El “llunkerío” en el país es inherente al ejercicio del poder. Existió, existe y existirá. No es exclusividad de los “necesitados” militantes de base hacia alguna autoridad de paso que puede retribuir las lisonjas con pegas y uno que otro privilegio. Es moneda corriente en los tres niveles estatales, en los cuatro órganos de poder, en los partidos políticos —grandes o chicos—, en sindicatos, federaciones y confederaciones, en instituciones uniformadas, en gremios empresariales…
Los llunkus aprovechan cualquier oportunidad para llenar de halagos y promesas de lealtad a quienes les gusta que su ego se alimente con ese tipo de mimos. Pero, lo que en realidad buscan es trepar a costa del poderoso de turno y son insistentes hasta conseguir su objetivo. A veces urden intrigas para tratar de deshacerse de quienes visualizan como sus competidores en la práctica del “llunkerío”. No saben de escrúpulos y no miden las consecuencias.
La máxima autoridad ejecutiva del Instituto Nacional de Estadística INE se mostró como uno de ellos. Sin sonrojarse y con una sonrisa dibujada en su amplio rostro, el domingo 7 de enero realizó declaraciones públicas con el propósito de apuntalar la estrategia del Gobierno de ver por mucho tiempo al gobernador de Santa Cruz en la cárcel de Chonchocoro y sin un gramo de poder. La “entrevista” en la gubernamental Bolivia Tv era la oportunidad que él estaba esperando para mostrar su perfil político, siendo responsable de una entidad eminentemente técnica.
No fue un lapsus ni una ocurrencia comunicacional sacada del sombrero, menos una tergiversación de los periodistas independientes, mal llamados de derecha. La principal autoridad del Instituto Nacional de Estadística (INE) sabía dónde estaba realizando las polémicas declaraciones y, lo más importante, tenía certeza de que el mensaje llegaría a su principal destinatario. Era imperioso que el Jefe de Estado sepa que tiene en el INE a un defensor de los intereses políticos del actual régimen.
El diálogo televisado estaba centrado en la cantidad de censistas reclutados hasta el domingo 7 de enero —52% o 360.000 agentes censales— y cómo se conseguiría al restante 48% o 338.000 en dos meses y medio. De pronto, el hombre de la sonrisa permanente informó que el presidente de la Asamblea Departamental de Santa Cruz le había solicitado por escrito información sobre el proceso y “respetado la institucionalidad”, las repuestas fueron enviadas mediante una carta al “gobernador en funciones”, al señor Mario Aguilera.
Al escucharlo y verlo, sentí curiosidad por saber si el encabezado de la carta en cuestión enuncia algo así como “Señor arquitecto Mario Aguilera Cirbián, Gobernador en funciones del departamento de Santa Cruz, Presente…” Los que pueden confirmarlo o demostrar lo contrario son la institución desde donde salió la carta y el receptor de la misma. Temo que la misiva terminará en un canasto en calidad de documento anulado, luego de que el INE se retractara y dijera, mediante un comunicado oficial, que se había cometido un “error involuntario” al enviar la respuesta al “vicegobernador” Aguilera.
¿Fin del episodio? Por supuesto que no. Al exponente del “llunkerío” 2.0 no le interesó poner en entredicho todo el trabajo técnico realizado por el INE hasta el momento y que no ha estado exento de protestas como el paro de los 36 días en Santa Cruz, entre octubre y noviembre de 2022. Tampoco le importaron las críticas y los bloqueos carreteros por cuestionamientos a la actualización cartográfica y parece que le tiene sin cuidado lo que podrían provocar los resultados que arroje el Censo nacional en la redistribución de recursos a las regiones y de escaños en la Cámara de Diputados.
A quienes practican el “llunkerío” solo les interesa escalar posiciones a punta de recomendarse como leales a toda prueba. Si estuviéramos en un país institucionalmente serio, los dichos del principal encargado de realizar el Censo, haciendo política desde una entidad técnica, ya hubieran derivado en su alejamiento del cargo, así falten dos meses y medio para la realización de la encuesta nacional. Pero estamos en Bolivia e igual que se calificó como “buen policía” al comandante de Santa Cruz que agredió a un capitán de su institución, no debería extrañarnos que se llame “buen técnico” a quien puso su interés personal por encima del trabajo de toda una institución.
Humberto Arandia puede seguir sonriendo mientras habla. Mandó el mensaje a quien en realidad le interesaba y punto. Quien debería estar preocupado es el Ministro de Planificación porque en una anterior pulseada, el director del INE que había comunicado su renuncia por razones de salud, se quedó en el cargo y quien fue retirada del Gobierno es la ahora exministra del área. El “llunkerío” 2.0 no descansa y puede estar apuntando a venideros ajustes en el Órgano Ejecutivo, por ejemplo, el 22 enero, día del Estado Plurinacional.