Comencé a publicar en Los Tiempos cuando tenía unos 17 años (hoy tengo 51), lo hacía de manera esporádica. Durante 10 años consecutivos lo hice de manera semanal. Religiosamente entregaba mi columna Sin Pelos en la lengua que salía en ese medio los viernes. Posteriormente, lo hice por 3 o 4 años los domingos en la revista OH.
Este preámbulo me sirve para explicar que entre todos los temas sobre los cuales he escrito, el de la educación ha sido el que menos impacto siempre ha tenido. Cuando le sacaba la mugre al Gobierno las respuestas eran “profusas”, cuando escribía sobre otras anormalidades también...pero, cuando reflexionaba y publicaba sobre educación, sólo era capaz de despertar el interés de “cuatro gatos”, gatos a los que agradezco su fidelidad. Es decir, la métrica la tengo y desde hace tiempo, mucho, lo suficiente para saber con claridad qué lee y qué no lee el boliviano que lee.
Pasa que la educación es mi oficio y pasión. Creo con absoluta convicción que la educación es lo único que puede salvar a un país, no sólo de la ignorancia, claro está, sino de la pobreza, la corrupción, la miseria espiritual, y todos esos males que nos aquejan desde hace siglos.
Hay tanto que reflexionar sobre la educación en Bolivia que cualquier escrito quedaría insuficiente; pero intentemos y hagamos el esfuerzo, yo por ordenar mis ideas, ustedes por seguirme.
2023 comenzó con un currículo actualizado...durante 3 meses los maestros salieron a las calles a protestar en contra de dicha actualización a pesar de ser lo mejorcito que ha hecho el MAS en los últimos 20 años en términos de educación.
La segunda mitad del año transcurrió con bajo perfil, luego de que el primer semestre los maestros y el gobierno se pelearan por ítems, escalafón, aumentos...ah, y también, dizque, por el “nuevo” currículum.
Lo cierto es que no sabemos cómo estamos en educación.
La última vez que se midió la calidad educativa del currículo plurinacional fue en 2017 cuyos resultados se conocieron a finales de 2019. ¿Qué dicen los resultados? Lo mismo que dijo la medición de 1997, que estamos MUY por debajo de la media latinoamericana.
En resumen, despedimos un año sin ningún brillo en educación.
¿Pero saben qué es lo más patético? Que esto sólo le sigue importando a cuatro gatos, y esta vez no lo digo yo.
Esperemos que para este 2024 la cosa sea diferente porque en un país donde no hay educación de calidad, no puede haber salud, no puede haber economía, no puede haber trabajo de calidad, no puede haber paz social, no puede haber justicia. Un país ignorante vota por ignorantes y entonces...ahí estamos, wawitay.