La ciudad brasileña de Río de Janeiro amaneció ayer con militares patrullando las calles, algo ya previsto en el plan para garantizar la seguridad durante la Cumbre del G20 de la próxima semana, pero con las alertas aún más encendidas tras el frustrado atentado de la víspera en Brasilia.
Las autoridades responsables por la seguridad del evento con los jefes de Estado de las mayores economías del mundo dijeron que el plan de seguridad no fue modificado, pero que estarán aún más alertas luego de que un hombre que terminó suicidándose perpetrara un ataque con explosivos frente a la Corte Suprema y a pocos metros del Palacio presidencial y el Congreso.
“Ya estamos trabajando con el nivel de seguridad más elevado posible, pero eso agrega preocupaciones”, afirmó el director general de la Policía Federal, Andrei Rodrigues, en una rueda de prensa en Brasilia.
El secretario de Seguridad Pública de Río de Janeiro, Victor Santos, afirmó que el nivel de seguridad ya es el máximo previsto internacionalmente debido al nivel de las autoridades invitadas, pero que lo ocurrido el miércoles en Brasilia “genera mayor tensión, toda la seguridad está con su atención redoblada por ese hecho”, dijo.
Ambos destacaron la entrada en vigor, ayer, del decreto por el que el presidente brasileño, Lula, permite la participación de miembros de las FFAA en las tareas para garantizar la seguridad durante la cita, que tendrá lugar el lunes y el martes.
La medida permite que unos 9 mil militares se sumen a los cerca de 12 mil agentes de policía y miembros de diferentes organismo de seguridad que fueron movilizados para una cumbre en la que son esperadas delegaciones de 40 países y 15 organismos internacionales, entre los cuales los presidentes de Estados Unidos, Joe Biden, y de China, Xi Jinping.