Con una vida dedicada al arte de la luthería y al enriquecimiento cultural de Bolivia, el Maestro Decano Eulogio Mollinedo Chuca ha sido honrado con el prestigioso reconocimiento al Mérito Cultural Marina Nuñez del Prado, otorgado por el Ministerio de Culturas, Descolonización y Despatriarcalización.
Mollinedo, quien cumplió 100 años el 14 de mayo, ha dedicado su vida a la construcción y perfeccionamiento de este instrumento tradicional.
Un viaje de cien años
Hijo de Agapito Mollinedo Romero y María Chuca de Mollinedo, Eulogio fue el mayor de nueve hermanos. Su infancia estuvo marcada por la Guerra del Chaco, conflicto que vivió con sólo ocho años mientras ayudaba a su padre en la artesanía del charango. Durante su adolescencia, trabajó en la agricultura hasta los 15 años, y a los 16 cumplió con su servicio militar, retornando luego a su pueblo para continuar con el legado familiar en la fabricación de charangos.
En 1991, en busca de mejores condiciones de vida, se trasladó a Cochabamba, donde continuó construyendo charangos hasta que la edad avanzada y una disminución visual limitaron su capacidad. A lo largo de su carrera, que se extendió desde finales de los años 40 hasta 2008, Mollinedo creó los emblemáticos charangos pocoateños, reconocidos por su calidad y detalles ornamentales.
Casado con Jacinta Arteaga Chavarría, con quien tuvo 11 hijos —de los cuales viven cinco—, Eulogio es patriarca de una extensa familia que incluye 20 nietos, 17 bisnietos y una tataranieta. Su dedicación a la construcción del charango no sólo ha influenciado a su familia, sino también a muchos charanguistas destacados como Bonny Alberto Terán, Humberto Caballero y Jorge Oporto, quienes han utilizado sus instrumentos.
El Museo de Instrumentos Musicales de Bolivia exhibe uno de sus primeros charangos, reflejo de su maestría desde los años 40 o 50. En una entrevista realizada en 2007, Mollinedo compartió sus pensamientos sobre su oficio: “Comencé ayudando a mi padre. Él hacía buenos charangos; sin embargo, pienso haber mejorado la fabricación, con adornos que no había antes, pero siempre guardando lo típico de Pocoata”.
La trayectoria de Eulogio Mollinedo ha sido reconocida en varias ocasiones. En 2003, la Sociedad Boliviana del Charango le otorgó un reconocimiento al mérito artesanal. En 2010, recibió un homenaje de la Oficialía Superior de Cultura del Cercado y la Sociedad Boliviana del Charango, filial Cochabamba, por su labor en la difusión y preservación del charango, declarado Patrimonio Cultural de Bolivia por ley 3451.
En una entrevista con Los Tiempos, Mollinedo expresó su gratitud.
“Me da más aliento de vida por ser reconocido por las autoridades, me da más fuerza para seguir con vida y ser un gran orgullo para mis hijos, nietos y toda mi familia”.
Maestro de la artesanía
El charango pocoateño, caracterizado por su caja verde y las filigranas en la trastera, es un testimonio de la dedicación de Mollinedo a su oficio. La construcción de un charango, como él describió, es un proceso 100 por ciento artesanal que involucra la selección de maderas como el sauce llorón y el chachakuma, tallado y afinado preciso, y adornos meticulosamente diseñados.
“Durante mi infancia, disfrutaba de la música, pero nunca me interesé en tocar el charango. Sin embargo, sí sentía una fuerte inclinación por elaborarlo. Fue a los 14-15 años cuando comencé a perfeccionar mis habilidades en la construcción de este instrumento, gracias a las enseñanzas de mi papá. A partir de entonces, me dediqué a la meticulosa labor de construir charangos, refinando cada vez más mi técnica y destreza”, contó.
Aunque la edad ha reducido su capacidad para fabricar estos instrumentos, Eulogio Mollinedo sigue siendo una figura emblemática en la luthería boliviana. En su libro El charango, su vida, costumbres y desventuras, Ernesto Cavour destaca la contribución de Mollinedo, señalando su empeño en hacer charangos con características únicas, incluso en los centros mineros de Llallagua, Uncía y Siglo XX.
Mollinedo espera ser recordado como una persona ejemplar, humilde y llena de vida, y como el mejor constructor artesanal de Huataraqui.