trabajo a un importante porcentaje de lo que nosotros consideramos que es el grupo de personas que tienen un trabajo formal en Bolivia. ¿Y cómo se cuenta eso? Así: del 100% de la masa trabajadora, del 100% de los trabajadores que existen en Bolivia, solamente el 16%, tiene trabajo formal. Es decir, son empleados que están afiliados a una caja de salud, que aportan para su jubilación y gozan absolutamente de todos los beneficios sociales.
De cada 100 trabajadores que existen en el país, solo 16 tienen un trabajo formal, esos trabajos están fomentados por instituciones como la ICAM y por las empresas formales.
El resto, el 84% de la masa laboral no tiene un trabajo formal o está subempleado, o es un autoempleador, es decir que él mismo se emplea, o es una persona que trabaja en la informalidad, lo cual es una pena.
—¿Por qué crece la informalidad?
—Es una situación que va empeorándose con el tiempo. El año 2020, cuando empezamos a hacer los análisis cuyos resultados mostraron lo que estoy comentando, el 80% de la actividad económica en Bolivia era informal, ahora ese porcentaje ya llega al 84%.
¿Qué ha pasado? Lo que pasa es que el Gobierno, durante los últimos años, ha ido subiendo de forma indiscriminada el salario mínimo y endureciendo las leyes laborales, y eso hace que muchos empleadores y muchas empresas tengan que decir: “no puedo trabajar más, cierro la empresa, pasen ustedes a la informalidad, búsquense trabajo”.
Es por eso que se ve tanto cochabambino emprendedor, gente que está abriendo una refresquería, una sandwichería, un puestito de comida, o un puesto de verduras, o de lo que sea. Esa es gente, mucha gente, que ha perdido su trabajo debido a los factores que he mencionado. Eso impide a muchas empresas tener trabajadores en la cantidad que teníamos antes.
Esto es importante de entender, porque, si nosotros queremos una Bolivia que crezca, tendríamos que flexibilizar las leyes laborales, tendríamos que entender al otro lado de la moneda, que es el empresario.
Además, ligado al problema de tener mucha gente que está en la informalidad, está también el contrabando que ha crecido mucho y que genera cada año más de tres mil millones de dólares de afectación a la economía de Bolivia. Hoy, que, textualmente, estamos arañando dólares para llevar al Banco Central y estabilizar la economía, el país pierde Bolivia, tres mil millones de dólares anuales por el contrabando.