Un día antes del plazo comprometido, el Instituto Nacional de Estadística (INE) dio a conocer los resultados preliminares del Censo Nacional de Población y Vivienda, cuyos datos fueron levantados el 23 de marzo de este año y cuyos resultados servirán para aplicar de forma inmediata la nueva distribución de la riqueza entre las regiones del país y la repartición de escaños parlamentarios desde las elecciones de 2025.
Por ello, la revelación de resultados eran más que esperada y cada una de las regiones del país hacía sus propias proyecciones, justamente pensando en merecer algo más de los recursos que se asignan por población, así como la representación política en el Legislativo.
Por todo ello, resulta lógico que los resultados hayan decepcionado a muchos, que ahora no sólo piden explicaciones, sino que hasta amenazan con medidas de presión, quizá de forma algo apresurada.
Los primero que llama la atención en la exposición de los resultados es que la población total del país haya llegado apenas a 11.312.620 habitantes, cuando las mismas proyecciones del INE calculaban más de 12,3 millones, conforme al crecimiento natural de las poblaciones. El INE adelanta muchas explicaciones y una de ellas es el bajón en la tasa de fecundidad, que en Bolivia bajó de los 7,5 niños nacidos por muer en los años 70 a sólo 2,1 en 2023.
A nivel regional, Santa Cruz es el departamento que más quejas ha expresado por haberse registrado en este censo sólo 3.115.386 ciudadanos, cuando las proyecciones del INE suponían 3.547.045, y una encuesta aplicada por los propios cruceños (no reconocida por el Instituto) proyectaba más de 4 millones.
Pero las quejas también están en occidente. El caso más destacado es El Alto, cuyas autoridades pregonaban más de un millón de habitantes, pero el Censo les concedió sólo unos modestos 885.035. Y si El Alto se siente frustrado, debería ver la situación de La Paz, que ahora no sólo tiene menor número de habitantes que su vecino de la altura, sino que literalmente decreció en población.
Así las cosas, es natural que las regiones no sólo reclamen, sino que exijan explicaciones y hasta revisiones de los datos. Están en su derecho. Felizmente, el INE también se ha mostrado abierto a que le revisen los datos levantados y procesados, lo cual dice mucho de su predisposición. Desde el INE, señalaron que el Censo 2024 fue el mejor que se realizó en la historia de Bolivia y “del mundo”.
Y desde estas líneas, hacemos votos porque las “sorpresas” sean transparentemente explicadas por el INE y que los nuevos datos puedan aplicarse en el marco del diálogo y la concertación, en base a datos técnicos revisados y confrontados por las mismas regiones. Las dudas son razonables. Esperemos que las explicaciones también.