La Organización Panamericana de Salud (OPS) ha elegido febrero como uno de los meses para visibilizar el cáncer; un problema de salud creciente en todos los países del mundo, y que en nuestra región es la segunda causa de muerte, después de las enfermedades cardiovasculares. La OPS marcó dos fechas en este mes para sensibilizar e informar sobre la enfermedad: el 4 de febrero, como el Día mundial contra el Cáncer y el 16, como Día Internacional contra el Cáncer Infantil, que se cumplió hace unos días.
Este año, la lucha contra el cáncer se conmemora con el lema “Por unos cuidados más justos”, una causa a la que nos sumamos muchos de los prestadores de servicios privados para enfrentar esta enfermedad. Somos hombres y mujeres que invertimos en tecnología de punta, convencidos de que el cáncer puede prevenirse y controlarse, sobre todo, a través de su detección temprana.
Una de esas inversiones gira en torno al citómetro de flujo, un equipo de alta tecnología biofísica que cuenta con un método de laboratorio que se utiliza en la investigación básica y para el diagnóstico y tratamiento de enfermedades como el cáncer. Debido a sus niveles de precisión, la información que genera es muy valiosa sobre todo para los tratamientos (quimioterapias, inmunoterapias, etcétera) que se vaya aplicar al paciente con cáncer.
En un concepto amplio, en una muestra de sangre, médula ósea u otro tejido, utilizando luz láser, el citómetro de flujo permite un recuento y clasificación de células, según sus características morfológicas (tamaño, forma). En la precisión, la capacidad de este equipo es tan alta y compleja que permite identificar los marcadores tumorales, como antígenos, en la superficie celular.
¿Cómo se realiza un estudio con el citómetro de flujo? Se tiñen las células (muestra) con un tinte fotosensible, se colocan en un líquido y luego se la pasa por un haz de luz. Las mediciones se basan en la manera en que las células teñidas responden a la luz. Para que el examen del citómetro esté completo, cada tipo de prueba tiene un grupo de marcadores que los protocolos de EuroFlow marcan como mínimos. Si no se aplica el protocolo EuroFlow, usualmente, existen dudas razonables respecto a si las conclusiones del estudio son correctas.
Los protocolos indican de forma rigurosa que el estudio en citometría de flujo debe correr máximo 12 horas después de tomada la muestra. Un análisis después de ese lapso de tiempo puede llevar a resultados erróneos, que terminan siendo inútiles, por tanto, un gasto insulso del dinero invertido en la prueba.
Para analizar las pruebas de manera completa, y en el tiempo establecido, se requiere de una logística que demanda inversión. Por ejemplo, traer muestras desde Pando hasta Cochabamba, implica un operativo que contempla el traslado de la toma vía aérea. Es una carrera contra el tiempo.
La citometría de flujo no es un examen que deje alta rentabilidad a un laboratorio clínico por su alto costo, por eso es un servicio tan limitado en Bolivia, pero la población debe recibir información sobre cómo funciona y qué tipo de resultados arroja para nos ser sorprendida.
Aprovechemos febrero para informar sobre estas nuevas alternativas tecnológicas que se tiene en el mundo y en Bolivia para enfrentar el cáncer, pero también busquemos caminos, alianzas, para avanzar en esa tarea de contribuir a que éstos lleguen cada vez a más personas. No es publicidad, sólo una muestra de que queremos acompañar el slogan de la OPS en este 2024 en la lucha contra el cáncer, porque también queremos “unos cuidados más justos”.
Jorge Ferrufino Ponce es economista, experto en servicios de laboratorios clínicos y gerente general de laboratorio Praxis