La desigualdad territorial en el contexto cochabambino es un asunto de larga data, abordar este tópico requiere de una mirada multidimensional que considere problemas históricos como la tenencia de la tierra, la redistribución y el acceso a recursos.
En el presente artículo intentaré realizar un breve punteo acerca de los efectos más notorios de la desigualdad territorial en la formación social regional.
En primer lugar, la desigualdad territorial se traduce directamente en disparidades en el acceso a recursos básicos. Mientras que las áreas urbanas pueden disfrutar de infraestructuras desarrolladas, servicios de salud y educación de calidad, las comunidades rurales a menudo se enfrentan a la falta de estas comodidades básicas. La carencia de servicios médicos, educativos y de transporte adecuados en las regiones más alejadas contribuye a la creación de un ciclo de desventaja y limita las oportunidades de desarrollo.
Por otro lado, en la ciudad, la formación del denominado hinterland urbano produce un efecto de rezago territorial. La existencia de zonas de pobreza que concentran población en situación de alta vulnerabilidad provoca que las zonas integradas a la economía formal deban asumir la alta carga del sistema de salud público y de otros servicios sociales. El hinterland consume recursos que no produce y baja el nivel de competitividad de manera general.
En segundo lugar, la desigualdad territorial también se manifiesta en brechas económicas notables entre las áreas urbanas y rurales de Cochabamba. Las oportunidades de empleo bien remunerado y el acceso a mercados económicos suelen concentrarse en las zonas urbanas, mientras que las comunidades rurales luchan por desarrollar actividades económicas sostenibles. Esto no solo afecta los ingresos de las familias rurales, sino que también contribuye a la migración hacia áreas urbanas en busca de mejores oportunidades, a menudo generando desafíos sociales adicionales. La migración campo-ciudad es un efecto de la desigualdad territorial, al existir menos recursos para enfrentar las dificultades del mercado o del cambio climático, las poblaciones rurales son las más vulnerables al momento de sobrellevar los momentos de crisis.
En tercer lugar, la desigualdad territorial tiene un impacto directo en la calidad de vida de los habitantes. La falta de acceso a servicios de salud de calidad en áreas rurales se traduce en índices de salud más bajos y en una mayor vulnerabilidad a enfermedades prevenibles. De manera similar, la disparidad en la calidad de la educación afecta las oportunidades futuras de las generaciones más jóvenes, perpetuando el ciclo de desigualdad.
En cuarto lugar, la distribución desigual de tierras y recursos naturales ha sido históricamente un punto de conflicto. Las comunidades rurales a menudo se ven privadas de su acceso ancestral a tierras fértiles y fuentes de agua, mientras que los intereses económicos pueden prevalecer en la apropiación de estos recursos para la agricultura o la industria. Esto no solo genera tensiones sociales, sino que también afecta la sostenibilidad ambiental y la capacidad de las comunidades para depender de la tierra para su subsistencia.
Finalmente, los problemas ambientales en Cochabamba están entrelazados de manera compleja. Mientras que las áreas urbanas pueden contribuir significativamente a la contaminación y al agotamiento de los recursos, son las comunidades rurales las que sufren las consecuencias más directas. La deforestación, la contaminación del agua y la escasez de recursos agravan aún más las disparidades, creando un círculo vicioso en el que la desigualdad territorial contribuye a problemas ambientales, que a su vez intensifican la desigualdad.