Las épocas de crisis generan siempre rumores e historias extravagantes. Supongo que se debe a la necesidad humana de encontrar sentido a las catástrofes. Y pocas cosas hay más terribles que la destrucción de una economía...
El otro día me contaron que algunas personas, pobres víctimas del sistema educativo y del adoctrinamiento, piensan que el señor Camacho es responsable de la escasez de dólares y de la sensible subida de precios.
Tanta estupidez es bastante triste, en el fondo. Y sin embargo, no deja de ser fascinante que el olvidado gobernador, secuestrado por el gobierno en Chonchocoro, se convierta de pronto en una especie de monstruo mitológico (¿o en un villano de Marvel?).
Estos rumores siempre se cuentan con el popular “dice que”. “Dice que ya no hay el oro”, “dice que el dólar dejará de usarse en el mundo”, “dice que nos haremos ricos en el litio”, entre otras ideas delirantes.
Siempre me he preguntado por qué no se usa esa forma de comunicación para cosas más útiles: “dice que en Suiza no hay tantas trabas y obstáculos para organizar un referéndum de iniciativa popular”, “dice que en otros países no hay coimas y los funcionarios hasta trabajan”, “dice que no estamos condenados a una vida de servidumbre política”...
En cualquier caso, alguien debería empezar a anotar estos rumores. Serán un buen material de estudio para generaciones futuras, esperemos que menos crédulas, más educadas y no tan proclives a caer en la propaganda gubernamental.
Dice que podemos liberarnos de las mentiras oficiales y de la estupidez colectiva.