Los últimos acuerdos bilaterales de Bolivia con Rusia y Rusia evidencian que la política de relaciones exteriores del actual Gobierno mantiene las mismas preferencias que tuvieron los anteriores del Movimiento Al Socialismo (MAS).
Las prioridades de la política exterior de las administraciones estatales masistas estuvieron y están definidas de manera invariable por criterios ideológicos, mientras el contexto global y sus perspectivas cambiaron, lo mismo que las condiciones económicas nacionales.
Así, es oportuno considerar que una dosis de pragmatismo en este aspecto sería beneficioso para el país, tanto más cuanto el decidido acercamiento del Gobierno del Estado Plurinacional con sus similares ruso e iraní pueden tener consecuencias poco o nada beneficiosas para Bolivia.
Quizás como una prolongación de su beneplácito por los acuerdos concretados en junio con el Gobierno de La Paz para la intervención rusa en la explotación del litio boliviano, tres edificios de una céntrica avenida moscovita fueron iluminados con los colores de la bandera de Bolivia.
Y ayer, RT, una agencia noticiosa estatal rusa, dedicó un extenso artículo a la celebración de los 125 años de relaciones ruso-bolivianas que “se intensificaron en 2006, cuando el presidente Evo Morales llegó al poder”, refiere la nota.
La “cooperación mutuamente beneficiosa” entre ambos países se da “en los ámbitos de la política, comercio, economía, entre otros”, señala RT, resumiendo un texto del sitio web de la embajada de Rusia en La Paz.
Ese beneficio “mutuo” se manifiesta también en la ONU, donde Bolivia se abstiene de condenar la invasión rusa a Ucrania y sus consecuencias.
Respecto de las relaciones con Irán, los ministros de Defensa de ambos países firmaron, el 2 de julio, un “memorándum de entendimiento para ampliar la cooperación bilateral en el campo de seguridad y de defensa”.
Se ignora el detalle de ese “entendimiento” que ha despertado inquietudes en Argentina cuya Cancillería, presionada por la comunidad judía, pidió explicaciones al Ministro de Defensa boliviano. Y en EEUU, un instituto de estudios bélicos manifestó preocupación por la posible venta de drones iraníes a Bolivia.
Esos acercamientos de Bolivia con Rusia e Irán —países cuestionados por su política exterior y su desdén por los derechos humanos— “reduce las posibilidades de inversiones de países occidentales y el acceso a cierto tipo de créditos o programas de ayuda”, comentaba, en octubre de 2022, Ana Soliz de Stange, investigadora y docente de la Universidad Helmut-Schmitdt, Alemania.
Ella aconsejaba que Bolivia “debería tener una política exterior pragmática que se base en la identificación de sus intereses nacionales”, lo que parece muy razonable.