Cocaleros armados tomaron control de siete campamentos del ejército boliviano en Chapare, dice la información.
Algo tendrán que decir las Fuerzas Armadas de Bolivia ante semejante atropello, ante esta humillación que se produce dentro del territorio soberano de la República de Bolivia.
Recuerdo que hace 57 años, en 1967, ocurrió algo parecido, cuando un grupo armado, llegado del exterior, emboscó en el mes de marzo a una patrulla del ejército en Ñancahuaso. Y el ejército decidió enfrentar a ese grupo, hasta que lo aniquiló en octubre.
Esta vez, la humillación a las FFAA de Bolivia se produce a tres años de que su comandante, el cocalero Evo Morales, anunciara en Buenos Aires que crearía las milicias armadas del Chapare.
Pues ahora ha mostrado que esas milicias están activas y decididas a enfrentar a las FFAA de Bolivia, disputándole el control de territorios.
Por el momento, esos guerrilleros de la coca dicen que se proponen evitar que los soldados bolivianos cumplan su tarea de erradicar plantaciones de la hoja definidos como ilegales por el Estado boliviano.
Además, dicen que no permitirán que el Estado boliviano disponga la eliminación del mercado de la coca de Sacaba, porque se trata de un lugar comprendido en el plan de crear una entidad especial, separada de Bolivia.
Se trata de una demostración de que esta fuerza quiere controlar con armas ese territorio para, eventualmente, proclamar su independencia de la República de Bolivia.
Una especie de separatismo directo, por la fuerza, que el Estado boliviano tiene que enfrentar con todas sus armas, porque se trata de un desmembramiento de un pedazo de la soberanía.
Lo que corresponde ahora es que las FFAA, sin necesidad de que el gobierno les dé el visto bueno, porque se los ordena la CPE, declare zona militar al Chapare, como hizo en 1967 ante otro grupo armado, y aplique todo el rigor que sea necesario.
Deberá comenzar por bombardear todas las pistas de aterrizaje clandestinas que existen en la zona, además de destruir todas las fábricas de clorhidrato de cocaína, las más modernas de Sudamérica.
Y luego deberá eliminar todas las fosas de maceración que usan algunos cocaleros para producir el sulfato de cocaína y entregar a la justicia a todos los culpables de cometer semejante actividad ilegal.
En suma, se trata del brote de un proyecto que se propone separar de la soberanía boliviana una parte de su territorio.
Por supuesto que el responsable de todo este intento separatista debe ser detenido y procesado por la justicia militar, como ocurrió en 1967 con el grupo que desafió a los bolivianos.