Centros de acogida, penitenciarías, hospitales, entre otros, demostraron su predisposición para que el Censo Nacional de Población y Vivienda se lleve delante de acuerdo a la planificación que pusieron en práctica los integrantes del Instituto Nacional de Estadística (INE).
Con la consigna de reflejar el hacinamiento en el que viven, los 1.045 internos del penal San Sebastián fueron empadronados en grupos por 19 censistas, de acuerdo al gremio al que pertenecen.
Los cuatro representantes de la Delegación del recinto carcelario, que fue posesionado recientemente, encontraron predisposición en sus colegas para llevar adelante la jornada censal, que comenzó con demora por temas administrativos.
Unos 19 voluntarios tuvieron a su cargo la labor de empadronar al millar de reclusos divididos en siete gremios: carpintería, artesanos, tienderos y comideros, marroquinería, pelotería, telefonistas y población.
Miembros del Instituto Nacional de Estadística (INE) informaron que cada boleta del censo abastecía para 8 personas y el tiempo de inscripción alcanzaba a no más de siete minutos, llegando a completarse el folleto en 56 minutos en la mayoría de los casos.
“El censo servirá para reflejar el hacinamiento en el que habitan los internos desde hace mucho tiempo”, señaló el máximo representante de los internos en el centro penitenciario cochabambino.
Pese al poco espacio que cuentan, los encarcelados concurrieron a registrarse bajo la mirada sigilosa de los efectivos policiales que fueron desplegados en la penitenciaría que cuenta con pasillos estrechos y ambientes lúgubres, los cuales están atestados por los presidiarios que desarrollan cotidianamente una u otra actividad.
“El penal es para unas 300 a 400 personas, pero aquí hay más de mil. Este censo servirá para demostrar el hacinamiento que existe y las autoridades tomen cartas en el asunto”, remarcó el representante de los internos.
Otros centros
En un ambiente menos convulsionado que el penal San Sebastián, los censistas procedieron a empadronar a unas 80 personas residentes en el Hogar San José. Los voluntarios llevaron a cabo su labor en un entorno que irradió paz y tranquilidad, cumpliendo con su cometido de acuerdo a lo planificado.
Entre tanto, el hospital Viedma llevó a efecto el censo en medio de gran hermetismo. No obstante, los enfermos fueron censados de manera organizada por el personal asignado a ese centro hospitalario cochabambino.
Las personas de la calle que habitan bajo los puentes y orillas del río Rocha también fueron registradas por audaces censistas, quienes sortearon diversos tipos de terreno para materializar su objetivo. Lo propio aconteció con las personas que se sitúan en la colina de San Sebastián, en donde se encontraba un número considerable de indigentes, quienes tampoco pusieron reparos para ser censados.
Cabe destacar que los empadronadores entregaron un sándwich y un refresco a cada indigente al momento de recabar sus datos personales.
Algunos estaban como perdidos en el tiempo, pero pese a ello se dieron modos para responder el cuestionario de rigor que fue llenado con un lápiz de color negro por los empadronadores.
Curiosamente muchos de ellos se dispersaron, generando un mayor despliegue de los censistas por las laderas del río Rocha para tratar de encontrarlos.
Algunos extranjeros que viven en algunas plazuelas y parques fueron interceptados por los uniformados que rondaban por un determinado lugar.