El celular se ha erguido como un emblema de la era actual, simplificando numerosas tareas cotidianas. Desde capturar momentos hasta la búsqueda instantánea de información en cualquier lugar y momento, su utilidad parece inagotable. Sin embargo, su papel en el ámbito educativo genera controversias.
La Unesco aboga por un enfoque proactivo, respaldando un “uso apropiado de los móviles” en las aulas. Argumenta que, en lugar de prohibirlos, integrarlos en el proceso educativo puede potenciar el aprendizaje. Esta visión encuentra apoyo en el informe sobre Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC) en los sistemas educativos de América Latina.
La Resolución Ministerial 001/2022 establece pautas para el uso de dispositivos tecnológicos en el aula, enfatizando su sujeción a procesos pedagógicos. Sin embargo, la falta de directrices claras en la resolución de la gestión pasada deja a muchos centros educativos con la responsabilidad de elaborar reglamentos internos sobre el uso de celulares, tablets y laptops. Las autoridades competentes señalan que, frente al creciente uso de dispositivos tecnológicos desde edades cada vez más tempranas, se establecerá una nueva normativa desde el Ministerio de Educación.
OH! conversó con el psicólogo Germán Burgoa Costas sobre el impacto del uso del celular en el rendimiento académico. Según él, el problema no radica en el instrumento en sí, sino en cómo se utiliza.
IMPACTO EN EL RENDIMIENTO ACADÉMICO
El profesional señala que muchos jóvenes confían en información sesgada, lo que puede afectar su capacidad de análisis crítico. Por ejemplo, en el tema de las drogas, es común encontrar información positiva sobre su consumo en línea, mientras que se ignoran los riesgos asociados. Además, Burgoa advierte sobre el “facilismo” en la investigación, donde los estudiantes prefieren buscar información rápida en línea en lugar de leer libros y analizar la información de manera crítica, lo que puede resultar en una falta de pensamiento creativo y reflexivo.
El uso excesivo del celular durante las horas de clase conlleva riesgos significativos. Durante la pandemia, la modalidad de educación virtual exacerbó este problema, con muchos estudiantes distraídos por actividades no relacionadas con el aprendizaje mientras estaban en línea. Esto ha llevado a una disminución en la atención al maestro y en el aprendizaje, según Burgoa. Aunque en muchos establecimientos el uso del celular está prohibido durante las clases, es difícil eliminar por completo su presencia en el entorno educativo. Sin embargo, el psicólogo enfatiza que el problema no es el dispositivo en sí, sino cómo se lo utiliza. Destaca la necesidad de políticas institucionales que regulen el uso de dispositivos de comunicación en las aulas.
El uso del celular también puede tener un impacto negativo en la interacción social entre los estudiantes. Burgoa señala que el uso de las redes sociales puede llevar a un deterioro en las habilidades sociales, ya que evita el contacto directo entre amigos y parejas. Esto puede resultar en un aislamiento social, con algunos jóvenes pasando largas horas en sus dispositivos electrónicos, lo que puede llevar a situaciones de adicción.
¿Existen estrategias efectivas para integrar el uso del celular de manera productiva en el entorno escolar? Burgoa sugiere que las instituciones educativas diseñen programas y estrategias para el manejo de la tecnología, proporcionando una capacitación previa para su uso adecuado. Destaca la importancia de establecer normas claras y regulaciones para guiar el uso responsable de los dispositivos tecnológicos.
En cuanto al impacto en la salud mental y el bienestar emocional, Burgoa destaca que el mal uso de la tecnología puede tener consecuencias significativas en la salud mental, física y social de los estudiantes. Los síntomas de adicción pueden incluir trastornos de conducta, agresividad, falta de interés en actividades cotidianas y problemas de sueño y alimentación.
EN OTROS PAÍSES
A pesar de las ventajas que las herramientas digitales pueden ofrecer en la educación, también existen riesgos que a menudo son ignorados y que afectan el avance del proceso educativo. Ante este escenario, algunos países comenzaron a prohibir el uso de dispositivos móviles en las escuelas.
En América Latina, el uso de celulares en las aulas es un tema de constante debate. En la mayoría de los casos, está supeditado a las políticas de cada centro educativo, mientras que en otros lugares, como Florida, se aborda de forma radical con una prohibición total. Sin embargo, varios expertos coinciden en que la inclusión de tecnologías en la enseñanza comienza por la capacitación de los profesores para orientar su uso adecuado, permitiendo así que los estudiantes saquen el máximo provecho.
Florida (Estados Unidos) aprobó una ley que obliga a las escuelas públicas de todo el estado a prohibir el uso del teléfono móvil durante las horas de clase. Estas nuevas normas estatales reflejan la tendencia mundial hacia una mayor regulación del uso de dispositivos electrónicos por parte de los jóvenes, especialmente en lo que respecta a las redes sociales.
El Gobierno británico publicó nuevas directrices que recomiendan evitar el uso de teléfonos celulares en las escuelas de todo el país. Italia, por su parte, prohibió el año pasado el uso de teléfonos móviles durante las clases, mientras que China implementó una prohibición similar hace dos años, impidiendo que los niños lleven teléfonos a la escuela.
Según un informe reciente de la Unesco, cerca de uno de cada cuatro países tiene actualmente leyes o políticas que prohíben o restringen el uso del teléfono móvil en las escuelas. Estas medidas suelen hacer excepciones para los estudiantes con discapacidades y para usos educativos aprobados por los profesores.
A pesar de estas medidas, las restricciones contra los teléfonos inteligentes siguen siendo objeto de controversia.
¿POR QUÉ PROHÍBEN LOS TELÉFONOS EN LAS ESCUELAS?
El uso descontrolado de los teléfonos celulares en las escuelas ha suscitado preocupación por diversas razones. Algunos jóvenes han filmado violentas peleas escolares y han publicado los videos en plataformas como TikTok, mientras que otros han participado en desafíos en las redes sociales que han resultado en vandalismo a instalaciones escolares.
Según un informe de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, en 2023, el 16 por ciento de los estudiantes de bachillerato en Estados Unidos afirmaron haber sufrido acoso a través de mensajes de texto o plataformas de redes sociales como Instagram. Este tipo de comportamiento dañino puede tener un impacto significativo en el bienestar emocional y mental de los estudiantes.
Además, el constante bombardeo de notificaciones de redes sociales puede distraer a los estudiantes durante el horario escolar. Un informe reciente de Common Sense Media reveló que, en promedio, los jóvenes con teléfonos Android reciben alrededor de 237 notificaciones al día, aproximadamente una cuarta parte de ellas durante el horario escolar. Esta distracción constante puede interferir con la concentración en clase y afectar negativamente el rendimiento académico.
RECOMENDACIONES
El reciente informe de la Unesco insta a las escuelas a tomar medidas con cautela y a considerar el papel de las nuevas tecnologías en el aprendizaje, basando sus políticas en evidencia sólida.
La agencia de la ONU también sugiere que la exposición a herramientas digitales, como los teléfonos móviles, podría contribuir al desarrollo de una visión crítica de las tecnologías emergentes por parte de los estudiantes.
“Es crucial que los estudiantes aprendan a reconocer tanto los riesgos como las oportunidades que conlleva la tecnología, desarrollando habilidades críticas y comprendiendo cómo interactuar con el mundo digital”, afirmó la Unesco. “Privar a los estudiantes del acceso a la tecnología innovadora podría ponerlos en desventaja en un mundo cada vez más digitalizado”.
En este sentido, las escuelas tienen el desafío de encontrar un equilibrio entre aprovechar los beneficios educativos de la tecnología y mitigar los posibles riesgos asociados con su uso indebido. Es fundamental que las políticas escolares sean flexibles, adaptándose a las necesidades cambiantes de los estudiantes y promoviendo un uso responsable y constructivo de las herramientas digitales en el entorno educativo.