Más de 7.334.000 bolivianos estamos habilitados para votar hoy en las terceras elecciones judiciales de nuestra historia. Son comicios en los que, como lo admite el presidente del Órgano Electoral Plurinacional, “a los ciudadanos y ciudadanas, no les gusta este sistema de elección de jueces”.
Ese disgusto permite pensar que, igual que en 2011 y 2017, una mayoría de los sufragios —más del 50%— no serán válidos.
Pero los votos de hoy pueden y tendrían que ser fruto de la reflexión, de la capacidad de hacer lo mejor, como ciudadanos, en la medida de lo que es posible, y así dar resultados menos inútiles, pues esta “elección no es la mejor, pero es lo que hay”.
Según declaró la autoridad mencionada, “en la primera elección del año 2011, el voto blanco y nulo llegó en cifras redondas a un 57% y en la segunda oportunidad del año 2017 este porcentaje se incrementó (…) al 65%” como expresión “de protesta y de descontento por el sistema de designación (de los candidatos)”.
Esa protesta no consiguió cambiar nada, porque para un cambio en el sistema de designación de los postulantes es necesario modificar parcialmente la Constitución.
En 2023 hubo un intento de referendo constitucional, no por voluntad de alguna instancia del Estado, sino por iniciativa ciudadana, pero no consiguió realizarse debido al insuficiente respaldo ciudadano, que consistía en firmar los libros correspondientes.
Sin embargo, el número de descontentos con el sistema de elección de las máximas autoridades judiciales, que en 2017 votaron nulo o blanco, era muy superior al de las firmas exigidas para la realización de ese referendo.
Así, es evidente que resulta mucho más fácil protestar invalidando el voto obligatorio que asumir una actitud coherente, como corresponde al ejercicio de una ciudadanía responsable.
Es evidente también que el ciudadano de a pie, sobre todo aquel que no tiene litigios pendientes, se desentiende de las elecciones judiciales y sus resultados, y vota para evitar la multa y otras sanciones por no sufragar.
Y está también el factor de la escasa información si se opta por emitir votos válidos, pues los candidatos son desconocidos para la gran mayoría de votantes. Además de que la idea más común es que el desempeño de los elegidos no cambiará el desprestigio de la administración de justicia.
Pero se trata de ejercer nuestros derechos ciudadanos, en este caso el de sufragar, con responsabilidad y en ese sentido es posible emitir votos válidos optando por la manifestación de una expectativa constructiva en las virtudes humanas.
Para lograrlo es necesario y suficiente informarse del recorrido profesional y ciudadano de los candidatos, tarea posible gracias a internet, y elegir aquellos cuyos datos inspiren confianza, o al menos la menor desconfianza.