Bolivia atraviesa dificultades económicas que ponen en discusión el modelo económico aplicado por el Gobierno del MAS desde hace casi 20 años, en el cual el Estado juega un rol protagónico como generador y distribuidor de la riqueza, dejando un espacio reducido para la participación del sector privado. Distintos economistas han planteado que es momento de reducir el tamaño del Estado y generar las condiciones para atraer la inversión privada, nacional y extranjera con el propósito de mejorar las condiciones a mediano y largo plazo.
El lunes pasado se realizó en La Paz el Primer Encuentro de Economistas, organizado por la Fundación Ciudad Humana. Su presidente, César Dockweiler, exfuncionario público y candidato por el MAS a la Alcaldía paceña, resaltó que el objetivo central era proponer acciones “sin ninguna posición ideológica”.
Uno de los expositores, el consultor financiero Jaime Dunn, manifestó que la inversión pública promedio en Latinoamérica representa el 4 por ciento del PIB, mientras que en Bolivia llega al 12 por ciento (aunque en los últimos años no se ejecute la totalidad de lo programado). Por otro lado, la inversión privada en la región llega a un promedio del 15 por ciento; mientras que en Bolivia es menor al 7 por ciento.
En su criterio, “la solución es crear riqueza. El Estado no genera riqueza; su rol es administrativo, no produce nada, pero se dio el rol de creador de riqueza con más de 70 empresas públicas”.
En ese sentido, Dunn planteó que se ofrezca “seguridad jurídica” para atraer capitales, acotando que las nacionalizaciones son en realidad expropiaciones que “dañan la imagen para atraer inversión”.
En la misma línea, el economista José Luis Evia manifestó que “la inversión pública no puede reemplazar a la inversión privada. Quienes han logrado crecimiento sostenido se basan en la inversión privada; por lo tanto, el desafío más grande es abrirnos a ella, porque es la mejor manera en la que el país generará ingresos a mediano y largo plazo”.
Considera que el Estado debe enfocarse en la educación y la salud. “Tenemos que enfocarnos en un Estado más pequeño y eficiente, que esté concentrado en las cosas que debe estar ocupado”.
Para Evia, cuando el Estado controla toda la economía, “eso genera problemas”, ya que las empresas públicas, así como la misma administración pública, puede continuar operando por varios años con continuos déficits, ya que se mantiene a flote con mayores recursos de la población o endeudamiento externo e interno, lo cual no ocurre con instituciones privadas que son empujadas a tener una gestión eficiente.
“Las empresas que no son eficientes salen del mercado y así la economía es eficiente. En el caso de las empresas públicas, no tienen por qué preocuparse en ser eficientes, siempre pueden cubrir sus déficits con los recursos públicos. Lo mismo se traspola a nivel macroeconómico, si el Gobierno ve que hay déficits, sube la deuda”, añadió el expositor.
La deuda externa del país continúa aumentando desde 2007, mientras que la deuda interna se disparó desde 2018. Aunque el Gobierno aseguró que ambas deudas llegaban a un 65 por ciento del PIB para 2022, diversos analistas económicos aseguraron que sumando los créditos del BCB a empresas públicas se pasa el 80 por ciento del PIB.
Déficit sector privado
Para el economista Omar Velasco, quien trabajó en el BCB y en el Ministerio de Economía y Finanzas, el problema no está en el modelo económico, ya que es el sector privado el que ha tenido continuos déficits comerciales por varios años a excepción de los últimos tres, y aún así las reservas internacionales se han desplomado.
“El problema es el déficit en la balanza comercial privada. En los últimos años, el Estado no pudo generar los dólares para su propio sector, pero el sector privado fue históricamente deficitario. Sólo en los últimos tres años tuvieron superávits, pero las reservas cayeron. Entonces hay que preguntarles: ¿dónde están los dólares?”, cuestionó el economista.
Velasco explicó que lo que mantuvo un nivel de acumulación de reservas “nunca antes visto”, superando los 15 mil millones de dólares en 2014, fueron los superávits comerciales del sector público (principalmente exportación de gas).
Asimismo, destacó que aun con precios altos en los commodities en el “periodo neoliberal” se tuvo déficit fiscal. “En 20 años de neoliberalismo, el boliviano se devaluó en 200 por ciento. Hoy criticamos un modelo para resucitar otro que no garantiza el tipo de cambio”, expresó; aunque reconoció que hay una situación de “estrés de divisas” moderado “que puede convertirse en un estrés severo”.
Ambos de la mano
En tanto, el economista Alberto Bonadona manifestó que “en un país tan pobre como es Bolivia” el sector privado no puede actuar por su propia cuenta y necesitará necesariamente del apoyo del sector público.
“Lo que yo veo es un Estado débil y una empresa privada débil, y no creo que sin una sinergia de ambos y con una visión que pueda fortalecer la intelectualidad, pero también la tecnificación, no creo que avancemos mucho”, expresó.
Finalmente, el economista Dario Monasterio propuso, a corto plazo, “una alianza público-privada” para la prestación de servicios sociales y obras públicas que reduzca la carga de la inversión pública y, por lo tanto, el déficit fiscal que para 2024 se espera en un 7,8 por ciento.