En una jornada que muchos veían como un desafío titánico (y quizá hasta el despertar de un sueño), la Selección de Bolivia volvió a sorprender a propios y extraños con una victoria contundente, aunque ajustada, sobre Colombia. El gol que selló el 1-0 (un soberbio trallazo de Miguelito Terceros) no sólo fue un grito de triunfo, sino un símbolo de la transformación que está viviendo el fútbol boliviano en la era de Óscar Villegas. Esta victoria, lejos de ser un accidente aislado, es el eco de un equipo que ha resurgido de sus cenizas con una nueva mentalidad, y que hoy se encuentra en la sexta posición de la clasificación hacia el Mundial de 2026. Mejor, imposible.
Colombia llegó a este partido rodeada de expectativas. Con un hermetismo absoluto en torno a su estrategia y un aire casi de superioridad, los “cafeteros” parecían convencidos de que su paso por El Alto sería más una formalidad que un reto real. La prensa internacional hablaba de un equipo boliviano envalentonado, pero con un largo historial de inestabilidad y vaticinaba que al final la victoria sería colombiana, de la mano de su estrella James Rodríguez. Sin embargo, lo que pocos vieron venir fue la determinación de un elenco boliviano que ha cambiado su actitud, su juego y su ambición.
El solitario gol que definió el encuentro fue la culminación de un esfuerzo colectivo que dejó a Colombia sin respuestas. Bolivia no sólo defendió con intensidad, sino que supo aprovechar el momento justo para castigar la pasividad de su rival. Esta victoria no es casualidad, sino una confirmación de que el equipo ha dejado atrás la inconsistencia que lo perseguía. Las dos victorias previas (frente a Venezuela en El Alto, 4 a 0, y frente a Chile, en Santiago, 0-1) ya habían encendido las alarmas en Sudamérica, pero este triunfo sobre un gigante como Colombia reafirma que Bolivia está lista para pelear con los grandes, y que las dos victorias anteriores no fueron casualidad o se debieron sólo a los 4.100 metros sobre el nivel del mar del estadio de Villa Ingenio en la ciudad de El Alto.
De repente, los fantasmas del pasado, las eliminatorias fallidas y las derrotas humillantes parecen desvanecerse ante la posibilidad real de una clasificación al Mundial de 2026, y la población boliviana, castigada por los incendios y más problemas económicos y sociales, recibe hoy una alegría y una ilusión.
Hoy, Bolivia se sienta en la sexta posición de la tabla sudamericana, una ubicación que la coloca en zona de clasificación, un hecho que hasta hace poco parecía más un sueño lejano que una realidad tangible.
La victoria sobre Colombia, en un escenario cargado de expectativas, deja un mensaje claro: Bolivia ha regresado y está lista para pelear hasta el final.