Cuando padres e hijos interaccionan habitualmente de forma segura, se sientan las bases para el bienestar emocional y la capacidad de los niños para formar relaciones saludables en el futuro. Carlos Pitillas, doctor en Psicología y profesor en la Universidad Pontificia Comillas, lleva años investigando las relaciones tempranas entre padres e hijos, especialmente en contextos de trauma y exclusión social. Con su trabajo, Pitillas enfatiza que estas interacciones no sólo dependen de la ausencia de conflicto, sino de la presencia activa de comportamientos y actitudes que fomentan la seguridad y el apoyo emocional.
Identifica cuatro principios esenciales que conforman las interacciones seguras entre padres e hijos, cada uno de los cuales desempeña un papel crucial en el desarrollo emocional saludable de los niños, y son las siguientes:
1 Influencia mutua
Se refiere a la capacidad de padres e hijos para responder de manera positiva y recíproca a las señales emocionales del otro. Esta interacción debe ser recíproca, y es muy importante para que ambos se sientan comprendidos y apoyados. Por ejemplo, si un niño muestra signos de tristeza, un padre que responde con consuelo y comprensión no sólo ayuda al niño a sentirse mejor, sino que también fortalece su propio vínculo emocional con el hijo. Esta reciprocidad crea un ciclo de apoyo y entendimiento mutuo que favorece el desarrollo emocional positivo del niño.
2 Regulación emocional y fisiológica
Proporcionar apoyo, cariño y consuelo en momentos de estrés o malestar ayuda a los niños a gestionar sus emociones de manera efectiva y a la vez favorece la regulación fisiológica que las acompaña. Por ejemplo, cuando un padre o una madre abraza a su hijo cuando llora y se siente angustiado o asustado, esto permite calmar emocionalmente al pequeño, regulando tanto sus emociones como su respiración acelerada. Este tipo de apoyo no sólo ayuda al niño a sentirse seguro y comprendido en el momento, sino que también le enseña habilidades importantes para la autorregulación emocional en el futuro.
3 Ruptura y reparación
Las rupturas en la comunicación y el afecto son inevitables en cualquier relación, pero la clave está en la capacidad de los padres para reconocer y reparar estas rupturas. La reparación del vínculo implica que los padres tomen medidas para restaurar la conexión emocional con sus hijos después de un conflicto o malentendido. Por ejemplo, después de una discusión, un padre que se disculpa y habla con su hijo sobre lo sucedido demuestra que es posible superar los conflictos y restablecer la seguridad emocional. Este proceso de reparación es esencial para enseñar a los niños que las relaciones pueden recuperarse y fortalecerse incluso después de momentos difíciles.
4 Mentalización parental
Es la capacidad de los padres para comprender y reflejar los estados emocionales y mentales de sus hijos. Este proceso fomenta una comprensión mutua y una relación segura y afectiva. Un padre que reconoce el miedo de su hijo ante una nueva situación y le ofrece explicaciones y apoyo valida los sentimientos del niño y refuerza el vínculo afectivo.
La mentalización ayuda a los padres a responder de manera más adecuada a las necesidades emocionales de sus hijos, promoviendo un entorno en el que los niños se sienten comprendidos y valorados.